Luis Javier Garrido
La ocupación
La invasión de Estados Unidos a Irak se está saldando no sólo por la destrucción del Estado iraquí y del aniquilamiento genocida del pueblo del país árabe, sino por la amenaza de imponer en el mundo entero, por la vía de las armas, el modelo neoliberal.
1. El rasgo fundamental de la invasión lo constituye el hecho de que el proyecto neoliberal no esconde ya sus objetivos, pues atrás del lenguaje oficial del gobierno de George W. Bush, pretendiendo que actuó para prevenir ataques "terroristas" a Estados Unidos y llevar libertad y democracia a Irak, siguen apareciendo todos los días nuevas evidencias que confirman, aún a los más escépticos, que el gobierno de Washington actuó en el contexto de un plan largamente preparado para ampliar y fortalecer su dominio en el Asia central y lograr la imposición de un proyecto económico y social en todo el mundo, el cual se sustenta en el control de la economía global por unas cuantas empresas trasnacionales, a muchas de las cuales se halla asociado el equipo de Bush.
2. Los grupos de interés que se han apoderado del poder en Estados Unidos han pretendido siempre conformar gobiernos "democráticos", pero han actuado en cada ocasión en función de los intereses privados de las grandes corporaciones, aunque ninguno había llegado sin embargo a los excesos del actual. La camarilla de Bush, confiada en el control casi absoluto que tiene sobre los medios, y sobre todo segura de su impunidad, no parece preocupada porque se documente el genocidio cometido por las fuerzas armadas estadunidenses, ni porque aparezcan múltiples informaciones sobre los negocios privados que pretenden hacer sus integrantes. Luego de que Hans Blix (jefe de inspectores de la ONU) acusara a Bush y a Blair de haber usado documentos falsificados para achacar a Irak la posesión de armas nucleares, químicas o biológicas, lo que ya se sabía desde hace meses, y de pretender "sembrar" este tipo de armas (22 de abril), la Casa Blanca no mostró más que un mayor desprecio hacia Naciones Unidas.
3. La crisis por la que atraviesa Estados Unidos es mucho mayor de lo que pudiera suponerse, pues los dueños de la prensa escrita y audiovisual parecen tener una absoluta unanimidad en el propósito de encubrir a su gobierno, y muy pocos son los espacios que hay hoy día en esos medios para expresar opiniones divergentes. La escritora liberal estadunidense Bárbara Probst Salomon se quejaba de esto en un artículo (El País, 21 de abril), en el que señalaba que aparte de The New York Times, todos los medios son republicanos, y en consecuencia han avalado ciegamente la guerra, lo cual es muy grave si se entiende que dicho diario no constituye tampoco una excepción, pues ha sido también furibundo defensor de la invasión y ha minimizado el genocidio, actuando, al igual que las grandes cadenas de televisión (NBC, CBS, CNN), como vocero del Pentágono.
4. La primera consecuencia de esto es muy obvia y la constituye la creciente fascistización de amplios sectores del pueblo de Estados Unidos, que están justificando todos los crímenes de su gobierno y compartiendo su responsabilidad criminal. Los medios han influido sin duda, y de una manera determinante, al ciudadano medio en una serie de creencias y suposiciones, pero eso no lo explica todo. Los historiadores de ese país no podrán argumentar algún día, como lo hicieron muchos en el caso de la Alemania nazi, que la mayoría "no sabía" lo que estaba haciendo su gobierno. Los estadunidenses saben bien que el mayor control que tenga Washington de los recursos básicos del planeta redundará en su beneficio personal, en elevar el nivel del american way of life en menoscabo de los derechos de otros pueblos, y por eso se niegan a ver la violación de los derechos humanos que están perpetrando en otros países y quieren creer que en Estados Unidos hay un régimen democrático y de libertades.
5. El argumento infantil de que el gobierno de Bush actuó en Afganistán y en Irak por miedo tras el 11 de septiembre, y que repiten en América Latina muchos académicos, es indigno. Bush ordenó esas invasiones porque sabía que ni los talibanes ni Hussein tenían armas prohibidas, y lo hizo dentro de un proyecto que busca adueñarse de los recursos estratégicos de esos pueblos e implantar el modelo neoliberal en el mundo árabe. El miedo lo genera la propia administración Bush, pues ha aprobado un proyecto para infundir el miedo a la población estadunidense en los medios o imponiendo tanto a las entidades públicas como a las privadas programas obligatorios para protegerse de supuestos ataques con armas prohibidas.
6. La impunidad se sustenta también, sin embargo, en el abandono de los pueblos de sus responsabilidades. Tras la caída de Kirkuk (10 de abril) y de Tikrit (14 de abril), el fin de los bombardeos, la instalación en Bagdad del gobierno de ocupación del general Jay Garner (21 de abril) y el inicio del reparto del botín, las movilizaciones han decrecido en todo el mundo, a pesar de que se ha intensificado el genocidio y el saqueo de Irak. La mayor parte de los gobiernos parece haberse doblegado a Washington, y mientras los integrantes de la Unión Europea lo único que hacen es reclamar su tajada del pastel (16 de abril), los de Latinoamérica, incluyendo al de México, no parecen preocuparse más que en doblegarse más ante la Casa Blanca.
7. El programa inmediato del grupo de Bush ya no se esconde tampoco y empieza a imponer en su propio país lo que al mundo en los pasados 25 años -constituyendo un engaño para quienes lo han estado apoyando en la invasión de Irak-: restringir los derechos civiles y políticos de los estadunidenses (coartándoles los derechos de reunión y de asociación, la libertad de expresión y las garantías procesales) y acabar con sus derechos sociales, lo que empieza a ser preocupación de los analistas en asuntos económicos: deterioro de los servicios públicos por el recorte del gasto, privatización de servicios educativos y de salud, pérdida de la cobertura de salud para cientos de miles, creciente desempleo.
8. El gobierno de Bush ha prostituido las palabras como pocos, y la invasión -hecha en nombre de "la libertad" y "la democracia"- ha producido algunos de los mayores actos de barbarie que se recuerden. El mismo día que en una verdadera mascarada instalaba una asamblea de "la oposición" y se jactaba de que las protestas contra ella eran un signo de que ya había democracia, el ejército estadunidenses disparaba contra una multitud inerme en Mosul (15 de abril). Para no quedarse atrás, Donald Rumsfeld señaló tajante hace días: "Estados Unidos no aceptará un régimen islámico en Irak, aunque gane en las urnas" (21 de abril).
9. La duda de la camarilla de la Casa Blanca es si proceder ahora contra Corea del Norte, Siria, Irán o Cuba, y para ello busca un pretexto. No llama la atención por eso que Vicente Fox, como verdadero peón de brega de Bush, se esté dedicando a querer criminalizar al régimen de Fidel Castro para buscar crear las condiciones para la invasión a la isla caribeña. Después de todo, como ahora se sabe, Fox fue impuesto en la Presidencia de México con dinero sucio procedente del exterior.
10. En buena parte de los países de América Latina no hay, desde luego, riesgo de una invasión, pues los regímenes encabezados por individuos como Fox cumplen las funciones que Washington pretende dar al nuevo gobierno iraquí: representar los intereses del capital trasnacional que busca apoderarse de los recursos estratégicos del planeta.