México D.F. Miércoles 26 de noviembre de 2003
Armados y divididos, sus ciudadanos: Joseph Hodara
Altamente probable, una guerra civil en Israel, dice investigador de ese país
ABRAHAM GUERRERO
En Israel existe alta probabilidad de que se desate una guerra civil por las numerosas contradicciones políticas, sociales y religiosas que coexisten desde su fundación, en 1948, considera Joseph Hodara, investigador israelí que trabaja como profesor invitado del Centro de Estudios de Asia y Africa del Colegio de México.
En plática sostenida con diferentes me-dios de comunicación capitalinos, el profesor consideró que tanto el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, como el primer ministro de Is-rael, Ariel Sharon, tienen intereses en no solucionar el conflicto.
Ambos dirigentes políticos, ante todo, quieren reafirmar su presencia en sus respectivas sociedades, son resultado de su historia y no están dispuestos a ceder en cuestiones que consideran primordiales.
En su visión, la confrontación entre palestinos e israelíes no es esencialmente militar, sino que se trata de un conflicto en el que las partes apuestan por el desgaste sicológico y cultural del contrario.
Tanto Sharon como Arafat alientan la po-sibilidad de un conflicto civil en el otro bando, asegura.
Hodara estima que el riesgo de un enfrentamiento interno es mucho mayor en la sociedad israelí, ya que la mayoría de la población de ese país tiene en su poder armas y ha sido entrenada militarmente.
Además, esta posibilidad es real en cuanto a que Israel es una nación que no ha resuelto muchos conflictos internos: carece de Constitución política y existe fuerte un enfrentamiento entre laicos y religiosos sobre el carácter definitivo del Estado.
Expone que tampoco se han resuelto los conflictos étnicos entre diferentes filiaciones de judíos: sefarditas (de origen español), askenazis (de origen centro europeo), árabes, rusos, falachas (de origen etiope).
A todo esto se suman los continuos conflictos entre ciudadanos judíos y árabes israelíes, cristianos y beduinos.
Por el momento, estos elementos conflictivos han sido aplazados por el enfrentamiento de Tel Aviv con la ANP, además de que "el carácter democrático de la sociedad israelí modera de momento esta posibilidad (de guerra civil)", dice Hodara.
Según el académico, los actos de Jihad Islámica y Hamas no representan una amenaza para la autoridad que Arafat goza entre los palestinos, sino que el desafío puede llegar de nuevos dirigentes, más cercanos a la realidad de los jóvenes, pragmáticos y so-bre todo hartos del conflicto.
Otro elemento significativo sobre la situación de desgaste que viven ambas sociedades es el alto número de emigrados.
"En Estados Unidos viven más de medio millón de israelíes, y se estima que un millón de libaneses, palestinos y jordanos se han instalado en Europa, Estados Unidos y América Latina", dice el investigador.
Hodara es optimista y rechaza las tesis que dan por sentado que el conflicto no tiene solución. Para él, la Iniciativa de Gi-nebra es prueba de que las dos sociedades pueden llegar a acuerdos significativos e inclusive a la convivencia.
"Por lo menos 40 por ciento de la población israelí apoya resueltamente (la iniciativa), y 20 por ciento más la acepta con algunas reservas menores", afirma.
La plática con Hodara tuvo lugar antes de que la propuesta se diera a conocer entre los palestinos, la cual fue rechazada tajantemente por organizaciones radicales palestinas como Hamas y Jihad Islámica, así co-mo entre los refugiados.
La Iniciativa de Ginebra es una propuesta de paz auspiciada por el gobierno suizo, pero que fue negociada de manera personal por Yossi Beilin, ex ministro de Justicia israelí, y Yasser Abbed Rabu, ex ministro de Cultura de la ANP.
Esta propuesta ha encontrado amplio apoyo entre intelectuales y políticos de am-bos pueblos. Entre ellos destacan el escritor israelí Amos Oz y el general Zoheir Manasra, ex gobernador palestino de Jenin.
Este proyecto de paz prevé que los dos estados, Israel y Palestina, puedan compartir la ciudad de Jerusalén, y que ambos establezcan sus capitales en dicha ciudad.
También asegura la cooperación entre ambas naciones en diferentes materias co-mo seguridad y desarrollo.
Uno de los puntos más polémicos de la iniciativa está relacionado con los desplazados palestinos de 1948, año de proclamación del Estado de Israel.
Según los acuerdos informales, los descendientes de los desplazados, que tienen estatus de refugiados, no podrán regresar al territorio perdido, sino que serán compensados económicamente al igual que los es-tados en los que se asentaron, principalmente Líbano, Siria, Jordania y Egipto.
Esto último es rechazado por un alto número de palestinos, como quedó demostrado el sábado anterior durante manifestaciones en los campos de refugiados palestinos ubicados en Líbano y Gaza.
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