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México D.F. Miércoles 17 de septiembre de 2003
Paulina Fox también hizo tañer
la campana de Dolores; se escuchó un ''¡viva Salinas!''
Grito con consignas y presentación del nieto
presidencial, la noche del 15
En la ceremonia el Presidente pidió ''unidad
y compromiso'' a los mexicanos
ENRIQUE MENDEZ
La
noche del 15, en Palacio Nacional, no sólo hubo un grito de Independencia,
sino dos, porque si a la gente en el Zócalo se le pidió ''unidad
y compromiso'', a los empresarios y los políticos de nuevo cuño
se les agasajó en el patio central después de presenciar
una ceremonia ''tan mexicana'', como dijo el presidente Vicente Fox.
Y aunque en los viejos pasillos del edificio del poder
central, la Procuraduría General de la República intentó
defenderse del arzobispado de Guadalajara al difundir de urgencia un boletín,
ese y otros conflictos de Estado no tenían relevancia esa noche,
porque lo importante en la celebración del 193 aniversario del inicio
de la gesta de Miguel Hidalgo fue, por encima de todo protocolo, la presentación
ante miles de mexicanos del nieto de Vicente Fox, el bebé de la
V de la victoria vía ultrasonido. Así que la pareja presidencial
mostró al infante de seis meses, no sólo en el frío
previo a la medianoche, cuando su abuelo hizo tañer la campana de
Dolores en el balcón central, sino también la mañana
de ayer, durante el desfile.
El mandatario cargó al niño en ambos actos,
y si en su toma de protesta se dirigió primero a sus hijos antes
que al Poder Legislativo, esta vez permitió que inclusive Paulina
Fox jalara el cordón tricolor atado al badajo histórico.
Fue, pues, una fiesta más de carácter familiar. Al niño
le sobraron brazos que lo cargaran entre el gabinetazo, y Marta
Sahagún lució dos huipiles del istmo de Tehuantepec: uno
blanco, que sólo se utiliza en las bodas, la noche del Grito, y
otro de uso diario para el desfile, según explicó la titular
de la Oficina de Representación para el Desarrollo de los Pueblos
Indígenas, Xóchitl Gálvez. ''Son ligerísimos
y, si tienes panza, te ayudan a disimularla'', ilustró Gálvez
a un grupo de reporteras.
En
momentos en que la alianza PRI-PAN sigue firme, gracias a que los panistas
se echaron para atrás en el desafuero del senador priísta
Ricardo Aldana, Fox le agregó al grito vivas a ''los acuerdos para
un México mejor'', al ''compromiso de todos con México''
y a ''la unión de todos los mexicanos''. Esa convocatoria generó
un breve pasmo en la gente y de abajo una voz lanzó un ''¡Viva
Salinas!''
Fox trastabilló en el viva a ''los héroes
que nos dieron patria'', y en los tres vivas a México se irritó
la garganta. Tanto, que concluida la ceremonia y tras los abrazos y fotos
con los integrantes del gabinetazo y hasta con el obispo de Ecatepec,
Onésimo Cepeda -único jerarca católico presente en
el palacio-, sus escoltas le alcanzaron una halls de miel. El mandatario
se apretó el cuello, como para aliviar la molestia, y su esposa
Marta lo animó: ''La noche es larga''.
La pareja presidencial inició entonces un
recorrido de una hora 15 minutos, entre sus invitados especiales: empresarios,
futbolistas -el técnico de los Pumas, Hugo Sánchez, repartía
autógrafos-, artistas y muy pocos militantes destacados del PAN.
Ya sin la banda presidencial, y tras bajar del Salón de Recepciones,
Fox y su esposa se instalaron en el podio dispuesto en el patio central
-el Pegaso de la fuente, rodeado por un rehilete de manzanas, crisantemos
y rábanos-, y desde ahí el Presidente ofreció un brindis:
''Felices fiestas patrias. Nos da mucha emoción realizar esta ceremonia
tan mexicana y agradecemos su presencia. Brindemos por México. ¡Viva
México!''
El recorrido se inició con la canción El
hijo desobediente, que Fox festejó con chiflidos, y el mariachi
cerró con Fallaste corazón: Y tú que te
creías el rey de todo el mundo... Después de que Fox
y su esposa salieron del patio, la cena siguió. El servicio se ofreció
en platos de barro -cuatro pantallas proyectaron fotos de indígenas
en pobreza-, pero eso sí, los antojitos fueron preparados por los
chefs del Casino Militar del Campo Marte.
Afuera, en el Zócalo, no se pudo conseguir un buñuelo.
Las nuevas disposiciones -fuera puestos de la plancha- obligaron a buscar
comida en las calles aledañas. Hasta casi la una de la mañana,
Corregidora se convirtió en un gran estacionamiento de vehículos
de los invitados, vigilados por el Estado Mayor Presidencial y la Policía
Militar.
La jornada del 16
El gobierno federal amaneció con la noticia que
la PGR había tratado de acotar las recriminaciones del arzobispo
de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, contra Vicente Fox por ''permitir''
la investigación por presunto lavado de dinero que se inició
en su contra. Por ello, previo al desfile, el secretario de Gobernación,
Santiago Creel, se sacudió a los reporteros que en el Angel de la
Independencia le cuestionaron si un jerarca católico podía
poner contra la pared al Estado mexicano, y anunció que daría
una conferencia de prensa, misma que nunca se realizó.
Las grandes ausencias: el canciller Luis Ernesto Derbez,
luego del fracaso de la cumbre de Cancún, y Juan de Dios Castro
Lozano, presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados,
quien facilitó al PRI impedir el desafuero de Ricardo Aldana Prieto.
En su lugar envió al vicepresidente, Francisco Arroyo Vieyra.
El único orador fue el estudiante de secundaria
Francisco Martínez Cruz. Luego, en el desfile militar la pareja
presidencial mostró a las cámaras al nieto del mandatario,
Vicente tercero. Al fin que, como ilustró el general Gastón
Menchaca, comandante del desfile, ayer todo transcurrió ''sin novedad''.
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