.. |
México D.F. Lunes 25 de agosto de 2003
José Cueli
Los toros de San Martín
Los toros de San Martín, de los ganaderos mexicanos José Chafic y Marcelino Miaja, asomaron su guapura por la puerta de toriles de las plazas de Bilbao y San Sebastián, y la sensación de peligro estuvo presente en las corridas. ƑDe dónde procedían esos toros, de Badajoz o del Bajío mexicano? Quién sabe. Lo que sí se sabe es que arrancaban sobre los capotes y šoh!, milagro, tenían movilidad y triunfaron en toda la línea.
Los toros de San Martín -encaste Saltillo-Santa Coloma- traían el polvo del camino en el morrillo, y en la cabeza un sombrero de charro torre de seda, para acariciar los alamares de los trajes de luces de los toreros. Sólo los alamares, pues los capotes y muletas no tenían la suavidad, el temple y el mando para entonarles en canto por martinetes de cava vieja. No, no eran los toritos parados, descastados, "toreables", como se dice hoy. Y no hubo monerías, excepto las de Enrique Ponce, que se le ve frío, pero dueño de una maestría enviadiable. Lástima que su quehacer haya perdido emoción. Ni hablar de un Juli que se ve aburrido, hasta la madre de torear a destajo y en problemas con su actuación de Bilbao. Sólo César Jiménez representa entre la torería española un aire de frescura, a pesar de su verdor. Y es que cuando sale el toro encastado, la emoción se siente en el coso. Los toros de San Martín encontraron el escenario ad hoc en las plazas del país vasco. En esos ruedos los toros echaron para adelante con un aliento español y otro mexicano, volaron ágiles y musculados; vibrando el cuerpo y el son ranchero en la búsqueda de unos capotes que los mecieran en la verónica que carga la suerte y fina se recorta.
|