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México D.F. Viernes 7 de noviembre de 2003

Jorge Camil

El segundo Vietnam

Frente a la inminente invasión estadunidense, Saddam Hussein tenía pocas opciones. Una, temida por los analistas del Pentágono, aunque la más improbable, era el uso de armas químicas y bacteriológicas para repeler la primera ola de invasores. Esa medida habría causado miles de bajas en los primeros minutos del combate, con el propósito de disuadir al enemigo. Otra opción era enfrentar a la "coalición" con la famosa Guardia Republicana, utilizando estrategias militares convencionales.

La primera medida, que ciertamente hubiese desatado la Tercera Guerra Mundial, por la posible respuesta nuclear de Estados Unidos, no fue ejecutada porque a la postre las armas de destrucción masiva resultaron una patraña urdida por Estados Unidos y Gran Bretaña para justificar una guerra preventiva que violaba el derecho internacional y los estatutos de Naciones Unidas.

La segunda opción, la resistencia militar convencional, fue descartada porque hubiese costado miles de víctimas civiles y militares, y aniquilado la infraestructura iraquí. Imposible hacer frente a la fuerza avasalladora del tercer ejército mecanizado, y al soporte aéreo de la operación designada deliberadamente por Donald Rumsfeld como Shock and Awe (conmoción y temor).

Frente a las circunstancias, el dictador optó por una tercera vía: una estrategia que le permitiera sobrevivir y resurgir de las cenizas, como lo hizo al término de la Guerra del Golfo Pérsico iniciada por el padre del actual presidente estadunidense. Hoy resulta obvio que la tercera opción de Hussein fue la guerra de guerrillas: el temor y la sorpresa, asociados con la muerte sistemática de dos o tres soldados estadunidenses cada día, el asesinato de diplomáticos y funcionarios internacionales, la destrucción de hoteles frecuentados por la comunidad internacional y el bombardeo de oficinas de organismos como Naciones Unidas y la Cruz Roja Internacional. Con ello, Hussein ha logrado aislar a Estados Unidos de sus aliados tradicionales, acorralar al presidente Bush y poner en peligro su relección presidencial en 2004.

La presión ha obligado a la Casa Blanca a modificar en más de una ocasión su estrategia frente a los medios, cambiando constantemente los motivos para justificar el presupuesto adicional de 87 mil millones de dólares solicitado al Congreso. En un principio se dijo que los fondos adicionales eran necesarios para continuar sufragando una campaña militar "contra el terrorismo" que costaba 4 mil millones de dólares mensuales. Posteriormente se admitió que el dinero tenía el propósito de restablecer la infraestructura petrolera y el suministro de agua potable, diezmados por actos de sabotaje. Semanas después, frente a las críticas crecientes de los medios, y el embate de los precandidatos presidenciales del Partido Demócrata, George W. Bush informó que los fondos solicitados eran esenciales para mantener el control del país y lograr "los objetivos de la coalición". Sin embargo, como el cinismo político no tiene límites (y la paciencia o desinterés de los votantes tampoco), funcionarios de la Casa Blanca comentaron esta semana, a propósito del ataque del domingo pasado en el que murieron 16 soldados -víctimas de un misil que derribó el helicóptero que los conducía al aeropuerto de Bagdad-, que los millones solicitados al Congreso eran necesarios "para ayudar a Estados Unidos a abandonar Irak decorosamente".

Después del ataque del domingo pasado resulta imposible continuar pretendiendo que el lodazal en el que se ha convertido la invasión de Irak es consecuencia de actos aislados de terrorismo. Por eso, en algunos círculos oficiales se admitió tímidamente la posibilidad de que "algún general iraquí" esté coordinando los ataques. (šJamás se atreverían a reconocer que Saddam Hussein pudiese estar vivito y coleando al frente de la resistencia iraquí!)

La economía no va nada bien y en Afganistán, sin duda instigado por otro "general" con el nombre de Osama Bin Laden, el talibán avanza. A la postre, no obstante los miles de millones de dólares gastados en la "guerra contra el terrorismo", la administración Bush ha sido incapaz de rendir cuentas claras al electorado y al Congreso.

Dicen que la historia se repite, y tal vez por eso algunos senadores exigen ahora el envío de más efectivos militares para sofocar una rebelión en la cual, como en el caso de Vietnam, todo el pueblo está en contra del invasor. Un viejo campesino entrevistado por la prensa estadunidense, frente a los restos del helicóptero derribado el domingo pasado, comentó: "Vamos a celebrar esto hoy en la noche". Mientras tanto, los burócratas de Washington se culpan unos a otros, apuntándose con índices de fuego, al tiempo que Condoleezza Rice, con un portal "no oficial" en Internet ("Run, Condi run"), continúa acumulando poder y manifestando su ambición de llegar a la presidencia de Estados Unidos como primera mujer y primera afroamericana. šBuena suerte!

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