México D.F. Sábado 29 de noviembre de 2003
Instrumentos convencionales, electrónica
y computación ocuparon 13 pisos
Infierno en la torre, experimento acústico
y multimedia desarrollado en el CNA
ANGEL VARGAS
Estar
en las entrañas de un instrumento musical no es algo que ocurra
todos los días. Más aún si éste parece provenir
de una historia de ciencia ficción, como sucede con el que fue diseñado
para el proyecto Infierno en la torre, cuya dimensión ocupó
un edificio de 13 pisos y requirió para su funcionamiento de instrumentos
musicales convencionales (una guitarra y un teclado, entre otros), la electrónica
y la computación.
Ese hiperinstrumento formó parte de un experimento
acústico y multimedia concebido por Ernesto Romero, mediante el
cual el músico e investigador buscó desarrollar dos ideas
estéticas en tiempo real, con el apoyo de herramientas tecnológicas:
la transformación del sonido en una masa sonora maleable que dejará
ser intrínseca al instrumento que la origina y la conversión
de espacios acústicos en instrumentos musicales por sí mismos.
Distinta sonoridad de una sola fuente
Para concretar el proyecto -cuyos conciertos tuvieron
lugar el jueves y viernes como parte del encuentro de artistas mexicanos
y alemanes Sound/Image-, la Torre de Dirección e Investigación
del Centro Nacional de las Artes (CNA) fue transformada en ese monumental
instrumento, merced a la instalación de 16 bocinas distribuidas
a lo largo de los 13 pisos del recinto, que de manera simultánea
hizo las veces de auditorio o sala de concierto.
La señal acústica fue generada por un instrumento
convencional y captada por un micrófono instalado dentro de una
sala aislada; luego, esa señal, fue trabajada y emitida por computadora
a cada uno de los altoparlantes. De manera paralela, se transmitió
por video, en tiempo real, la imagen del intérprete por medio de
monitores.
La particularidad de este enorme artefacto sonoro es que,
en cada uno de los 13 pisos, la música se percibía de manera
distinta, no obstante que era emitida por la misma fuente.
Las obras interpretadas fueron escritas por Ricardo Cortés,
Manuel Rocha, Carol Chargueron y Pablo Silva, así como el propio
Romero, quien es miembro del Taller de Audio del Centro Multimedia del
CNA.
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