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México D.F. Miércoles 26 de noviembre de 2003

Luis Linares Zapata

Ineficiencia y gobierno

En el breve lapso de una semana, el gobierno de Fox, con sus gerentes al lado, expuso a la luz pública sendos errores de diseño y operación política que bien pueden marcar su paso por la historia reciente del país. En una primera puesta en escena desfilaron ante los atónitos mexicanos los episodios de la que parece será una serie futura de escarceos de poca monta. Empezó con frases camoteras y de traspatio, le siguió un cese posfechado y terminó con una renuncia con altavoz neoyorquino y varios desencuentros entre el Presidente y su canciller frente a un circunstancial embajador ante el Consejo de Seguridad de la ONU. En la segunda escena, tal vez de mayor impacto en lo interior, se revelan, sin pudor alguno, los entretelones del sainete que ponen dirigentes del PRI con funcionarios de Hacienda y que parece liquidar la esperada reforma fiscal para convertirla, si acaso, en una miscelánea circunstancial. En ambos casos, el de política exterior y el de naturaleza económico-impositiva, las estrategias diseñadas por el gobierno arrojan resultados por demás cuestionables. Ponen al descubierto la ligereza con que se ha escogido a los operadores y el terreno en que habrían de desempeñarse, el papel asignado a interlocutores y la imprudencia con la que se ha guiado el discurso público, en especial aquel que corre a cargo del Ejecutivo federal.

Los dimes y diretes que se lanzaron y las replicas cruzadas entre Fox, Zinser y Derbez no tienen, en realidad, gran significado para la vida nacional. Pero en ese alocado ir y venir sacaron a flote elementos cruciales para un recuento, por demás conflictivo, de las relaciones entre los funcionarios de altísimo nivel de ambos países: Estados Unidos y México. Asunto muy diferente a las interrelaciones, de toda índole, que se van construyendo, día a día, entre los pueblos de ambas naciones y que alcanzan una complejidad difícil de apresar por los aparatos diplomáticos. Pero en una evaluación inicial se puede adelantar que de la euforia y el desenfado con que Castañeda administró la relación con el gobierno de Bush se pasó a una época de extravío de la que Fox no ha podido salir a pesar de algunas llamadas del texano para mitigar un tanto el desamparo en que dejó al ranchero de Guanajuato. El voto en el Consejo de Seguridad, contrario a la postura de Bush y sus halcones, quedará para un análisis pormenorizado posterior. Lo cierto es que la intención original de Fox, trasminada en múltiples afirmaciones a la trompa talega, se inclinaba por extender un apoyo a la que aparecía como inevitable guerra preventiva contra el Irak de Hussein. El ánimo de Zinser, en cambio, se desplazó en otro sentido al alinearse con los europeos (Rusia, Alemania, Francia) y con los chinos. Naciones que nunca han sido pacifistas salvo en los episodios que mejor sirven a sus ambiciones de poder, casi siempre impregnadas de billetes bancarios. Sus historias están repletas de arranques imperiales, belicistas y hasta genocidas. Muy precisos y vastos intereses económicos obligaron a esos países a contrariar la postura estadunidense, tal y como se confirmó después cuando todos ellos extendieron sus condicionados votos para legitimar la intervención y apropiación posterior de los recursos petroleros iraquíes. México, ante este viraje de los seudopacifistas desarrollados, quedó a la deriva y ensartado en un diferendo del que no ha salido airoso. Este es el legado del desempeño de Zinser en la ONU, de las maniobras burocráticas de Derbez y los grandes diseños de Castañeda que Fox hizo suyos. Toda una estrategia que descansaba en un punto de endeble sostén: la relación personal entre dos rancheros conservadores. Voluntarismo individualizado que se derrumbó con estrépito y no será posible reanudar, menos aún si tal patraña la quieren convertir en táctica abarcadora.

Otro de los fracasos que van perfilándose en el imaginario colectivo se descubre con la presentación de un plan impositivo (IPI), disfrazado de reforma fiscal, que se presentó en sociedad bajo el patrocinio de la cúpula priísta. Una segunda versión de la primeriza intentona de lograr apoyo para una tasa, aunque fuera del 5 y no del 10 por ciento de IVA a los alimentos y las medicinas, tal y como Hacienda ha solicitado de manera reiterada. La ríspida negativa de varios gobernadores, senadores y diputados priístas para este impuesto disfrazado presentado por el equipo financiero de Gordillo hizo recular a un Madrazo temeroso de dos eventos simultáneos. Uno, el posible éxito (aunque fuera en votación dividida) de la coordinadora, y el otro, lo que le pareció un inminente rechazo de los legisladores a una iniciativa que él ya había endosado con firmeza y que pondría en entredicho su liderazgo y candidatura. Pero en su confuso movimiento de rechazo, el tabasqueño puso en duda la entereza y la autoría priísta del engendro que se desdibuja con el paso de las horas. La impetuosa respuesta de la encrespada legisladora no se hizo esperar y dibujó, con todo el relieve requerido, las profundas heridas que se han causado los dirigentes en su trasiego por cotos decisorios y sus escasas conexiones con las bases y cuadros intermedios al interior del partido. Sin embargo, a este respecto, lo de menos son las biografías, culpas y ambiciones de los priístas involucrados, llámense Madrazo o Gordillo. Lo interesante es constatar cómo derrapa, y se estrella, la que bien puede ser la postrera oportunidad del gobierno para sacar adelante algún proyecto que ayude a describir su compromiso para con sus electores y a establecer el lugar que ocupará en el quehacer público actual. De manera simultánea y provocada por la suficiencia de una administración que no encuentra veredas ni autopistas para desplegar sus intenciones privatizadoras, una movilización, pretendidamente masiva, se anuncia en lontananza. De resultar tan abultada como sus instigadores anticipan, las emanaciones que de ella se desprendan llegarán a distintos confines, afectarán a los actores y prefigurarán un horizonte que nada tiene que ver con la propuesta del foxismo gerencial que se inauguró con tantos arrestos de eficiencia. Los alcances de la marcha se constatarán en la calle, afortunadamente, durante esta misma semana.

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