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México D.F. Miércoles 19 de noviembre de 2003
La película tiene hoy su estreno comercial en el país; la premier fue el lunes pasado
En 21 gramos no trato al público como idiota, dice González Iñárritu
Si la cinta es considerada mexicana o estadunidense, me vale madre; las fronteras no importan, dice el director Le gustaría completar la trilogía con el guionista Guillermo Arriaga
JORGE CABALLERO
Desgarbado, mordiendo a ratos el borde de una tapa de plástico y feliz porque su nueva cinta 21 gramos se estrena en México, el director Alejandro González Iñarritu charló con La Jornada y habló del cadáver que descubrió cuando buscaba una locación, del discurso narrativo y visual de su obra, de sus detractores, de los cambios que le hizo después que la presentó en Venecia, de su propósito de atraer al flojo público estadunidense y, por supuesto, de su película, de la cual, para comenzar, dijo: "Trata del perdón, de la venganza, de la pérdida, la culpa, la esperanza. Pero el perdón es una parte importante; de pequeños siempre nos enseñan a perdonar, pero no a perdonarnos a nosotros mismos; eso uno lo tiene que aprender y es una de las cosas más difíciles''.
El director de Amores perros confiesa también que está crudísimo. No es para menos, pues el lunes fue la premier de 21 gramos en México y festejó bebiendo tequila con los actores Naomi Watts, Sean Penn, Benicio del Toro y Gael García Bernal, y demás invitados a la gala. Una verdadera alfombra roja al más puro estilo hollywoodense donde se dieron cita personajes de la cultura, la música y el cine, y que se realizó en un complejo cinematográfico de Santa Fe.
Respeto al público
El cinerrealizador Alejandro González Iñárritu entra en calor y, sin dejar de morder el contorno de la tapa de la botella de agua que terminó, habla de la estructura de su cinta: "Es una de las cosas más interesantes, desde que Guillermo Arriaga (guionista) me entregó el argumento decidimos que la estructura debería ser fragmentada, que a diferencia de Amores perros donde son tres historias distintas interceptadas en un solo punto, 21 gramos es una sola historia narrada en tres puntos de distancias. En esta fragmentación la pregunta siempre fue hasta dónde, hasta dónde íbamos a retar al público y hasta dónde el ejercicio intelectual podría afectar el viaje emocional del auditorio; ese fue el proceso de Guillermo escribiendo el guión y cuando edité la película mi primer corte fue de tres horas, luego quedó en una hora, fui midiendo para, principalmente, no distraer intelectualmente demasiado al auditorio y que fuera libre emocionalmente; la forma en que lo quise plantear fue estableciendo un código de comunicación con el auditorio los primeros 25 minutos, donde, si bien estará confundido, no dejará de estar intrigado.
"La arquitectura de la película es como el jenga que juega Benicio en la cinta, donde cada célula de los primeros 25 minutos tiene un principio, una mitad, un clímax y un final, que aunque no sabes quién es el personaje y qué tiene qué ver con los demás, quería que cada pieza tuviera una fuerza que mandara emocionalmente a un lugar que atrajera, ya que establecí el código de comunicación con la gente. Después de esos 25 minutos todas las piezas comienzan a concurrir y hay, desde mi punto de vista, una gran satisfacción del auditorio de 'no me están viendo la cara de pendejo, este güey no está jugando al inteligente'. Esa fue mi apuesta: tenerle respeto al público y no tratarlo como idiota... y no hacerme el vivo''.
González Iñárritu hace para atrás su asiento, cruza la pierna y suelta: "Algo que me fascina es que, como somos muy flojos, esta película te confronta y te lleva necesariamente a una segunda evaluación de tu primer juicio, a quitarte tus prejuicios, a replantearte las cosas, y eso me gusta de 21 gramos''.
ƑCinta mexicana o no?
En eso, los músculos del rostro se le tensan y el párpado derecho comienza a temblar, aunque no sabe si es por la cruda o por pedirle su opinión sobre la decepción que sufrió la delegada de la Semana Internacional de la Crítica del Festival de Cannes, Claire Clouzot, al enterarse de que González Iñárritu filmó en Hollywood: "El prejuicio, la ignorancia y la estupidez también existen en Francia, no son privativos de ninguna parte. Sé quien es esa persona pero diría que para mí el país no es un territorio, sino el arte y la identidad. Ayer (lunes) le contaba a Gael (García Bernal) que ahora con esto de lo de Francisco Gil Díaz, cuando los asesores de Winston Churchill en la Segunda Guerra Mundial le dijeron que cortara el presupuesto de los museos, las escuelas y toda la parte de cultura porque necesitaban más dinero para armas, Churchill les respondió: 'De ninguna manera, porque entonces no tendríamos nada por qué luchar'. Me parece algo muy hermoso y eso es el país: una idea. Es como si cuando Hemingway escribía en Cuba uno se preguntara si sus novelas son cubanas o estadunidenses. Finalmente no importan las fronteras. Y, francamente, lo que opinen de que si 21 gramos es o no mexicana, me vale madre''.
Tríptico de trípticos
Acerca de su enfrentamiento con el flojo público estadunidense después de vencer a sus productores en Estados Unidos, González Iñárritu, aún jugueteando con la tapa de plástico, dice: "Ahí no tengo nada que hacer... quizá con el corazón de la película, no existe campaña publicitaria, no hay secretos para atraer al público, si la película se conecta con el público le hablará. La gente en Estados unidos no es pendeja, es muy complejo ese pinche país, hay un mestizaje como nunca había existido en la historia de la humanidad, tiene 250 millones de habitantes, hay gente interesante, hay cine interesante y todos tienen su público. La única que tiene que luchar para llegar al público es la película; afortunadamente hay mucha gente dispuesta a sentir antes de entender''.
En este momento de la conversación González Iñárritu habla de su relación/ simbiosis con el escritor/ guionista Guillermo Arriaga, autor también de Amores perros, que junto con 21 gramos y A cielo abierto forma una trilogía: "Somos muy afortunados tanto el uno como el otro, encontramos una forma de exigirnos, todo eso ha hecho que seamos mejores individualmente y, en conjunto, hay una química con buen espíritu. Sobre la tercera parte me parecería interesante cerrar este ciclo, vale la pena hacer un tríptico de trípticos. No es fácil, pero me divertiría mucho dirigirla''.
Un cadáver en la locación
Particularmente, el director avecindado en California menciona los cambios que le realizó a 21 gramos después de ser exhibida en Venecia, y da su opinión sobre si eso no es alterar una obra: ''Había un monólogo de Sean cuando se liga a Naomi en la lluvia que no me gustó, y regresé una línea de Benicio en la cárcel donde dice, señalándose la cabeza: 'Hell here' (el infierno está aquí); se la había quitado por cuestiones de sonido y se la regresé. Fueron muy sutiles los cambios; no creo que alguien que la haya visto en Venecia o en Toronto diga 'puta madre', es una neurosis; fue aportar un detallito más, saber que está con rigor''.
Ahora, el cinerrealizador deja la tapa mordisqueada pero toma el envase y le introduce el índice derecho, comienza a balancearlo y suelta: "Cuando estábamos buscando en Memphis lo que sería la casa de Jack (Del Toro), cuando la vi dije: 'está pocamadre esa casa', entonces me dijeron que no podíamos usarla porque ahí vivían siete mexicanos que estaban peleados a muerte con el dueño, traían un desmadre y eran pedísimos. Entonces pensamos que nos teníamos que echar unas chelas con estos cabrones para empezar a negociar. Llegamos un día como a las seis. Tocamos y no había nadie. Abrimos la puerta y en mi vida había respirado un olor tan cabrón. Toda la casa estaba volteada, llena de pedazos de pizza, vidrios, botellas, charcos de agua... un olor cabrón. Me fui al último cuarto y cuando intento abrir la puerta veo que hay un colchón deteniendo la puerta. Empujo más y veo un zapato... era un cadáver. Pero al final utilizamos la casa, cuando la limpiaron''.
Por último, González Iñárritu comenta sobre su visión cinemática de México desde Estados Unidos, balanceando la botella de agua vacía con su índice derecho: "Aquí hay la noción de que cuando alguien hace una película y dice: 'estamos todos jodidos... y aquí nadie cobra... y vendí mi casa y mi coche', decimos esa película sí tiene alma. No es cierto, esa película puede ser una mierda. Es como dice Alfonso Cuarón: 'En México, si haces una comedia eres frívolo, si tu película es un madrazo eres un comercial vendido o un publicista, si haces algo profundo eres un pretencioso tarkovskiano'. Lo que quiero decir es que hay que acabar con eso. A mí me llegan muchos guiones pero no he encontrado uno que me sorprenda, que necesite hacerlo. Sería poca madre que me moviera por dentro, que me pagaran 20 millones de dólares, que trabajara con todas las guapas de Hollywood y viajara en aviones privados... šGüey! šPoca madre! Pero como eso está cabrón, tengo que seguir en el tubo''.
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