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México D.F. Miércoles 19 de noviembre de 2003
BUSH EN LONDRES: EL TAMAÑO DEL MIEDO
Custodiado
por más de 14 mil policías ingleses, además de 250
miembros del Servicio Secreto estadunidense, decenas de francotiradores,
unidades antiterroristas, fuerzas especiales y el grueso de los
servicios locales de espionaje y contraespionaje, y transportado en una
caravana de 40 vehículos blindados que será seguida desde
el aire por helicópteros y aviones de guerra, todo ello a un costo
de 14 millones de euros para los contribuyentes británicos, George
Walker Bush llegó ayer a Londres para una visita de Estado a Tony
Blair, su más fiel seguidor en la agresión todavía
en curso contra Irak.
Con motivo de la visita, el presidente estadunidense fue
calificado como "el hombre más peligroso del mundo", no por una
organización terrorista ni por manifestantes enardecidos, sino por
el alcalde de Londres, quien adelantó que por ningún motivo
se prestará a estrechar la mano del visitante.
Cuando Bush y Blair planearon la visita, seguramente imaginaron
un desfile triunfal con el referente remoto de un Irak vencido, sometido
y humillado. Pero aunque el infortunado país árabe está
en ruinas por efecto de la artera agresión angloestadunidense, los
iraquíes han colocado a los gobernantes enemigos en una posición
cada vez más difícil. La abrumadora superioridad militar,
tecnológica y económica de Washington y Londres sobre la
resistencia nacional iraquí no ha sido capaz de doblegar el espíritu
de lucha y liberación en el país ocupado. Por el contrario,
mientras más tiempo pasa desde el inicio de la invasión,
más se complican las cosas para los invasores, tanto en el terreno
de la guerra como ante sus respectivas sociedades.
El despliegue de seguridad de Bush, tan desmesurado y
paranoico que incluso ha generado evidente molestia entre sus anfitriones,
no necesariamente expresa la dimensión de los riesgos que puedan
cernirse sobre el jefe de la Casa Blanca, aborrecido con toda la razón
por millones de personas en todo el mundo, sino, más bien, el tamaño
del miedo del propio Bush y de su escudero británico ante el descontento
y el rechazo que suscitan las acciones violentas, depredadoras y colonialistas
de ambos gobiernos entre sus propios gobernados.
La primera manifestación de repudio a la presencia
de Bush en Londres -a cargo de ambientalistas- tuvo lugar anoche, en cuanto
el avión que transportaba al huésped tocó tierra en
el aeropuerto Heathrow. Para hoy y para mañana se esperan concentraciones
multitudinarias de ciudadanos británicos exasperados por las medidas
criminales de Bush y por el servilismo con que Blair ha uncido a Gran Bretaña
a los delirios bélicos del "hombre más peligroso del mundo",
según el certero concepto del alcalde londinense.
Blair y Bush podrán desplegar el triple o el cuádruple
de efectivos de seguridad, inteligencia y represión, pero con ello
no lograrán revertir el repudio social que generan; por el contrario,
no harán sino acentuarlo. De la misma forma, por mayores y más
sofisticados medios militares que desplieguen en el país agredido,
no conseguirán más que exacerbar el ánimo de resistencia
de los iraquíes y fortalecer la razón que asiste a un pueblo
invadido en sus acciones armadas contra los ocupantes extranjeros. Por
desgracia, ninguno de los dos gobernantes en cuestión parece tener
la sensatez requerida para percibir y entender esos círculos viciosos
y dar marcha atrás en su arrogancia y su ceguera.
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