México D.F. Lunes 25 de agosto de 2003
El "empresario" debió registrar contratos con los ganaderos a principios de junio
La temporada grande 2003-2004 ya no puede darse, según la Ley de Espectáculos del DF
La fiesta taurina, las autoridades y la plaza, convertidas en rehenes de un cacique
LEONARDO PAEZ
De acuerdo con el artículo 43, fracción I, de la Ley para la Celebración de Espectáculos Públicos en el Distrito Federal, la temporada "grande" 2003-2004 no podrá llevarse a cabo, habida cuenta de que "únicamente se permitirá la venta (del derecho de apartado), si el titular demuestra haber cumplido con los requisitos que lo obligan a iniciar la temporada en el mes de octubre o a más tardar el primer domingo de noviembre"...
El principal requisito que el promotor de la Plaza México volvió a incumplir es que los contratos correspondientes al número de encierros que anuncie la empresa "deberán celebrarse con los ganaderos cuando menos con 90 días hábiles de anticipación a la venta del derecho de apartado" (artículo 43, fracción IV, segundo párrafo)...
En otras palabras, Herrerías, para poder iniciar la temporada 2003-2004, el domingo 2 de noviembre, debió registrar en la delegación Benito Juárez, a principios de junio, los contratos firmados con los ganaderos, lo que le permitiría anunciar el elenco de toros y toreros contratados -no apalabrados, como es su costumbre-, y poner a la venta el derecho de apartado a mediados de octubre. Así de sencillo.
Otras tareas del empresario
ƑQué impidió de nueva cuenta al voluntarioso promotor cumplir con tan sencillo requisito para poder embolsarse a finales de octubre cerca de 30 millones de pesos por la venta del derecho de apartado?
Varios personales motivos imposibilitaron al intocable Herrerías apegarse, por enésima vez, a la ley. Entre los más notorios:
Las amedrentadoras maniobras para convertir en sus incondicionales a la Asociación de Matadores, a la Unión de Picadores y Banderilleros y a la Asociación de Empresarios Taurinos, de la cual es presidente.
Su berrinche al enterarse, el 26 de mayo, de la multa simbólica -100 mil pesos- a la empresa y de la suspensión por un año a Enrique Ponce para actuar en la México, impuestas por la deleg ación Benito Juárez luego de la vergonzosa comedia del 5 de febrero pasado, cuando sin justificación alguna un toro de Reyes Huerta fue cambiado por uno de Julio Delgado para que el matador valenciano cortara dos orejas y la plazota, en su 57 aniversario, repitiese el remedo de apoteosis.
Su antojadiza respuesta de mantener la Plaza México cerrada -"por dignidad, pues no importa que pierda dinero, el dinero se puede perder, pero la dignidad no", como declaró a un inadvertido reportero-, siendo que precisamente por mantenerla cerrada y no dar novilladas el promotor se ahorró dinero.
La delirante, irresponsable y autorregulatoria propuesta de "nuevo" reglamento taurino que Herrerías y las postradas agrupaciones que mangonea presentaron al secretario de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, el 17 de junio pasado.
Su impotencia al comprobar que el nuevo comité directivo de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia de ninguna manera avalaba tan ridícula propuesta de normativa, en la que el empresario y sus secuaces pueden nombrar incluso a los jueces de plaza.
Por último, las incontables juntas, reuniones e idas y venidas al Zócalo para tratar de convencer primero al secretario Encinas y luego al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, de que él, Herrerías, es víctima inocente e indefensa de un complot perverso en contra de la fiesta brava y de la libre empresa taurina.
Todo ello impidió al ubicuo personaje cumplir con la ley, así como iniciar oportunamente la temporada novilleril, por lo que ahora, con la demagogia que lo caracteriza, ofrece dar inclusive jueves taurinos "para que todos los muchachos que lo merezcan tengan su oportunidad".
Pero además de al promotor y sus socios, al dueño de la plaza, a unos cuantos toreros, a una treintena de subalternos, a algunos ganaderos y periodistas "amigos", a revendedores y puesteros, Ƒa quién beneficia realmente la realización de la temporada grande 2003-2004?
Es tan pobre el elenco de figuras españolas, tan contados los toreros mexicanos interesantes, tan elevados los precios que anualmente se autorizan al promotor y tan reiterados sus abusos e ineptitud, que mejor harían las autoridades capitalinas en cumplir y hacer cumplir la ley.
|