Información y enlace en el país, sus funciones

Proponen en congreso crear el centro nacional de contracultura

JORGE CABALLERO ENVIADO

Lagos de Moreno, Jal., 24 de noviembre. El primer Congreso Contracultural finalizó con el consenso de formar el centro nacional de contracultura, "espacio que -de acuerdo con el organizador del encuentro, Carlos Martínez Rentería- será un centro de información y enlace para saber qué sucede con los actos, ambientes y quehacer contracultural en todo el territorio nacional".

La idea de crear este centro nacional vino después de que en la última mesa redonda participaron Antulio Sánchez, Rafael Saavedra y Benjamín Anaya. El primero, especialista en cibercultura, expuso claros ejemplos de lo que la telaraña telemática, Internet, podría aportar a la contracultura. "Existen los llamados warlogs, corresponsales de guerra independientes, que insatisfechos con las noticias de guerra que se publicaban o trasmitían en los medios del imperio, decidieron publicar su propia visión en la red", ilustró Antulio Sánchez.

También señaló: "Existen los flasmobs, gestos contraculturales que a partir de que se dieron a conocer en la red hacen cosas tan descocadas como pedir el título de un libro inexistente en una librería y después de 10 minutos echarse a reír, o ir a la gasolinera y en lugar de llenar el tanque pedir que se les venda una película".

En uno de los puntos medulares de su exposición Sánchez destacó la importancia del software abierto, tipo Linux, como una de las manifestaciones más libertarias y contraculturales en la Internet.

Enfrentamiento a la sociedad de consumo

El escritor tijuanense Rafael Saavedra, por su parte, leyó una ponencia titulada Del enredoso asunto de la vigencia de la contracultura, un poquito de música electrónica, Tijuana y otras cosas, en la que con escarnio dijo: "El término contracultura no lo podemos desligar del momento histórico en el que estuvo inmerso, no se entendería o se comprendería de otra forma... Se considera que el legado contracultural es importante hoy en día por ese enfrentamiento consciente a la sociedad de consumo, al autoritarismo y a la burocratización -todo intento para señalar y tratar de enmendar los errores de un liberalismo económico incomprensiblemente aún en boga-, a la nula participación y solidaridad comunitaria -vale un reconocimiento a algunas ONG y otros grupos que trabajan en redes-, al regreso de un nuevo conservadurismo sexual (nomás basta checar los comunicados de prensa de El Vaticano). Sí, en efecto, el sueño terminó. Muy mal. Ya no se vale contar batallitas cuando son otras o las mismas pero en diferente escenario y condiciones. Wake up, hermanito, time to do other things".

Al continuar con su reflexión irónica, Saavedra mencionó como colofón: "En Tijuana todos somos diyéis, la ciudad remezcla cualquier cantidad de influencias, estilos, géneros, puntos de vista. Los fractura, construye loops, hace scratch con ellos, samplea realidades cotidianas y las proyecta ya modificadas y remasterizadas en los billboards. En Tijuana todos podemos ser part time techno, pop stars, outsiders, marginales, alternativos, beyondeados, culturosos o contraculturosos".

Por último, el músico y escritor Benjamín Anaya leyó su ponencia šBasta de nostalgias! Notas para una contracultura reciclada. Señaló: "El análisis del fenómeno 'cultural', la contracultura, tal como la conocimos en los años 60 y 70, no representó nada frente a nosotros. En aquel entonces, cuando existía el Estado, tenía la función tanto de arropar a las instituciones culturales como a los propios creadores, a partir de programas de incidencia social, y la contracultura se divertía generando producción politizada, radicalizada, inclusive, provocadora y muy sustentada en la revolución de lo visual, que trastocaba, el orden".

El fundador de la Editorial La Cuadrilla de la Langosta criticó: "Si en la floración jipi de la contracultura comunal de los años 60 cualquier contraculto podía festejar la lógica con el viaje sicodélico (una lógica formal y simbólica tradicional y por lo tanto estructural) acentuando correctamente y situando los arquetipos religiosos de sus viajes en un contexto, nuestros actuales deseducadores sufren para distinguir si comprendieron la composición química de una tacha, porque nunca importa, mientras ponga. ƑCómo hacer contracultura, si la cultura casi ya no puede sostenerse en pie ante la nula construcción epistemológica de nuestros aspirantes al desempleo crónico?"