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México D.F. Martes 25 de noviembre de 2003
LA MUESTRA
Carlos Bonfil
El ángel de mi derecha
Simulación familiar
Parábola sobre la pérdida de valores
REGRESO DEL HIJO pródigo. Luego de pasar
10 años en Moscú, Khamro, un individuo violento e intratable,
decide volver a su pueblo natal en Tadjikistán, al enterarse de
que su madre está a punto de morir. Una pequeña comedia se
organiza en su hogar para convencerlo de la conveniencia y oportunidad
de su regreso. La madre se ha fingido enferma y exagera sus dolencias;
un médico y una enfermera se prestan a la farsa. Hay inclusive preparativos
funerarios. Mientras tanto, la población espera con recelo al hombre
que abandonó a su hijo pequeño y a su madre para probar fortuna
en Rusia, muy probablemente como delincuente o en algún tráfico
de drogas.
EL
REALIZADOR DJAMASHED Usmonov, nacido precisamente en ese pueblo de
Asht, en la ex república soviética de Tadjikistán,
elabora una pequeña farsa costumbrista a partir de una anécdota
mínima (la humillación por el engaño del bandido prepotente;
las lecciones del escarmiento popular), en la que combina elementos de
drama y de comedia. El espectador, al tanto muy rápido de la simulación
familiar, y muy poco dispuesto a simpatizar con el protagonista, asiste
divertido a la sucesión de adversidades que se ciernen sobre Kahmro,
el hombre calculador que especula con la inminente muerte de su madre.
A pesar de haber acumulado deudas en el pueblo, el fanfarrón está
dispuesto a añadir otras nuevas, subestimando los alcances de la
corrupción local.
EL ANGEL DE mi derecha
es una simpática parábola sobre la pérdida de valores
espirituales en la sociedad surgida del colapso de la Unión Soviética.
Khamro pertenece a una clase, nada nueva, pero ya muy avezada, de oportunistas
y vividores profesionales -los mercenarios del nuevo orden, con ambiciones
de crear una mafia local, semejante a las de Rusia, sometiendo la voluntad
de sus conciudadanos. Todo a la escala de un pueblo muy pequeño,
donde persisten las tradiciones seculares y la creencia de quetodo hombre,
por perverso que sea, tiene siempre un ángel a su derecha que consigna
sus buenas acciones, facilitándole el ingreso al cielo.
ABUNDAN EN LA cinta los elementos cómicos,
o que al menos parecen tales para un espectador occidental, como la costumbre
de negociar un precio con un apretón de manos que se prolonga en
fuertes tirones mutuos. Una escena paródica muestra a Khamro penetrando
en un café bar en el más puro estilo de western clásico,
con todo y silencio consternado de los parroquianos.
CURIOSAMENTE, LA cinta no se atiene a un estilo
bien definido; en un principio todo apunta hacia un drama naturalista,
con la agonía materna y la confusión que suscita el regreso
del hijo, y a sutiles anotaciones culturales muy en el tono del cine iraní
reciente. En el desarrollo ulterior surgen sorpresivamente las revelaciones
que deciden la orientación cómica, casi burlesca. Y sin embargo
el cineasta prefiere mantener la ambiguedad, la combinación de géneros,
el tono paródico. En este contexto, sorprende la relación
sentimental que paulatinamente se establece entre el intransigente Khamro
y Yatim, la enfermera de su madre, y que jamás queda bien definida,
como si el interés del director Usmonov no fuera dejar nada claro
y ofrecer, en cambio, pequeñas viñetas costumbristas, llenas
de humor y de malicia, como una visión crítica de los recientes
cambios en su provincia natal, de la que él también es hijo
pródigo.
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