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México D.F. Martes 25 de noviembre de 2003
DESPRECIO POR LOS DERECHOS HUMANOS
A
la presentación en el Senado de la República del informe
especial sobre los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez,
entregado ayer por el titular de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH), José Luis Soberanes, asistieron sólo cuatro
miembros de ese cuerpo legislativo. Los otros 30 y tantos que habrían
debido escuchar el informe del ombudsman nacional -por ejemplo,
los presidentes de las comisiones de Derechos Humanos, Miguel Sadot Sánchez
Carreño; de Justicia, Jorge Zermeño, y de Equidad y Género,
Araceli Escalante- tenían, por lo visto, preocupaciones más
importantes que las mujeres asesinadas en Juárez, que las atrocidades
e injusticias que se perpetran en el país y que la vigencia de los
derechos humanos en territorio nacional.
Por desgracia, al faltar a la cita con el presidente de
la CNDH, los senadores no sólo desairaron a Soberanes, sino mostraron
su olímpico desprecio por la institución que preside y por
las causas que defiende. Lo sepan o no -y cabria suponer que lo saben,
si es que tienen alguna remota noción de política-, los faltistas
enviaron, con su ausencia, ese mensaje inequívoco a la sociedad
a la que tendrían que servir -la misma que paga sus dietas- y a
los votantes que los llevaron a sus apacibles curules.
Por si no fuera suficiente motivo de alarma, indignación
y azoro la constatación de que a la mayoría de los senadores
les importa un comino el tema de los derechos humanos y la suerte de las
próximas víctimas de la violencia criminal contra las mujeres
jóvenes y pobres en Ciudad Juárez y en el país, ayer
mismo la Presidencia de la República envió una señal
equivalente, al anunciar la cancelación del acto público
en el que habría de recibir, hoy, el citado informe del ombudsman,
y su remplazo por una reunión privada.
El regateo de la atención pública al documento
de Soberanes sobre las asesinadas de Juárez no deja alternativa
a la sospecha de que al titular del Ejecutivo federal le molesta, enoja
o desagrada escuchar las apreciaciones de la CNDH sobre el asunto o, peor
aún, que no está interesado en el tema. Por los motivos que
sea, el presidente Vicente Fox se suma así a los legisladores que
menosprecian el trabajo del ombudsman, se desentienden de los asesinatos
de mujeres en Ciudad Juárez y se desligan del combate a la impunidad,
la procuración de justicia y la lucha por hacer vigentes los derechos
humanos en México.
Los legisladores y el Ejecutivo, cabe insistir, no sólo
se comportan en forma grosera y ofensiva con el titular de la CNDH, sino
también con la memoria y con los deudos de las asesinadas, con los
ciudadanos que buscan poner fin a la impunidad criminal, con quienes promueven
la vigencia de los derechos humanos y con quienes sufren atropellos y violaciones
a sus garantías individuales. Tal arrogancia es inadmisible en un
país que se pretende democrático y republicano.
El ombudsman sentenció en su informe: "El
Estado mexicano tiene que resolver una sola pregunta a la sociedad mexicana
y a la comunidad internacional: '¿Quién las mató?'
O responde o nos estamos haciendo tontos". Los malos modales de los legisladores
y del mandatario, que ni siquiera se avienen a escuchar tal pregunta, o
a permitir que se formule en público, parecen confirmar, por desgracia,
que la respuesta correcta es la segunda. Si no hay entre esos altos representantes
populares la mínima urbanidad para recibir correctamente al presidente
de la CNDH, cabe preguntarse qué voluntad política se puede
esperar de ellos a la hora de acatar sus recomendaciones.
Finalmente, tendrá que ser la sociedad organizada
la que restituya a la institución la fuerza moral y la dignidad
que la mayoría de los senadores y el Presidente de la República
pretenden, en mala hora, escatimarle.
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