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México D.F. Martes 19 de agosto de 2003
ENERGIA: POLITICA ILEGAL Y AUTORITARIA
De
acuerdo con información que se publica hoy en estas páginas,
es posible confirmar, detallar y precisar que el presente gobierno acelera
y profundiza la estrategia de debilitamiento del sector energético
nacional, que viene aplicándose desde el sexenio antepasado.
En Pemex, la concesión de contratos de servicios
múltiples (CSM) a consorcios extranjeros, el despido de personal
de confianza comprometido con la paraestatal y su remplazo por funcionarios
provenientes del sector privado nacional e internacional, así como
el desmantelamiento de ins- talaciones, indican claramente el designio
de convertir la empresa petrolera nacional en una mera "administradora
de contratos y plataforma de alianzas con el gran capital internacional",
como señala un análisis elaborado por la Unión Nacional
de Trabajadores de Confianza de la Industria Petrolera.
Por lo que hace a la generación de electricidad,
la política antinacional y anticonstitucional del gobierno se manifiesta,
entre otros actos, en el otorgamiento a empresas trasnacionales de contratos
de almacenamiento de gas natural con regasificación y las autorizaciones
de plantas de energía en el esquema de Proyectos de inversión
con impacto diferido en el registro del gasto (Pidiregas).
La concesión íntegra de la reserva de Chicontepec
a la inversión privada trasnacional es el ejemplo más claro
de esta estrategia de privatización furtiva e ilegal del sector
energético, estrategia que no sólo resulta contraria a los
preceptos establecidos en la Carta Magna, sino que se impone al país
en el más puro autoritarismo tecnocrático, es decir, sin
consultar ni buscar consensos con los gobernados. En ese espíritu,
las cuentas y los cálculos oficiales bastan para justificar una
política impopular, porque atenta contra principios torales del
Estado mexicano, y obsoleta, porque la desincorporación de las empresas
públicas de energía se ha vuelto indefendible, a la luz de
los resultados en el contexto internacional. No es ese, precisamente, el
estilo de gobernar que se esperaba de quienes se presentaron como portavoces
del cambio, de la democracia, de la transparencia y de la participación
de la sociedad en las grandes decisiones nacionales.
Finalmente, el disparatado e irresponsable desmantelamiento
de Pemex implica peligros graves para la subsistencia misma del Estado.
De acuerdo con un informe del Grupo Financiero BBVA-Bancomer, el gobierno
podrá cumplir con su meta de déficit fiscal de 0.5 por ciento
del PIB para este año gracias a los ingresos -ordinarios y extraordinarios-
obtenidos de la operación de Pemex. Pero si sigue adelante la liquidación
de esa entidad paraestatal, en unos pocos años las arcas públicas
se quedarán sin esa fuente de ingresos indispensable para el país.
Si prosigue la liquidación en marcha de la paraestatal, los estrechísimos
márgenes presupuestales que le imponen a la actual administración
las deudas heredadas del salinismo y el zedillismo -empezando por la carga
del rescate bancario- serían un escenario de abundancia comparado
con lo que esperará al gobierno que arranque en 2006.
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