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México D.F. Domingo 24 de agosto de 2003
José Antonio Rojas Nieto
Apagón y respuesta eléctrica
Tiene razón Paul Krugmann cuando este martes en The New York Times asegura que aún no se sabe bien qué ocasionó el apagón en cadena del jueves 14 de agosto que, como lo asegura mi sobrino Pablo desde Nueva York, permitió que esa noche millones de newyorkers disfrutaran de las estrellas como nunca desde Manhattan. Pero también -asegura Krugman- se sabe que el apagón nunca debió trascender el ámbito local para transformarse en un evento épico. Severas fallas de la desregulación, asegura. La atención se centra en el descuido de las líneas de transmisión del sistema noreste en Estados Unidos. Y en sus insuficiencias. Ya en abril de este año, la Comisión Reguladora de Energía de los Estados (FERC, por las siglas en inglés de la Federal Energy Regulatory Comisión www.ferc.gov), en su documento sobre el mercado eléctrico (The White Paper) advirtió los riesgos a los que estaban arribando los sistemas desregulados por la creciente falta de confiabilidad, derivada -aseguraba en abril la FERC- de la insuficiencia en la transmisión. Falta de inversión, falta de ampliación de las grandes redes, señalaban los reguladores.
Ejemplo de ello -indican y ratifican diversos expertos- es el sistema eléctrico en Ohio (punto clave de este apagón), que luego de tres años de desregulación da señales inequívocas de insuficiencia en sus líneas.
Pero, qué han dicho hasta hoy los técnicos del prestigiado organismo llamado coloquialmente NERC (siglas en inglés de North American Electric Reliability Council, www.nerc.com) y que agrupa a productores, despachadores de energía, responsables de red, comercializadores, grandes y pequeños consumidores, y agencias federales, estatales y locales, entre otros, con el ánimo de estudiar e impulsar las condiciones que garanticen la máxima confiabilidad del sistema eléctrico en Canadá, Estados Unidos y Baja California. Pues bien, en la conferencia del pasado 20 de agosto, los voceros del organismo técnico fundado luego del apagón del 9 de noviembre de 1965 (más de 13 horas afectó Nueva York, Connecticut, Massachussets, Rhode Island y otras pequeñas zonas del noreste de Estados Unidos y del sureste de Canadá) aseguran que es prematuro obtener conclusiones sobre las causas del evento que comenzó el 14 pasado a las 14:06, cuando la línea de alta tensión Chamberlain-Harding, en Ohio, quedara fuera de servicio, y que en apenas poco más de una hora implicó la desconexión de otra decena de las más importantes líneas de transmisión del vecino país. No obstante, ya se filtran algunas ideas por parte de expertos tanto del NERC como del CERA (Cambridge Energy Research Associates). Desde su sede, en Boston, los del CERA aseguran que además de las limitaciones de red (dos líneas en mantenimiento e insuficiencia de las restantes respecto de la importante demanda de un jueves de verano), hubo falla en los sistemas de comunicación en tiempo real. Esta falla permitió la propagación y la extensión del apagón. Para estos expertos hay debilidad de inversiones en líneas de transmisión de muy alta tensión; y con ello agudización de las restricciones de transporte de electricidad. Esto es evidencia fehaciente del apagón del jueves 14 de agosto (ver The Blackout of 2003: Sweating in the Dark en www.cera.com).
Pero la falla también es resultado de una grave falta de coordinación de los participantes en la operación y en el control del sistema eléctrico. Asimismo -parecen jurarlo- fruto de la mala suerte. Insuficiente inversión, insuficientes líneas, sobrecarga en algunas de ellas, incapacidad para desconectar subsistemas y cargas, falla en los sistemas de comunicación y coordinación, y mala suerte, son las explicaciones hasta hoy. Esperaremos más informes. Pero lo cierto es que, una vez más, pésele a quien le pese, la pertinencia de la desregulación y la viabilidad de los mercados de electricidad se ponen en duda.
Y a este respecto, justamente, un estimado amigo me reclama no haber mencionado en mi nota pasada el importante hecho de que el 16 de agosto la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cumpliera 66 años de vida. Tiene razón. No es asunto menor y es preciso subrayarlo. Por eso, como breve homenaje a la CFE y sus trabajadores, vale la pena recordar que el miércoles 16 de marzo de 1999, poco antes de las 10 horas, se registró un apagón en los estados de Tabasco, Campeche, Yucatán y en parte del estado de Quintana Roo. Según informes oficiales, en el momento en que se reconectaba al sistema eléctrico nacional una unidad generadora de la hidroelécrica Peñitas experimentó un rechazo que originó un disturbio eléctrico en el sistema que conecta el area de control eléctrico oriental con el área peninsular, ocasionando el mencionado apagón generalizado en prácticamente todo el sureste de México. El disturbio afectó la península porque su consumo eléctrico (poco menos de 10 por ciento del consumo nacional) se satisface en dos terceras partes con generación de las centrales térmicas de los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán (Lerma, Nachi Cocom, Mérida, Valladolid, Cozumel, Chetumal) y en una tercera parte con generación del area oriental, básicamente de la rica cuenca de la Angostura (centrales hidroeléctricas de Chicoasén, Malpaso, Infiernillo, Peñitas) en la que se produce más de la mitad de la energía generada con agua en este país, que a su vez equivale a 20 por ciento del total nacional. Sin embargo, en 20 minutos se logró la solución del problema y se obtuvieron las condiciones eléctricas para el inmediato restablecimiento del servicio eléctrico en el estado de Tabasco y en unas horas más en toda la península.
Este ejemplo de respuesta rápida de la CFE ante una eventualidad mostró la alta solvencia técnica de nuestra compañía estatal de electricidad. Y, sin lugar a dudas, aporta elementos para el cuestionamiento de un proceso privatizador que, una vez más y de nuevo compulsiva y aceleradamente, pretende impulsar el gobierno federal. šNo hay necesidad de decir más! [email protected]
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