México D.F. Lunes 3 de noviembre de 2003
En 1974 se documentó uno de los primeros
casos en que soldados protegían a cárteles
Desde hace 30 años los narcos han cooptado
a policías y militares
El capitán Jesús Torres Espejo, entre
los primeros aprehendidos por trabajar para capos
Mediante componendas los traficantes de drogas lograban
salir rápidamente de la cárcel
GUSTAVO CASTILLO GARCIA
Hace casi 30 años, en febrero de 1974, se documentó
uno de los primeros casos de involucramiento de un capitán en las
nacientes estructuras del narcotráfico. Antes de que se formaran
los poderosos cárteles de la actualidad.
En esa fecha el único que operaba en Tijuana, sin
gran estructura, era Alberto Sicilia Falcón, uno de los primeros
traficantes de drogas. Sin embargo, documentos de la Secretaría
de Gobernación dieron cuenta de que "la Secretaría de la
Defensa Nacional (Sedena) ordenó la detención y consignación
ante un tribunal militar del capitán Jesús Torres Espejo,
quien venía fungiendo como subdirector del segundo sector de la
Policía Judicial de Baja California, al haberse comprobado que estaba
protegiendo las actividades del narcotráfico amparado en su cargo".
Luis de la Barreda Moreno, entonces titular de la Dirección
Federal de Seguridad, firmó un informe el 12 de febrero de 1974,
en el que se detalla que el capitán Torres Espejo fue detenido tres
días antes y conducido de Tijuana a la ciudad de México a
bordo del avión General Leandro Valle II.
Arrestos, pesquisas y al final los capos siguen
con sus actividades
El
contenido del informe parece una historia actual de militares vinculados
al narcotráfico. Pero éste podría ser uno de los primeros
casos en que un integrante de las Fuerzas Armadas fue juzgado por delitos
contra la salud.
Otra diferencia con lo que sucede hoy día es que
los militares que ocupan cargos fuera de las esferas castrenses e incurren
en esos ilícitos son juzgados en el ámbito federal, situación
que no ocurrió con el capitán Torres Espejo.
La historia del caso, según el informe de De la
Barreda Moreno, es que meses antes de que fuera capturado Torres Espejo,
en los medios policiacos había trascendido que algunos elementos
de la Policía Judicial allegados al capitán "estaban inmiscuidos
en actividades relacionadas con la protección abierta al tráfico
de drogas", y aunque se vio el caso y se efectuaron algunas remociones,
al poco tiempo todo siguió igual.
Gracias a investigaciones realizadas por agentes especiales
de la Procuraduría General de la República (PGR) se logró
establecer que en muchos de los golpes de la Policía Judicial al
narcotráfico existían componendas para permitir la libertad
de narcotraficantes con la mediación de dos abogados, uno pariente
del militar detenido. La averiguación (en contra de Torres Espejo)
se consolidó con la detención de varias personas en Tijuana
y Ensenada y el decomiso de casi dos toneladas de mariguana, así
como un velero y varios automóviles, señala el informe.
Pero en ese entonces, como en casos recientes, el militar
no actuaba solo y la corrupción en las corporaciones policiacas
salió a flote. "Miguel Contreras Pérez, El Vampiro,
uno de los detenidos, quien actualmente (1974) se encuentra recluido en
la penitenciaría estatal de La Mesa, municipio de Tijuana, tenía
en su poder dos credenciales: una que lo acreditaba como auxiliar de la
Policía Municipal de esta ciudad y otra como agente auxiliar de
la Policía Judicial del estado.
"Aunque al ocurrir los hechos el juez de distrito en la
entidad, Horacio Cardoso Ugarte, viajó a Ensenada para amparar a
los detenidos y ordenar su traslado a Tijuana, los agentes federales continuaron
su investigación en torno a la protección al narcotráfico
por oficiales y en absoluta reserva redondearon el caso informando a altas
autoridades federales, tanto de la PGR como de la Secretaría de
la Defensa Nacional."
Contreras Pérez "confesó que efectivamente
estaba inmiscuido en el tráfico de drogas, coludido con el capitán
Torres Espejo, y que se vendía protección a quienes se dedicaban
a tales actividades.
"Todo lo anterior se hizo del conocimiento de la Secretaría
de la Defensa Nacional, y en virtud de que el capitán Torres Espejo
se encontraba en servicio activo en el Ejército y considerando que
su conducta iba en detrimento del instituto armado, se ordenó su
aprehensión y traslado a la ciudad de México.
"Torres Espejo fue enviado al Distrito Federal para responder
por un delito del fuero militar", mientras que Salvador Hirales Barrera,
director de la Policía Judicial de Baja California, "al parecer"
buscó la protección de la justicia federal en el estado,
"en caso de que se le tenga que investigar sobre los hechos mencionados".
Del caso ya no hay más reportes en el Archivo General
de la Nación, pero parece una historia actual, como si se tratara
de acontecimientos ocurridos en los pasados dos años en Matamoros,
Nuevo León, Tijuana y Veracruz, donde han ocurrido detenciones de
traficantes, y siempre se habla de protección de funcionarios públicos
y de que al final muy pocos son consignados ante la justicia.
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