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México D.F. Lunes 24 de noviembre de 2003
PRAGMATISMO Y DESCARO
Mientras
le sirvió para presentar al Partido Revolucionario Institucional
(PRI) como conciliador, constructivo y propositivo, la dirigencia de ese
instituto político presentó como suya la propuesta del impuesto
a la producción, intermediación, comercialización
e importación (IPI), que era, en realidad, un IVA disfrazado. Pero,
tras el rechazo de buena parte de los legisladores priístas a esa
iniciativa, ayer el presidente del CEN del PRI, Roberto Madrazo Pintado,
atribuyó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
(SHCP) la autoría del engendro fiscal que tan entusiasta apoyo recibió
de la coordinadora de los diputados priístas y secretaria general
del tricolor, Elba Esther Gordillo Morales.
La declaración, así como el conjunto de
regateos que ha venido realizándose entre autoridades hacendarias
y caciques priístas con el propósito de aprobar un paquete
fiscal que contribuya a disimular la ineficacia administrativa gubernamental,
y que no se traduzca en factura electoral importante para ninguna de las
fuerzas en virtual cogobierno (PRI y PAN), es muestra clara de la falta
de principios, de escrúpulos y ética que caracteriza a la
clase política nacional en la actual coyuntura. Asimismo, estas
actitudes hacen evidente que, más allá de plataformas o de
programas partidistas, los protagonistas de la negociación están
dispuestos a transgredir, en provecho personal, y cuantas veces sea necesario,
las fronteras ideológicas y políticas, desdibujando a sus
respectivos institutos partidarios.
Desde otra perspectiva, la angustiada búsqueda
de apoyo parlamentario priísta por el grupo gobernante evidencia
la soledad política del Ejecutivo federal y el oportunismo de su
propio partido, el cual testimonia, desde la comodidad de la inacción,
el desgaste presidencial y la erosión electoral en los que Gordillo
Morales y otros legisladores priístas están colocando a su
propio partido al "hacerle el trabajo impositivo al gobierno", como dice
el propio Madrazo, quien, por su parte, no duda en cambiar de bando cada
vez que su liderazgo se ve expuesto al descrédito.
Se hace evidente, en suma, que ni el gobierno ni las cabezas
del PRI están en búsqueda y construcción de propuestas
fiscales plausibles y positivas para el país, la economía
y las finanzas públicas; el primero simplemente trata de idear disposiciones
convenientes para los intereses empresariales y financieros nacionales
e internacionales, en tanto las segundas entran al juego para incrementar
capitales políticos personales y de facción.
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