El poeta jalisciense presenta su antología
personal Novedad en la sombra
Quienes no nacimos en lo culto buscamos la formalidad:
Yáñez
La compilación no es un recuento cronológico,
sino un muestrario de sus 30 años de actividad
''Antes buscaba que todo fuera sincero, después
me preocupé porque fuera poesía sin más''
CESAR GÜEMES
A lo largo de su desempeño como escritor, Ricardo
Yáñez ha visitado una considerable cantidad de formas poéticas
a fin de conseguir un estilo que consiste en no repetirse. De ahí
que no tengan casi hermandades entre sí libros suyos como Escritura
sumaria, Ni lo que digo, Dejar de ser, Antes del habla, Si la llama, Estrella
oída o De rendimiento. Por tal motivo su nuevo libro,
la antología Novedad en la sombra, coeditado por Arlequín
y CNCA-Fonca, no es una propuesta cronológica de su trabajo, sino
un muestrario que articula textos escritos durante los 30 años que
ha dedicado a la poesía.
-Parecería que su obra es muy autorreferencial,
pero eso también puede ser un recurso.
-En
realidad lo fue, por eso me cuidaba mucho al escribir. Pero últimamente
me di cuenta de que era una locura evitar temas, nombres o cercanías.
La validez de la poesía se da, después de todo, si es autorreferencial
o no. Al escribir, un buen día me dijeron que era poeta, cuando
yo tenía poco menos de 20 años. En otro momento me lo dijo
Arreola, creo que con ánimo de entusiasmarme. Así llegué
a dedicarme a la poesía.
En el trabajo antologado por Yáñez está
el trabajo con métrica. ''Me gusta lo formal -nos dice a propósito-
porque los pobres queremos hacer fiestas de quince años y bailar
el vals. De hecho un tiempo me dediqué a montar valses para fiestas
de quince años. Por eso hago sonetos. Aquellos que no nacimos en
un ambiente culto buscamos la cultura y la formalidad para adquirir el
rigor. Claro, no digo que me haya convertido en un poeta aplicado, pero
me veo obligado a tratar de serlo. Por otra parte me he dedicado a escribir
décimas, que ya es una forma más popular. Me acerco a ella
porque en mi formación hay elementos de música.''
-Al parecer en el trabajo reciente regresa al verso blanco.
-Puede ser, pero no de manera consciente. El caso es que
aprendí a hacer textos medidos y rimados. En la juventud primera
me dio por bucear en las vanguardias, que por cierto en su momento no sabía
que existían.
-Para hacer poesía no se requiere ser académico.
-Hace falta ser poeta. Lo que uno requiere es vivir la
poesía que pasa por delante. Es un proceso de aprendizaje y de arriesgar.
Bueno, no hablo de riesgos muy grandes, pero dada mi escasa capacidad de
aventura cualquier cambio en mi vida literaria lo tomo con cuidado. Y aclaro
que el riesgo no es en la existencia diaria, sino ante la máquina
de escribir. Al publicar busco ser menos osado para no poner al lector
frente a un texto demasiado experimental. La ventaja de contar con buenos
editores, por ejemplo, es que señalan lo que no es publicable. Lo
mejor que pueden hacer es detenerlo a uno cuando se dan cuenta de que a
las propuestas escritas les falta madurez. Es verdad, por otro lado, que
a diferencia de otros países aquí los editores sugieren,
pero no se meten demasiado con los autores. Es una medida intermedia de
trabajar con quien escribe. No estamos solos, pero tampoco estamos confiados
a que los responsables de las editoriales pongan el punto final a una obra
creativa.
En otro de los textos incluidos en Novedad en la sombra,
Yáñez escribe, echando mano de la realidad cotidiana: "Tú
aún no usabas chanel/ usabas avón todavía". Sobre
este manejo nos dice: "Es una tarea que me propuse sobre los aromas. Lo
que seguía, que he modificado, no aparece en esta antología.
Modifiqué el poema. En fin, ahora recurro cada vez menos a ese tipo
de referencias. La idea es cambiar, ir descubriendo si uno es escritor
o no. Y para eso lo que hace falta es no repetirse''.
-La antología no obedece a un orden cronológico
y muchos de los textos incluidos eran inéditos hasta la publicación
del libro. ¿Qué idea buscaba de antología?
-En el libro es todo lo que es. Me explico: quise hacer
un libro para cuando yo no esté presente y deje constancia de los
poemas que aparecen. Si no hay una secuencia cronológica, hay en
cambio una correspondencia interna, de modo que el poemario ofrece cierta
unidad pensada, como siempre, para el lector. No digo que los poemas por
eso sean buenos o malos, sino que están situados de forma que ofrecen
un discurso articulado.