México D.F. Lunes 25 de agosto de 2003
Especialista recomienda tratamiento temprano
Labio y paladar hendidos, entre las malformaciones más comunes aquí
CAROLINA GOMEZ MENA
El labio y el paladar hendidos se encuentran entre las malformaciones congénitas más frecuentes, pues se calcula que en México afectan a uno de cada 750 nacidos vivos, los cuales, si son atendidos de manera oportuna, tendrán un buen pronóstico de tratamiento, así como mejora en el habla y la audición.
Así lo afirmó el cirujano plástico José Antonio León Pérez, presidente de la Asociación Mexicana de Labio y Paladar Hendido y Anomalías Craneofaciales y jefe del servicio de Cirugía Plástica del Instituto Nacional de Pediatría (INP).
En entrevista con La Jornada, León Pérez expresó que se estima que cada día nacen en México unos cien menores con labio y paladar hendidos -padecimientos que pueden presentarse simultáneamente o por separado-, y resaltó que antes de las dos semanas de vida debe iniciarse el tratamiento respectivo.
La primera medida es fabricar al menor una placa obturadora ortopédica, que al ser colocada en la zona afectada permite alinear los segmentos de la hendidura de la encía y favorece la alimentación.
Esos padecimientos afectan las estructuras que forman la boca porque el labio superior y el paladar no crecieron adecuadamente durante el desarrollo intrauterino.
La boca se forma durante las 12 primeras semanas de gestación, lapso en el cual las dos partes que formarán el labio y el paladar superior se unen.
Aunque no se sabe qué provoca las malformaciones, se sospecha que existen factores ambientales, como contaminantes químicos, plomo, medicinas y estupefacientes que afectan a ciertos genes y producen el cese del proceso de cierre del paladar y el labio.
El tratamiento para la afección simultánea es multidisciplinario y dura hasta 18 años. Por ello, los nosocomios, incluidos los del sector público, en su mayoría cuentan con clínicas de labio y paladar hendidos, de las cuales la "más completa del país es la del INP", afirmó el cirujano.
Explicó que el manejo incluye disciplinas como genética, odontología, foniatría, sicología, neurología, otorrinolaringología y cirugía plástica.
El mayor problema durante los primeros meses es la alimentación de los menores, pues les es difícil succionar, lo que se supera con un obturador, que les permite tomar leche materna, y con biberones especialmente diseñados para los bebés afectados.
A los dos meses se les somete a una intervención quirúrgica "combinada", en la que se les cierra el labio, la parte anterior del paladar y la nariz, que también está afectada.
Al año de edad se realiza una segunda cirugía y entre los seis y ocho años (durante la dentición mixta) se coloca un injerto óseo -por lo general la cresta iliaca- en el maxilar, con lo cual pueden salir los dientes. La última intervención se realiza entre los 14 y 18 años y es de corte estético-facial.
"La idea es mejorar la apariencia de los niños; les arreglamos el aspecto del labio, la nariz, el mentón, la mejillas, los párpados e incluso las cejas. Con las nuevas técnicas sólo queda una cicatriz casi imperceptible, y con esto les mejoramos su autoestima; los reincorporamos totalmente a su entorno social."
Por lo general, los infantes que no son tratados, además de "sufrir aislamiento, se quedan sin estudiar, porque las familias los esconden, pues son objeto de burlas; esa falta de atención no sólo ocurre en las áreas rurales, sino también en las ciudades. Por eso realizamos campañas quirúrgicas en los estados donde es común que lleguen con sus hijos señoras que también tienen esa malformación y nunca se han atendido".
A cualquier edad se puede empezar el tratamiento, porque en lo que se refiere a la recuperación de la estructura anatómica el pronóstico es bueno, pero en lo funcional no suele serlo, porque es muy difícil superar el lenguaje deficiente y la voz hipernasal (gangosa), así como revertir la hipoacusia, debido a que los afectados son propensos a infecciones en el oído.
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