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México D.F. Lunes 17 de noviembre de 2003
Iván Restrepo
Un informe nada alentador
Recientemente se entregó el informe que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) elaboró sobre el desempeño ambiental de México. La OCDE tiene ya 42 años de vida y en su acta constitutiva sostiene que busca promover políticas que lleven a la expansión de la economía sustentable y del empleo; a elevar el nivel de vida en los países miembros, y a contribuir a la sana expansión económica y del comercio mundial sin discriminación. Forman parte de la organización, entre otros, los países europeos, Estados Unidos, Turquía, Japón, Australia y, desde 1994, México. Aunque cuidadoso en su lenguaje, el organismo internacional suele ser muy crítico en sus evaluaciones y esta vez lo es. Una tarea que cumplió también en 1997.
En este informe se anotan varios logros. No son tantos como los responsables ambientales del gobierno foxista se apresuraron a divulgar con tono triunfal y a página entera en un diario capitalino, soslayando los aspectos negativos, que son los más. En el primer caso, por ejemplo, la OCDE asienta que en nuestro país existe ya un marco jurídico e institucional sólido que comienza a dar resultados en el campo objeto de evaluación. Refiere la mejor calidad del aire en las ciudades principales, donde hay disminución de las concentraciones de dióxido de carbono y de azufre, motivo por el cual se presentan menos enfermedades respiratorias, especialmente en los niños.
Además, existe mejor gestión del agua. Al respecto se destaca la descentralización de la administración del recurso llevada a cabo en diversas regiones mediante los consejos de cuenca, la transferencia de los distritos de riego a los usuarios y los apoyos para alentar la infraestructura hidráulica en los municipios. El volumen de agua potable aumenta y se reducen las enfermedades enfermedades gastrointestinales.
Sin embargo, también se dice que la contaminación atmosférica sigue siendo un problema serio en las ciudades, tanto por el ozono como por las partículas, de tal modo que el número de días en que se rebasan las normas de calidad del aire no han cambiado. La industria todavía no cumple con las normas de emisión de contaminantes, al igual que el transporte público y privado. La crítica a la forma en que se utiliza el agua es precisa: se desperdicia tanto en el campo como en las ciudades, se contamina y no se trata adecuadamente. Además, hay sobrexplotación de los acuíferos. Los datos sobre contaminación del líquido son alarmantes: apenas una cuarta parte es excelente o aceptable. El resto, debe tratarse o está contaminado con diversas sustancias tóxicas.
En cuanto a los desechos municipales y de la industria se señala que, aunque hay esfuerzos por manejarlos mejor, más de la mitad de los desechos de las poblaciones van a dar a tiraderos inadecuados o que no están controlados por la autoridad. El índice de reciclaje de basura es de los más bajos de la OCDE. También hay deficiencias en el manejo de los desechos tóxicos y peligrosos y faltan sitios para confinarlos.
En el informe se advierte que la riqueza biológica de México, de las más importantes del planeta, está amenazada. Por un lado se destruyen los bosques y las selvas y se afectan otros ecosistemas donde se localiza esa riqueza, mientras se carece de los recursos humanos y financieros para atacar los problemas. Un dato nada alentador: la tercera parte de las aves y casi dos terceras partes de las especies de anfibios, reptiles y mamíferos que existen en el país están en peligro de desaparecer.
En fin, por falta de espacio resulta imposible comentar más extensamente el informe, fincado en datos del propio gobierno, al que se hacen 61 recomendaciones para resolver los pendientes. No son novedad. Son las mismas que desde hace años proponen especialistas, centros de investigación, agrupaciones sociales y hasta las propias dependencias gubernamentales responsables de cuidar el ambiente y los recursos naturales. Algo queda claro entonces: hay un mejor diagnóstico sobre la situación, pero insuficiente voluntad política para resolver los pendientes, que no desaparecerán por medio de desplegados llenos de triunfalismo, y redactados por alguien que piensa en inglés, pues utiliza, entre otros términos, el de "pesticidas dañinos" al referirse a los plaguicidas.
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