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México D.F. Miércoles 19 de noviembre de 2003
BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife-Rahme
México: el gran perdedor mercantil global
El ingreso de China a la OMC dejó al país fuera de la jugada, asegura Goldman Sachs
NO A TODOS AQUELLOS que entran a la globalización les va bien. Para que existan ganadores (los "globalizadores") necesariamente debe haber perdedores (los "globalizados"). México es uno de los grandes perdedores en el rubro de la "globalización mercantil". Existen otros dos subtipos dentro del despliegue de la moderna globalización, donde también imperan los paraísos fiscales y laborales por el fenómeno de la deslocalización ("outsourcing"): la financiera y la de servicios, en los que México se desempeña peor todavía.
EN EL RUBRO de la globalización mercantil, debido al ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio (OMC), "México es un perdedor", de acuerdo con el análisis -del 7 de noviembre- de la correduría Goldman Sachs titulado Los efectos dulces y amargos de China en Latinoamérica, que cita profusamente Martin Wolf, el editor financiero del Financial Times (11/11/03). La tríada neoliberal mercantilista en decadencia, Salinas-Zedillo-Fox, se podría quejar amargamente de los hallazgos de Goldman Sachs, la correduría a la que subsidiaron por el efecto Tequila, al pagarle sus pesos devaluados a través de los infames Tesobonos, con dólares revaluados, y adonde fue a trabajar el ex subsecretario Martín Werner, el firmante de los criminales pagarés del Fobaproa/IPAB.
EN EL RUBRO de la globalización financiera, México ni siquiera juega porque se quedó sin bancos (92 por ciento pertenece a la banca foránea). y en la novedosa "globalización de los servicios", con la que nos acaba de deleitar magistralmente Stephen Roach, economista en jefe de la correduría Morgan Stanley, el país ocupa un patético trigésimo lugar en exportaciones, con 12 mil 500 millones de dólares, frente a 272 mil 600 millones de Estados Unidos, el primer lugar, según datos recientes de la agónica OMC. De por sí, en la reciente Cumbre Tecnológica que se celebró en Washington, el director de Intel, Andrew Grove, le pidió al equipo Bush tanto protección patriotera como "proteccionismo" mercantil para enfrentar el ascenso irresistible de India que, según Roach, causará estragos en el sector laboral de los "cuellos blancos" de EU donde cada seis personas trabajan en los servicios frente a uno en la manufactura que se encuentra en un estado lamentable. Suena increíble que toda Latinoamérica no pinte en el rubro de la "globalización de los servicios" ni en exportaciones ni en importaciones: un suculento negocio de 1.57 millones de millones de dólares en exportaciones, frente a 6.45 millones de millones en la globalización mercantil, en que México ocupa el lugar 13, con tendencia a periclitar más abajo y a punto de ser rebasado por Taiwán y vergonzantemente hasta por Singapur, una exigüidad territorial.
SE PUDIERA SINTETIZAR que el G-7, extensivo al Grupo de Basilea, es decir, el G-10 (que en realidad son 11, ya que los neoliberales no saben contar, pues al G-7 conocido se agregan Holanda, Bélgica, Suecia y Suiza), domina la globalización tanto de las finanzas como de las mercancías y los servicios. La noticia fresca es que se han incorporado nuevas potencias mercantiles y de servicios del siglo XXI: China, Rusia e India, mientras otras otrora potencias industriales se extinguen tristemente, como México, degradado por la vía de la changarrización y el modelo "Bangladesh" del Banco Mundial (BM) y que incorporó Derbez Bautista hasta la mercantilización de la política exterior.
DESPUES DE LA BIPOLARIDAD nuclear de la guerra fría, el mundo fue tripolar en la geoeconomía hasta los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, que marcan un innegable punto de inflexión y de reflexión. Pero ahora que ha regresado la geopolítica por la puerta de honor, las taxonomías caducas de la fase hipermercantilista de la década de los noventa deberán ajustarse. Ya nadie perora más de los colapsados "mercados emergentes/detergentes". El tiempo se detuvo para los neoliberales globales, carentes de creatividad, y no saben cómo adaptarse a las nuevas realidades vertiginosas que los tienen con la espalda contra la pared. En México ninguno de los reductos fundamentalistas del neoliberalismo, el ITAM y el CIDE, previeron las nefarias consecuencias para México del ingreso de China a la OMC.
PARA GOLDMAN SACHS, mientras "México es el gran perdedor, "Argentina, Brasil y Chile -todos grandes exportadores de materias primas- son ganadores", y centra su evaluación en la mano de obra barata de los chinos -lo cual es un simplismo mayúsculo porque entonces Ruanda, Burundi y Haití serían potencias galácticas-: "China superó a México como abastecedor de manufactura al mercado de Estados Unidos; los salarios de la nación asiática son la cuarta parte de los de México en 2002. Sin embargo, la productividad mexicana no se ha elevado lo suficiente para contrarrestar la ventaja china". Cabe destacar que el equipo de George W. Bush (que está resultando el peor mexicanófobo de la historia por sus actos, más que por su anestésica retórica electorera), nuestro socio comercial prioritario en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), no se tentó el corazón en sacrificar a México para que ingresara China a la OMC cinco días después de los atentados del 11 de septiembre, sin ningún resguardo y sin ninguna compensación -a menos que siga vigente la oculta agenda balcanizadora del economista estadunidense Robert Kaplan, un miembro dilecto de la fauna neoconservadora, quien aboga por la división de México en "tres porciones" (Ƒpara digerirlo mejor?) en su libro supertóxico Viaje al futuro del imperio.
LAS COMPARACIONES, ADULTERADAS por Goldman Sachs y Martin Wolf, se deben realizar en equivalencia de producción tecnológica y/o manufacturera. "México pierde su participación de mercado y también corre el riesgo de perder la llegada de la inversión extranjera directa (IED)", sentencia Goldman Sachs. Y aquí se vuelve trivial el análisis, porque no solamente la correduría oculta que Estados Unidos ha sido el gran perdedor de las IED a escala global (por la fuga de capitales debido a las inmundicias contables de Wall Street), sino que, peor aún, abulta, para llevar agua a su molino ideológico, el año 2001: la fecha de la venta de Banamex a Citigroup (que, por cierto, no pagó impuestos y se quedó de paso con las joyas artísticas del Palacio de Iturbide) en 12 mil 500 millones de dólares (que equivalen sólo al promedio de un año en IED) por el gran subsidiado nacional: el salinista-zedillista-foxiano Roberto Hernández Ramírez.
CHINA SE CONVIRTIO EN el primer captador de IED en alrededor de 56 mil millones anuales, que equivalen a lo que llega a toda Latinoamérica, la cual tiende en forma grotesca a vivir más de las remesas de sus migrantes que de las IED, según las recientes cifras de la muy seria UNCTAD. Es mejor socorrer los pasados 10 años en México, donde el promedio ha sido más o menos el mismo en lo referente a las IED, donde el año 2001 (la cesión de Banamex, más que su venta) ha sido la excepción más que su regla. La tendencia es que las IED crecerán en China y disminuirán en Latinoamérica, incluido México, con o sin el espantapájaros de las "(d)eformas (d)estructurales" de los mercadólogos del neoliberalismo. Sin contar Argentina, que privatizó todo menos el aire, la mejor prueba de que existe algo más de trasfondo que la superficialidad mercantil y sus "garantías constitucionales", lo demuestran las mismas trasnacionales cuando invierten sus colosales capitales en China, una "economía mixta" donde la "propiedad" (el décimo mandamiento del decálogo neoliberal del "consenso de Washington") sigue siendo "colectiva", de acuerdo con el axioma marxista-leninista-maoísta.
SEGUN GOLDMAN SACHS, "el impacto de China en el balance de pagos de México se equipara al 4 por ciento del PIB (nota: es decir, 25 mil millones de dóloares), que se acrecentará más". Pero "lo que ha sido malo para el país ha sido benéfico para Argentina, Brasil y Chile, que gozan de superávits comerciales con China", comenta Martin Wolf. ƑPara qué han servido tantos viajes de Vicente Fox -un obcecado mercantil- al extranjero y sus 32 disfuncionales TLC(s)?
Lo que muchos economistas catalogan como el "circuito étnico chino" -compuesto por China, Hong Kong, Taiwán y Singapur (que comprende 80 por ciento de chinos), sin incluir a Macao de botana- se convirtió en la primera potencia exportadora mundial en "mercancías": 787 mil 100 millones de dólares, adelante de Estados Unidos (693 mil 900 millones) y Alemania (613 mil 100 millones). Incluso, si se suman las exportaciones de China (325 mil 600 millones) y Hong Kong (201 mil 200 millones) bajo la modalidad de "un país y dos sistemas", representarían el tercer lugar mundial delante de Japón (416 mil 700 millones).
JUSTAMENTE EL ESTATUTO de Estados Unidos como el "importador de última instancia" lo ha colocado en primer lugar de las importaciones, con una cifra descomunal de 1.20 millones de millones de dólares en mercancías (en servicios también es el primero, con 205 mil 600 millones), lo que refleja su descomunal déficit comercial desestabilizador, antes que todo el "circuito étnico chino", que ostenta 731 mil 400 millones, a su vez por delante de Alemania (497 mil 300 millones). Por lo visto, México no supo aprovechar otra característica del "circuito étnico chino", la segunda zona de importación global, cuando el frívolo ex canciller Jorge G. Castañeda jugaba literalmente a los "escondites" en las legendarias estatuas de terracota en la Gran Tumba Imperial de Qin Shi Huangdi: la maldición de la metáfora histórica es insuperable.
CHINA Y HONG KONG juntos, bajo la modalidad de "un solo país y dos sistemas", constituyen el segundo importador global detrás de Estados Unidos, lo cual han aprovechado las tres economías del Cono Sur (Brasil, Argentina y Chile) para exportar cobre, hierro, soya y algodón, mientras los infatuados mercantilistas mexicanos se durmieron en sus ilusos laureles. Tampoco era tan exagerada la desventaja de China frente a México en el porcentaje de la "participación de mercado" en las importaciones de EU: en 1997, en pleno zedillismo, China tenía 7.5 por ciento y México casi 10 por ciento -aproximadamente un diferencial de poco más de 2 por ciento, que no es nada del otro mundo-, la tendencia estaba dada y nadie entre los genios neoliberales tomó las providencias pertinentes; la gráfica se revirtió cinco años más tarde, con la recesión estadunidense (de la que no se ha podido recuperar México), en pleno "régimen del cambio" (špero en reversa!) del foxismo y, sin duda, se acentuará peligrosamente durante toda la década.
MARTIN WOLF CONSIDERA a México un caso perdido frente a China: "al menos que México pueda persuadir a sus socios comerciales de elevar sus barreras proteccionistas contra China, en una base discriminatoria, no puede hacer nada para remediar el impacto adverso". Hay que traducir los conceptos: bajo el modelo mercantilista, en el rubro de la globalización manufacturera, México no es viable desde el punto de vista competitivo. Curiosamente, su salvación pasaría por el proteccionismo interno y en el similar que pudieran erigir EU y Canadá, nuestros socios comerciales en el NAFTA, frente a China. Que conste que quien lo afirma es el editor en jefe de finanzas del periódico portavoz de la globalización financiera, mercantil y de servicios.
YA SEA ESTADOS UNIDOS Y/O el G-7 en las finanzas, ya sea China en el sector manufacturero, ya sea India en el sector de los servicios (en el futuro cercano), la realidad es que el "México mercantilista" y del "águila mochada", de la tríada neoliberal Salinas-Zedillo-Fox, no pinta más; su modelo neo-liberal se agotó completamente y sólo quedan las palabras huecas carentes de sindéresis en los multimedia domésticos de sus promotores fracasados: Serra Puche, Gurría Treviño, Luis de la Calle Pardo y Canales Clariond. Pueden seguir perorando hasta el cansancio: "Alea jacta est" ("los dados han sido echados"), así como han sido arrojados al basurero de la historia contemporánea con todo y sus espurias cuentas (contables y personales). ƑQué sigue?
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