Alegría, sentimiento, furia y alebreste durante casi tres horas en el Auditorio Nacional

Eugenia hechizó al público con el bálsamo de su voz

PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL

"Eugenia León es la actual representante de la canción mexicana, y hay que cuidarla como a Pemex", dice la actriz Jesusa Rodríguez desde una pantalla antes de que se iniciara el concierto por los 30 años de carrera de aquella intérprete, quien igual sería encomiada por personalidades mediante el video: Carlos Fuentes, Jacobo Zabludovski, Armando Manzanero, Marcial Alejandro, Lola Beltrán, Ramón Vargas, Héctor Bonilla, Angélica Aragón, Liliana Felipe, Regina Orozco, entre otros. La noche del sábado en el Auditorio Nacional fue un llover de estrellas en forma de canciones que se niegan a envejecer, donde la luna inspiradora fue la impecable emisión y el poderoso corazón de Eugenia, que tampoco envejecen y cada día suenan mejor.

A pesar de los más de 70 músicos (su quinteto base, la Camerata de las Américas y el Mariachi Vargas de Tecalitlán), el Auditorio se sintió chiquito, íntimo, gracias a la sencillez con que fue preparado el concierto. El aforo no estuvo a tope (unas siete mil personas), mas no así la entrega de su público, que además de ovaciones le lanzó piropos: "šEsa es mi vieja!", "šEugenia y ya!" La variedad entre los temas hizo que las cerca de tres horas se fueran como agua. De lo acústico pasó a lo imponente de la orquesta, la alegría de Cri-Cri, el sentimiento de los boleros, la entraña de lo tradicional, la furia del tango, el alebreste de lo ranchero.

Con sonorización extra limpia y la presencia inicial de Héctor Infanzón al piano, cantó Yo vengo a ofrecer mi corazón, de Fito Páez; Color morena en la piel, de David Haro; el son tradicional La Bruja, y La Petenera. Percusiones, violín, guitarra, contrabajo, todo clarito, con arreglos jazzy y cadencia sabrosa. Con sobria vestimenta cantó Corazón gigante, de Reyli Barbosa. Una cortina subió y bajó según la ocasión para asomar a la orquesta que, lejos de sonar arrebatada, meció al escucha. Momento conmovedor con el primer tema, dijo, tras señalar:"es una canción-destino, pues me sigue indignando la injusticia, sigue mi solidaridad con los condenados de la tierra, de ellos vengo, a ellos voy", entonó: "Qué ha de ser del que canta si no levanta su voz en las tribunas... Si se calla el cantor, se calla la vida". No faltaron Aquí me quedo ni Luz, de Marcial Alejandro. Con orquesta, supo pasar del estallido al terciopelo.

Manzanero lamentó la pérdida de romanticismo y felicitó a Eugenia por recuperarlo. Vino el bolero: Envidia, Tatuaje, de Chico Buarque, y sabor brasileño, Fuensanta, de Haro (momento dramático), y ligadas, Contigo aprendí y Como yo te amé, del autor yucateco. La orquesta sola tocó El ratón vaquero, Bombón I y Las canicas, de Cri-Cri. Con frac y cola de ratón, entre bromas cantó La fiesta de los animales y La muñeca fea. Solemnidad con Me voy a morir, de Liliana Felipe, casi a capella y piano disonante, y a la marcialidad de ese tema que dice: "Cuánta falta nos hace Benito Juárez/ contra tantos neoliberales". Lola Beltrán, en viejo video de tv, la "presenta", y León canta El fandango aquí, con la que ganó el Festival OTI en 1985; hay escenas del certamen y del derrumbe de un edificio por el terremoto de ese año. Llegó el tango, presentado por Zabludovski, quien tras hacer semblanza del género felicita a Eugenia por su incursión en él: "Invítame cuando cumplas 60 años cantando". En escotado vestido negro y pedrería, aunque le faltó acento sudaca, guapa y con bandoneón entonó Malena, Los mareados (que sacó filos) y Renaceré.

Fuentes sobre la música ranchera: "Ha contado la historia de una comunidad, un país. Pasó a ser de cantina, de actitud machista, aunque las mujeres lo han cantado muy bien: Lucha Reyes, Lola Beltrán, La Tariácuri, y ahora Eugenia León, quien no siento lleve 30 años; para mí acaba de debutar ayer". Cierra con el mariachi Vargas: Traigo un amor, La mesera y de José Alfredo Jiménez: Un mundo raro y Fallaste corazón. La audiencia canta y no la deja ir. Su hijo Eugenio le da un ramo de rosas. Tras dos horas y media de magistral emisión, aún tiene voz para Vámonos. Sale y vuelve. Con orquesta canta Cosa de dos y su emblemática Luna. Su público la ve marcharse, satisfecho por el bálsamo que su voz otorga, a sabiendas de que al otro día siempre volverá a salir la luna.