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México D.F. Lunes 3 de noviembre de 2003
APRENDER A MORIR
Hernán González G.
Pérdidas mexicanas
ƑEN QUE SE PARECE el Día de Muertos al Día de las Madres, al del Niño o al de la Independencia? En que se pretende honrar a unos y a otras un solo día del año, como hecho esporádico, celebración ocasional o concepto más o menos relevante, pero no como forma de vida ni comprometido valor existencial, capaz de celebrar, cada día del resto de nuestra vida, la memoria de un difunto, los afanes de una progenitora, las posibilidades de un infante o el significado de una soberanía que creíamos inalterable.
MEZCLA DE CREATIVIDAD, costumbres, buenas intenciones, miedo y tradición que se resiste a morir, a principios de cada noviembre aparecen, puntuales, tanto las calaveras o versificaciones de variada agudeza como las ofrendas o altares de muertos, con su papel de china, pan, bebidas, dulces, veladoras, flores de cempasúchil, fruta, copal, calaveritas de azúcar, más la foto de quienes ya se han ido.
Y TAN ORIGINAL o más que estos despliegues de fervores, colores, olores y sabores, la designación mexicana, desnuda y habituada, de "día de muertos", en palmario contraste con la forma española y dogmatizante de "día de los fieles difuntos", independientemente de que en vida éstos hayan sido o deseado ser fieles o no a algo y a alguien.
AHORA, ESTAS CREENCIAS, mitos, tradiciones y folclorización variopinta en torno de la muerte, siendo reflejo de un rico proceso cultural cuyo sincretismo es evidente, acusan a la par un rezago notable en cuanto a la exploración de una cultura más humana y madura ante la muerte, que ayude a enfrentar nuestra condición de mortales desde perspectivas menos lúgubres y carenciadas, más apoyadoras aunque menos pintorescas. Sin embargo, una cultura más humana y madura ante la muerte exige, necesariamente, una cultura más humana y madura ante la vida.
POR ELLO LAS pérdidas mexicanas se acumulan y la privación de aquello que se tenía o se creía tener va en aumento. Ojalá fueran únicamente cosas, pero se trata de lo que es anterior a éstas, de lo que puede sustentarlas y sustentarnos como individuos sanos y como sociedad concertada. Paradoja atroz: mientras el Estado, por decreto no por condiciones, nos quiere triunfadores, la realidad multiplica nuestra vocación de perdedores, sin expectativas pero con créditos.
GRAVES PERDIDAS CRECIENTES de conciencia, confianza, credibilidad, información, autoestima, empleo, seguridad, salud, congruencia, solidaridad, gusto, individualidad, privacía, reflexión, justicia, legalidad, sentido, rumbo.
ESTAS PERDIDAS AGOBIANTES, reveladoras de la estrecha visión que tenemos de nosotros mismos y de los demás, reclaman una toma de conciencia y un apuntalamiento emocional a partir de los cuales, más que elaborar un duelo por lo inevitable puesto que son pérdidas transformables, asimilar y consolidar esta cultura más humana y madura ante la vida que la realidad mexicana demanda a gritos.
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