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México D.F. Miércoles 17 de septiembre de 2003
Peter Rosset*
Cancún: el segundo Seattle de la OMC
Acabamos** de regresar de una ceremonia muy intensa por
Lee Kyung Hae, el campesino coreano que se inmoló en protesta contra
la OMC el martes pasado. La ceremonia se llevó a cabo en Camp Lee,
anteriormente conocido como kilómetro cero, el principio
de la zona de seguridad, el punto donde Lee se sacrificó y donde
los coreanos y otros activistas de todo el mundo han estado acampando desde
entonces. Hoy su hermano y una de sus hijas estuvieron presentes, recién
llegados de Corea -su mujer murió hace 10 años en un accidente
de tránsito. Los múltiples discursos tenían el mismo
mensaje: "El sacrificio del compañero Lee no fue en vano. Nos dio
la energía para descarrilar las conversaciones de la OMC en Cancún
y su espíritu de lucha vivirá en nuestros corazones mientras
seguimos luchando por ese mundo mejor, que es posible".
Momentos antes, la delegación de Vía Campesina
recibió llamadas desde adentro del Centro de Convenciones anunciando
el colapso de las conversaciones oficiales. Nos informaron de que el representante
de Kenia se levantó durante la conferencia de prensa oficial y declaró
enfáticamente: "esto se acabó, acabamos de tener un segundo
Seattle".
Este mismo día, más temprano, fuimos informados
por uno de los negociadores oficiales de que las conversaciones estaban
a punto de colapsarse por el tema de la agricultura y los llamados "nuevos
temas". Nos dijo que las protestas masivas en las calles y la muerte del
señor Lee habían sido factores claves en crear un clima en
el que los países del tercer mundo sentían que se podían
parar ante las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea, como
en Seattle.
De hecho el sábado fue el día más
increíble de protesta que cualquiera de nosotros experimentara nunca.
Desde múltiples acciones llevadas a cabo por activistas acreditados
y no acreditados dentro de la zona de seguridad (los no acreditados
se "infiltraron"), hasta la poderosa y emocionante protesta de campesinos,
indígenas, sindicalistas y juventud en la cerca.
Tras la violencia causada por provocadores a sueldo el
martes, la muerte del señor Lee y el clima generalizado de
rabia y represión, todos temíamos las peores confrontaciones
el sábado, y la policía organizó refuerzos superlativos.
Triplicaron el tamaño de las barreras de metal y los provocadores
se presentaron en mayor número con carros de compras llenos de piedras
y enormes barras de metal. Pero los diversos sectores de manifestantes
legítimos se unieron en un plan increíble que produjo la
más hermosa y emocionante protesta simbólica que se pueda
imaginar. Tan poderosa, que estábamos seguros de haber pasado el
punto de no retorno contra la OMC.
Justo cuando la violencia en gran escala parecía
a punto de estallar, nosotros, el colectivo, creamos una muestra de unidad
y poder que dejó incluso a los mercenarios tiradores de piedras
sin otro recurso que darse por vencidos. Todo el día y la noche
del viernes Vía Campesina y la delegación coreana dirigieron
o participaron en numerosas reuniones tanto dentro como fuera, usando la
autoridad moral de los movimientos campesinos e indígenas y el sacrificio
del señor Lee para formar una unidad colectiva con estudiantes,
el black block, sindicatos, ONG y todo el que se quiera nombrar.
Con el black block protegiéndonos de los
provocadores, y acordonando los 10 metros desde la verja de metal, más
de 100 mujeres se adelantaron con cortadores de metal y empezaron a desmantelar
la cerca pedazo a pedazo. ¡Y qué diversidad de mujeres! Indígenas,
punks, estudiantes, ancianas, jóvenes, mexicanas, estadunidenses,
europeas, africanas... Una vez que la cerca estaba debilitada los coreanos
supervisaron la colocación de cuerdas de 50 metros de largo y cuatro
pulgadas de grosor en la cima de las vallas. Entonces miles de personas
de todas las naciones, razas y culturas, punks, del black block,
campesinos, etcétera, tiraron juntas hasta que la cerca se derrumbó.
De manera bastante literal, el poder de los pueblos unidos derribó
los muros de la OMC.
Cuando la cerca cayó ahí estaban miles de
policías antidisturbios claramente dispuestos a la pelea. Pero justo
cuando pensaban que los iban a atacar, los coreanos que estaban en el frente
les dieron la espalda, todos se sentaron, cientos de flores aparecieron
y tuvimos un funeral multitudinario en memoria del señor Lee. Marcial,
del Movimiento de los Sin Tierra, cantó Imagine, de John
Lennon, se quemó la efigie de la OMC y nos pusimos de pie para abandonar
el lugar. La policía quedó con la boca abierta, sin nadie
a quien combatir. Los cientos de periodistas que estaban presentes se maravillaron
de nuestra habilidad colectiva de hacer lo inesperado y transformar la
amenaza de violencia en emocionante paz, y emitir una declaración
tan poderosa que la OMC no pudo ni esperar resistir.
Ah, y por cierto, acabo de recibir una llamada en mi celular
con la información de que la zona de seguridad está
paralizada por "acciones internas" y el tránsito está detenido.
* El doctor Rosset es especialista en políticas
de desarrollo agropecuario y codirector del Institute for Food and
Development Policy, conocido como Food First, en Oakland, California, Estados
Unidos (http://www.foodfirst.org)
** Artículo escrito la noche del domingo 14 de
septiembre
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