Fue campeón mundial medio y semicompleto
durante varios años
Murió Ray Mendoza, figura de la época
de oro de la lucha libre mexicana
Sus cinco hijos heredaron la pasión por el pancracio
y se convirtieron en los Villanos
El pasado 17 de abril, a los 73 años de edad, Ray
Mendoza, una de las leyendas de la lucha libre y de las películas
del género, dejó el cuadrilátero de la vida.
El legado de José Díaz Velázquez,
su verdadero nombre, va desde dos llaves que inventó: la noria y
la estaca india, hasta la pasión por este deporte que heredó
a sus cinco hijos, quienes formaron la dinastía de los Villanos
I, II, III, IV y V, los dos primeros ya fallecidos.
Desde muy joven practicó deporte y se inició
en la lucha libre bajo la batuta de Ray Carrasco, a principios de los años
50 con el nombre del Chato Díaz. Sin embargo, lo cambió
por el que lo hizo famoso en honor de su entrenador y de su esposa, Guadalupe
Mendoza.
Con
el mote de Ray Mendoza debutó profesionalmente el 6 de febrero de
1956 en la arena Coliseo ante Blue Demon, y de ahí en adelante su
carrera ascendió gracias a su rol de rudo; después, con su
paso al bando de los técnicos, su popularidad aumentó.
Consiguió el campeonato mundial medio, el mundial
de peso semicompleto de la NWA y de la UWA nueve y 11 veces, respectivamente;
el nacional de parejas en dos ocasiones y el mundial de dupla de las Américas
en EU, entre otros.
Le quitó la cabellera a Angel Blanco, Dorrel Dixon
y René Guajardo, pero también sufrió dolorosas derrotas
ante Gory Guerrero, a quien terminó por vencer luego de prepararse
más, consciente que debía mejorar.
El mundo de las patadas voladoras lo llevó a trabajar
en películas al lado de El Santo, Blue Demon, Black Shadow y el
Cavernario Galindo. Debutó en el celuloide en 1962 en la cinta Santo
contra las mujeres vampiro.
Le siguieron El señor Tormenta, en la que
dobló a Erick del Castillo durante las escenas de lucha; Tormenta
en el ring, El enmascarado de oro contra el asesino invisible, Las lobas
del ring, Blue Demon contra el poder satánico, El tesoro de Moctezuma,
Operación 67, Santo contra los villanos del ring, Los leones del
ring contra la Cosa Nostra, Santo y Blue Demon contra el doctor Frankenstein
y, la última, La verdad de la lucha libre, en la que trabajó
con su hijo, el Villano V.
A pesar de la fama y el triunfo Ray Mendoza se mantuvo
alejado de vicios y formó una familia unida, respetuosa y apegada
al deporte.
Aunque al principio no estuvo de acuerdo en que sus vástagos
practicaran la lucha libre, terminó respaldándolos. "Como
padre no quería que sufriéramos lo que él", relata
en entrevista el Villano V. Su progenitor tuvo lesiones en la columna y
operaciones en las rodillas, dos veces en la nariz y frontal.
"Nosotros empezamos sin utilizar su apellido; los Villanos
I y II eran los Búfalos Salvajes, luego se les sumó un tercer
hermano, mientras el Villano IV era Leopardo Negro y yo me llamaba Rocambole",
expresó.
"No podía hacer nada porque ya estábamos
dentro, pero al final nos apoyó", comentó el Villano V, quien
desprovisto en esta ocasión de su máscara dejó al
descubierto las cicatrices de su frente, lesiones pequeñas si se
comparan con las que lo aquejan, semejantes a las de su padre.
Ray Mendoza nunca usó máscara, mientras
sus hijos prefieren la incógnita. El Potro de Oro, como también
se le conoce, les inculcó la filosofía de no darse por vencidos
hasta conseguir sus metas, ofrecer lo mejor en cada función, prepararse,
ser rectos, sinceros y atentos con todo el público, además
de no confiarse ante los rivales que aparentan ser pequeños y el
respeto por la familia, resumió el Villano V.
A mediados de la década de los 70 Ray Mendoza,
junto con otros luchadores, encabezó las demandas de mejoras salariales
y de condiciones de trabajo. Se retiró en 1983.
Se dedicó a entrenar a los nuevos gladiadores y
formó parte de la Comisión de Lucha del DF. El pasado sábado
fue inhumado en el Panteón Francés. Le sobreviven los Villanos
III, IV y V, así como tres hijas. NORMA HERNANDEZ