México D.F. Martes 18 de noviembre de 2003
José Blanco
El fisco
Una forma de definir al Estado es como el poder concentrado y organizado de la sociedad. Por supuesto, no hay Estado sin fisco, de modo que éste es pieza central del pacto social que crea la constitución política de la nación. El sistema impositivo es una cara del fisco y, por ende, una parte del pacto social. En una democracia representativa los representantes de la sociedad acuerdan la forma que debe adoptar el sistema impositivo. Este, en todo momento, debe ser equitativo, de modo que paguen más quienes más tienen y más ingresos perciben. Es falso lo que ha dicho el presidente Vicente Fox de que "siempre los impuestos son injustos e inequitativos" (palabra ésta que no pertenece al español). El Ejecutivo debiera ser informado de lo que es el Estado fiscal.
Sobre la base de un sistema impositivo dado, hay siempre una política fiscal, que es una acción deliberada del gobierno (Ejecutivo y Legislativo) para afectar el funcionamiento del sistema económico, a efecto de alcanzar determinados objetivos sociales. La política fiscal se ocupa de los impuestos, de los gastos y de la deuda públicos. Los objetivos de la política fiscal no pueden ser otros sino la búsqueda del pleno empleo, la estabilidad económica general, el crecimiento sostenido y la mejora en la distribución del ingreso.
El rosario de Amozoc que protagonizan los diputados tiene que ver con toda clase de especulaciones electorales a propósito de la llamada "reforma fiscal o hacendaria" y poco que ver con una política fiscal digna de tal nombre.
No hay tal reforma fiscal en lo que actualmente se discute. Esperemos que de la reunión nacional hacendaria del Ejecutivo federal con los estatales resulte una reforma fiscal. Aunque, dado el comportamiento de los partidos, es sumamente dudoso. Actualmente, acaso 90 por ciento del espacio de opinión lo cubren las declaraciones acompañadas de todo tipo de rasgaduras de vestiduras sobre el IVA, en las que los datos son escasos y los trompetazos "ideológicos" abundantes. A ese maremágnum se añaden algunas propuestas sobre el impuesto sobre la renta. Pero nadie explica qué busca.
La discusión sobre la política fiscal conveniente para 2004 debe darse a la luz de la situación económica nacional e internacional. Política fiscal, es decir: ingresos, gastos y endeudamiento. Si no hay una visión de conjunto, la política impositiva resultará una a propósito de pum.
México está paralizado económicamente, exhibe una de las distribuciones del ingreso más vergonzosamente desiguales del mundo y ostenta también una de las cargas fiscales (relación entre ingresos por impuestos y PIB) más bajas del mundo. La hazaña que van a cometer los diputados, con seguridad, tendrá poco que ver con estos honrosos récords.
Aunque el Presidente está poco enterado en materia de fiscalidad, tiene razón al decir que la redistribución del ingreso se opera con otra cara de la política fiscal, con el gasto público, no con los ingresos fiscales. De modo que los cambios a las disposiciones sobre impuestos no pueden sino discutirse a la luz del gasto.
Y no pueden simplemente ignorarse, como está ocurriendo, asuntos de técnica fiscal elemental. De este modo, la parálisis económica aconseja gravar el consumo y las ganancias distribuidas por las empresas, y menos el trabajo, la inversión y el ahorro, en este momento. Ello siempre y cuando, desde el lado del gasto y del crédito, se impulse el mercado interno. Además el gravamen del ISR tiene que ser competitivo a escala internacional, especialmente en una economía que no ha sido reformada, ni administrada, para dejar de depender de la inversión extranjera como del oxígeno.
De este modo, aumentar la bajísima relación entre impuestos y PIB se traduce en la necesidad de sostener, no disminuir, la actual tasa del IVA y generalizarla al máximo. Dada la brutal desigualdad en la distribución del ingreso, es necesario dejar libre de IVA una canasta básica. Pero esta medida tiene que ser transitoria. Todos los que estudian cuestiones fiscales saben que el IVA es un impuesto diseñado para evitar la evasión fiscal, pero ello con la condición de que éste sea absolutamente general y con la misma tasa. Es la única forma de que a nadie resulte ventajoso evadirlo. Dada la desigualdad social tendríamos que exponernos a crear una franja de actividad económica en la que habría evasión, derivada de esa canasta. El incremento de la recaudación fiscal hoy no puede hacerse sino gravando el consumo, parando la evasión. Todas las medidas necesarias para evitar la evasión y la elusión fiscal de todo tipo de impuestos son también indispensables. Tenemos que dejar atrás ya ser un país campeón al revés en materia de carga fiscal.
Por otra parte, es a los propios diputados a quienes corresponde aprobar el gasto. Es necesario colocarlo, con políticas de Estado, ahí donde sea necesario para ir revirtiendo la desigualdad social. El discurso proveniente del Congreso que critica al Presidente por la propuesta de gasto es puro rollo. Es enteramente responsabilidad de los diputados.
|