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México D.F. Lunes 25 de agosto de 2003
Javier Oliva Posadas
La organización de los partidos hacia 2006
Como resultado de las multas y los números en las urnas, los principales partidos políticos de México se aprestan a realizar una serie de ajustes encaminados a producir mejores condiciones para hacer frente a los procesos electorales venideros, cuya meta principal es julio de 2006. Así, el PRI, el PAN y el PRD dan inicio a un proceso dirigido a la restructuración organizacional, aunque no se hable de ideología (aún).
Ya Acción Nacional ajustó su Comité Ejecutivo. El PRD se encuentra en estudios, luego de relevar a su dirigencia nacional, en tanto que el PRI realiza evaluaciones y aplica medidas a consecuencia de la formidable multa que le aplicó el IFE. Pero lo relevante es que de una forma o de otra, las dirigencias se vieron presionadas para adecuar la organización a los nuevos tiempos. En términos de Max Weber, con toda naturalidad podríamos referirnos a la posibilidad contrafáctica de qué hubiera sucedido si los resultados y las multas hubieran sido diferentes. En otras palabras, Ƒhabrían hecho los partidos los ajustes que se aprestan a realizar sin las condiciones adversas por las que atraviesan? Sea la derrota o la astringencia de recursos, ambos elementos inciden determinantemente en las estrategias políticas y, por supuesto, electorales de los siguientes años.
Sin embargo, estos factores (dinero y derrotas) no deben (o debieran) opacar las definiciones ideológicas. Es decir, que la necesidad de propuestas pragmáticas no debe ser suficiente para anular los perfiles y posturas de cada partido ante los problemas que aquejan al país. Si el IVA generalizado a 10 por ciento o su aumento, que si se abre o no la posibilidad a la inversión extranjera y privada en el sector energético, son temas que encierran posiciones que cada partido debe argumentar y defender en su momento. De allí que llame la atención la intensidad con la que se buscan acuerdos, pero sin conocerse -al menos públicamente- las posturas de las futuras fracciones de la 59 Legislatura. Esos debates, subrayo, contienen por sí mismos percepciones que denotan una posición determinada en el espectro ideológico.
Por eso, los ajustes organizacionales en un partido político no pueden remitirse o limitarse a las evidencias estructurales. Deben, principalmente, profundizar en la lectura e interpretación del diagnóstico regional y nacional para, en consecuencia, delimitar y especificar la manera en la cual habrá de abordarse y tratarse cada uno de los puntos de la agenda nacional. La organización es la expresión última de la visión que un partido político tiene de sí mismo, de sus compromisos y del país (que no del Estado o del gobierno). De allí que conforme se observen los inminentes ajustes y nuevas articulaciones en el quehacer de los partidos políticos seremos testigos de qué y cómo entienden a la sociedad. Si, por ejemplo, se encuentran a la altura de los retos que implican temas tanto estructurales como los nuevos, propios de un inicio de siglo.
Pensiones, bioética, empleo, educación, acceso a la salud, equidad de género, comunicaciones satelitales son temas que se mezclan e inciden entre sí. Por eso el tratamiento no puede ser como antaño: tema por tema, como si no tuvieran relación o recíproca influencia. De manera análoga, los partidos políticos tienen que prepararse para nuevas interpretaciones sin dejar u olvidar su perfil y contenido ideológico. Será en la estructura funcional donde podamos observar prioridades, alianzas, pero, sobre todo, la percepción que de la realidad social y política del país tiene cada partido. Así, rumbo a 2004, cuando hay elecciones para 10 gobernadores y cuatro procesos más para Congreso y municipios, los partidos políticos tendrán la oportunidad de probar y, en su caso, corregir los planteamientos de las nuevas estructuras, y responder así a la intensa dinámica político electoral de México.
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