Aquí nos tocó vivir, serie
de la periodista que llega a 25 años ininterrumpidos al aire
Las voces de la ciudad cada vez son más vigorosas,
más críticas: Cristina Pacheco
El programa transmitido por Canal Once es caso único
en la televisión pública nacional
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
La emisión Aquí nos tocó vivir
cumple 25 años ininterrumpidos al aire. Transmitida siempre por
Canal Once del Instituto Politécnico Nacional y concebida originalmente
como un programa sobre la relación entre la gente y la arquitectura
en la ciudad de México, su permanencia la convierte en un caso único
en la televisión pública mexicana.
Aunque afectada por el ánimo bélico que
permea al mundo, la periodista Cristina Pacheco, fundadora y conductora
de la emisión, admite estar contenta por la efeméride y dice
que su vigencia se debe a que la gente, el público, se reconoce
en el programa y lo ha hecho suyo.
Metrópoli que se volvió infinita
-El lugar en el que ''nos tocó vivir" ha cambiado
en estos 25 años y usted ha sido testigo privilegiada de esos cambios.
-Desde
el principio entendí que quien hace la ciudad, la define y la traza,
es la necesidad de la gente que quiere un sitio dónde vivir, dónde
abrigar su historia personal y, desde luego, dónde soñar.
Es impresionante la lucha cada vez más dura por sobrevivir en esta
urbe y sin embargo las personas siguen llegando. La ciudad se ha vuelto
infinita. Y ha cambiado, de manera importante, el coro de voces que se
escucha aquí; es cada vez mas fuerte, más vigoroso, más
enérgico, más lúcido y más crítico.
-¿Diría que, entre otras cosas, Aquí
nos tocó vivir es una crónica de la sobrevivencia en
la ciudad?
-Es una historia de la vida cotidiana en la que aparecen
todas las personas de la sociedad que ha sido posible captar por su actividad,
por su función en una comunidad, por su manera de conservar la tradición,
por su forma de organizarse, por su estilo de vida, por su relación
con el trabajo. Pero no es un programa ni de antropología ni de
sociología ni de historia ni de filosofía ni de política,
es simplemente un documento periodístico que quiere contar la vida
de los que hemos llegado a la urbe y aquí nos tocó vivir.
-Sin embargo, esos testimonios se han convertido en todo
eso que enumera.
-Pero ha sido por el peso de la palabra de la gente, por
lo que nos han revelado de sí mismos y de nosotros mismos.
-¿A usted qué le han revelado?
-Me han hecho entender un poco más a qué
mundo pertenezco, a qué sociedad pertenezco y me han hecho valorar
inmensamente la educación. Creo que la gran carencia de nosotros
es la educación y la desintegración de la familia. De las
entrevistas que he hecho, más de la mitad son testimonios de abandono:
mujeres abandonadas, niños que no conocieron a sus padres, niñas
a las que no quisieron porque eran mujeres y las abandonaron a la puerta
de una casa, o maridos que están pero no están.
Prejuicios rotos por la necesidad
-¿El enfoque de género se dio sobre la marcha
o fue planeado?
-Fue sin pensarlo. La voz de las mujeres fue cobrando
un peso tremendo. No se hablaba entonces de género ni mucho menos.
Pero conozco el trabajo de las mujeres, formo parte de ese mundo difícil.
El hecho de haber vivido en el barrio, en la vecindad, me hizo entender
hasta qué punto las familias sobreviven por el esfuerzo de las mujeres,
un esfuerzo de 24 horas diarias que muchas veces no tiene ninguna compensación.
''Conseguir agua para la casa, lograr la construcción
de una escuela, hacer que cierren una pulquería o que sus maridos
les den permiso, y lo digo subrayado, de trabajar, son pequeños
o grandes logros de esas mujeres. Son mujeres a las que la necesidad las
hizo romper ellas mismas los prejuicios que las tenían aisladas.''
-Un periodista aspira a que su trabajo repercuta de manera
positiva en una comunidad, en una sociedad. ¿Cuál es el impacto
de Aquí nos tocó vivir?
-Temo dar una respuesta que parezca sobrada o vanidosa,
pero tengo que ser honesta: el programa por su misma dinámica se
ha ido convirtiendo en un programa de la gente. La gente entendió
que el micrófono era para magnificar su voz, que la cámara
no era para ponerlos como escenografía, sino para dar un testimonio
de su existencia, para verse, para que otros los vieran.
''Yo sé que mucho del periodismo que se ha dado
en los últimos años tiene que ver con ese programa y también
debo decir que el cine miró y se alimentó de ese programa.
Y conste que estoy insistiendo: el programa es de la gente.
''A pesar de las tentaciones que pueda una tener, no lo
he convertido ni en un espectáculo ni en una cátedra ni en
un laboratorio.
''Quienes aparecen ahí son nada más personas
que sin tratar de ganar nada ni de ser protagónicas, de pronto como
que se salen de la fila y, como en la escuela, dicen estoy presente y esta
es mi vida."