México D.F. Domingo 23 de noviembre de 2003
Denuncia el presidente de Georgia un intento
de golpe de Estado y ordena reprimir
Asalta la oposición el Parlamento y anuncia
que depuso a Shevardnadze
Líderes disidentes proclaman gobernante a Ninó
Burdzhanadze, titular del Congreso saliente
Rusia, EU, Gran Bretaña y la ONU, preocupados;
ordena el Kremlin a sus tropas no intervenir
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 22 de noviembre. Inmersa en la enésima
crisis de gobierno, una de las más delicadas desde que se convirtió
en independiente con la disolución de la Unión Soviética
hace poco menos de 12 años, la república caucásica
de Georgia vi-vió este sábado lo que su controvertido presidente,
Eduard Shevardnadze, denomina "intento de golpe de Estado" y los líderes
de la oposición política, que aseguran haber depuesto al
jefe del Ejecutivo, califican de "revolución de terciopelo".
La dualidad de poder, ante el rechazo recíproco
a negociar las diferencias, presentadas ya como irreconciliables, no podrá
mantenerse por mucho tiempo y amenaza con provocar un desenlace violento,
más aún que el enfrentamiento llegó a un punto en
que ya ninguna de las partes considera posible claudicar.
El ejército, aparentemente dividido como la sociedad
misma, pa-rece ser el factor clave para inclinar la balanza en favor de
las au-toridades o de la oposición a Shevardnadze, cuando se despeje
la incógnita de si acatarán los militares la orden de hacer
cumplir el estado de excepción que el presidente, jugándose
la última carta, decretó esta noche.
"Se está cometiendo un intento de golpe de Estado,
hay una conspiración contra nuestro pueblo y nuestro país.
En este contexto, me veo obligado a introducir el estado de excepción.
Si ahora muestro debilidad, el pueblo de Georgia nunca me lo va a perdonar",
explicó Shevardnadze.
Agregó que, a partir de ese mo-mento "todas las
fuerzas del orden se supeditan al Ministerio de De-fensa", cuyo titular
recibió instrucciones precisas de "someter a los insurrectos".
Operación insurrección
Shevardnadze respondió con esta drástica
medida, que da fundamento legal para usar la fuerza contra los inconformes,
cuando sus enemigos, argumentando que el mandatario de 75 años de
edad "no está en condiciones de ejercer el cargo", proclamaron a
Ninó Burdzhanadze, la presidenta del Parlamento saliente, como jefa
de Estado interina hasta que se celebren nuevas elecciones legislativas
y presidenciales, en el plazo constitucional de mes y medio.
Al invocar también al pueblo georgiano como eje
definidor de su comportamiento político, la li-deresa opositora
afirmó: "El pueblo georgiano venció, y hoy lo principal es
mantener la paz y la estabilidad. Estamos felices de que no se derramó
ni una sola gota de sangre".
Burdzhanadze exhortó a la policía y las
fuerzas de seguridad a "ponerse del lado del pueblo".
Minutos antes, el presidente de Georgia tuvo que suspender
su discurso en la sesión inaugural del nuevo Parlamento y abandonar
precipitadamente el recinto.
Shevardnadze logró salir ileso, rodeado de guardaespaldas
que evitaron que fuera linchado, al irrumpir en la sala cientos de personas
que exigían su renuncia, encabezados por el dirigente del radical
Movimiento Nacional, Mijail Saakishvili.
Simultáneamente, decenas de miles de simpatizantes
de este movimiento político y de los otros partidos contrarios a
Shevardnadze, que se sienten despojados del triunfo en las urnas, tomaron
las calles del centro de Tbilisi, la ca-pital georgiana.
"El pueblo nos eligió para hacer esta revolución
de terciopelo, y de modo pacífico vamos a derrocar al dictador
Shevardnadze", gritaba un eufórico Saakishvili, mientras sus seguidores,
a puñetazo limpio, le abrían paso hacia la tribuna que, protegida
por varios cinturones de miembros de los servicios de seguridad, todavía
ocupaba el mandatario.
A la sesión del Parlamento asistían sólo
los diputados de Nueva Georgia, la coalición oficialista, y del
partido Renacimiento, que representa los intereses de la autonomía
de Adzharia, región en el suroeste del país, cuyo líder,
Aslan Abashidze, de rival se convirtió en aliado del presidente
georgiano, cuando la coyuntura política forzó a Shevardnadze
a considerarlo su más viable sucesor.
En las afueras de la sede del Poder Legislativo, y en
otros lugares de Tbilisi, la policía intervino para separar a opositores
y seguidores de Shevardnadze, debido a lo cual hubo sólo ocho heridos
y se evitó que se desatara una batalla campal en la ciudad.
Fraude electoral
La oposición, principalmente los partidos de Burdzhanadze
y Saakishvili, está convencida de que ganó los comicios parlamentarios
del pasado 2 de noviembre y se volcó a las calles, desde que la
Comisión Central Electoral dio ese mismo día resultados preliminares
del conteo que la favorecían por amplio margen.
Lo que comenzó como celebración se tornó
pronto en protesta, apenas las autoridades dieron indicios de no estar
dispuestas a reconocer su derrota.
Para ello hicieron valer todo el arsenal de recursos a
su alcance para "ajustar" los resultados, sin preocuparse por cuidar mínimamente
las formas, lo que mereció una enérgica condena de los observadores
internacionales que detectaron numerosas irregularidades.
Tampoco tomaron en cuenta la presión de la gente,
que a convocatoria de los líderes de oposición se movilizó
en mítines y manifestaciones que prácticamente no cesaron
ni un solo día, en las últimas tres semanas.
La Comisión Central Electoral, con 18 días
de tardanza, dio a conocer los resultados definitivos, que adjudican la
victoria a los seguidores de Shevardnadze y Abashidze, colocando sólo
en tercer lugar a los partidos de oposición, que se negaron a integrarse
en el Parlamento y reiteraron su denuncia de fraude electoral.
A partir de ese momento, se canceló toda posibilidad
de diálogo entre el mandatario y la oposición, que añadió
a sus reivindicaciones la renuncia inmediata de Shevardnadze, a quien acusa
asimismo de propiciar la corrupción que mantiene en la miseria a
más de la mitad de los georgianos.
Riesgos y preocupación mundial
En el peor escenario, Georgia podría acabar hundida
en el caos y ello sería la antesala de una nueva guerra civil, como
la que sufrió a comienzos de los años 90 y causó miles
de muertos, sobre todo en Abjasia, tras el derrocamiento del presidente
nacionalista Zviad Gamsajurdia, lo que despejó el ca-mino para que
Shevardnadze retomara las riendas del país.
Los dirigentes de la oposición aseveran tener bajo
su control todos los edificios gubernamentales en la capital y exhortan
a sus partidarios a hacer lo propio en el interior de Georgia.
Burdzhanadze anunció que este domingo se reunirá
el Parlamento, con la intención de poner fecha a las nuevas elecciones
legislativas y presidenciales.
De ser cierto que Shevardnadze perdió Tbilisi,
según anunció a primera hora de este domingo Be-só
Dzhugeli, uno de los dirigentes del opositor Frente de la Resistencia,
habría que esperar un mayor involucramiento en el conflicto de las
fuerzas de Abashidze, con lo cual es mayor el riesgo de que la situación
se desborde.
Por su parte, el portavoz de la presidencia georgiana,
Avtandil Dzhorbenadze, desmintió que el gobierno haya dejado de
operar y confirmó que el presidente Shevardnadze, quien "sigue trabajando
en una de sus residencias", firmó un decreto que, si no es ratificado
por el Parlamento en las próximas 48 horas, entrará en vigor
de mo-do automático.
De acuerdo con este documento, "el ejército va
a coordinar el funcionamiento de todas las dependencias gubernamentales
para proteger a los ciudadanos e impedir el golpe de Estado, así
como recibir facultades especiales para detener a los criminales".
Shevardnadze habló por teléfono con el presidente
de Rusia, Vladimir Putin, y con el secretario de Estado estadunidense,
Colin Powell, y según fuentes de la presidencia georgiana ambos
gobernantes le expresaron "seria preocupación" por lo que está
sucediendo en Georgia.
El
Kremlin precisó que las tropas rusas estacionadas en ese país
no van a intervenir en el conflicto, al considerarlo "asunto interno de
Georgia", pero decidió enviar a su ministro de Relaciones Exteriores,
Igor Ivanov, a "realizar consultas con todas las fuerzas políticas",
con la representación de los demás países de la CEI
(Comunidad de Estados Independientes, que agrupa a las ex repúblicas
soviéticas), de la cual Georgia también es miembro.
"Pedimos a las partes implicadas evitar recurrir a la
fuerza o a la violencia y comprometerse a un diálogo para restablecer
la calma y lograr un compromiso aceptable para todos y en el interés
de Georgia", declaró el portavoz del Departamento de Estado, Richard
Boucher, quien añadió que Estados Unidos "estudia de cerca
la evolución de los acontecimientos" en esa república.
Gran Bretaña pidió "calma" y el Consejo
de Europa abogó por encontrar "una solución democrática"
a la crisis en Georgia.
Por último, el secretario general de Naciones Unidas,
Kofi Annan, llamó a las partes a "ejercitar la moderación",
e instó a los georgianos a "hacer todo lo posible por iniciar un
diálogo político viable para una solución pacífica
de la crisis".
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