BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife-Rahme
Cinco teorías sobre la caída de Bagdad
Holocausto cultural; los nazis no llegaron a tanto
Bush, el nuevo Atila que ronda por el planeta
PEOR QUE EL derrocamiento del régimen baazista
de Saddam ha sido el saqueo y la destrucción de las joyas culturales
que marcan el inicio de la civilización universal en el circuito
Sumeria-Acad-Babilonia-Asiria, por parte del superlativo "país de
la destrucción masiva", gobernado por un clan de barbáricos
fundamentalistas apocalípticos que interpreta la Biblia a su manera.
LA CONCIENCIA UNIVERSAL no logra asimilar el holocausto
cultural que, más que dañar a Irak, lastima al género
humano, al pretender desvincularlo de sus fuentes primarias de civilización:
los archivos de Uruk. En este sentido, los nazis no llegaron a tanto y
mostraron una mayor cultura al preservar las joyas de los países
invadidos. En términos estrictos de estética, los nazis fueron
más civilizados que las hordas de tropas invasoras angloestadunidenses
dotadas de los más modernos artefactos tecnológicos (para
lo que sirven), cuya misión primaria fue resguardar los yacimientos
de crudo y el Ministerio del Petróleo en Bagdad, antes que los museos
y los hospitales: la metáfora oleosa es inigualable. La apoteosis,
que puede resultar pírrica, del ejército invasor angloestadunidense,
es más negra que el color del petróleo que busca monopolizar
a escala global la petrocracia texana.
EL PILLAJE DELIBERADO de los museos de Bagdad de
las obras de arte del inicio de la civilización universal se encuentra
a la medida de las grandes catástrofes de la iconoclastia barbárica,
en semejanza al incendio de la Biblioteca de Alejandría, quemada
dos veces: por los romanos de César y por las huestes fanáticas
del Islam desbocado del califa Omar, en 641 dC. Bush es el nuevo Atila
que ronda por el planeta y podrá dominar por la fuerza todo el Medio
Oriente, y quizá al mundo entero, pero ya perdió la batalla
de la civilización universal, de la que se ha vuelto su enemigo
público superlativo. La primera derrota indeleble que llevará
como estigma hasta su epitafio el equipo depredador del presidente número
43, embriagado de su azorante poder tecnológico barbárico,
será su derrota civilizatoria que pone en tela de juicio la presencia
de Estados Unidos en el concierto de las naciones civilizadas del planeta,
de lo cual se inquieta con justa razón el equipo Clinton.
EL
ESTUPOR DE la sociedad civil global ante la catástrofe cultural
de Bagdad se yuxtapone al asombro por la nula resistencia de la Guardia
Republicana, que brilló por su ausencia, lo que ha dado pie en la
prensa del mundo árabe a varias teorías estrujantes.
NINGUN ESCENARIO PREVIO el derrumbe casi instantáneo
de la defensa de Bagdad, donde se pensaba que se libraría la "madre
de todas las batallas", un mito fomentado por el pasado glorioso del panteón
de los héroes iraquíes: Gilgamesh, Sargón, Nabucodonosor,
Saladino y Harún-Al-Rachid. Después de dos semanas de inesperada
resistencia en la región chiíta del sur de Irak, ayudada
por el "general arena", se suponía que la tenacidad defensiva aumentaría
en la zona central sunnita en torno a Bagdad, donde se había posicionado
el grueso de la Guardia Republicana, que súbitamente se evaporó
del frente de batalla, lo cual permitió el acceso relativamente
sencillo a los marines, que se dieron el lujo de montar una coreografía
que pretendió imitar en forma grotesca la caída del Muro
de Berlín.
EN IRAK SE ESCENIFICARON "tres guerras en una",
totalmente diferentes entre sí: la heroica del sur chiíta,
la decepcionante del centro sunnita y la tramposa del norte kurdo (que
todavía no alcanza su epílogo). A las dos semanas de guerra,
cuando el ejército invasor angloestadunidense manifestaba sus fallas
operativas, lo que orilló la visita de pánico del premier
Blair a Campo David, Bajo la Lupa (6 de abril) formuló que "cosas
extrañas estaban sucediendo en Bagdad", que delataban trueques bajo
la mesa.
EL PERIODICO SAUDITA Ashark Al Awsat (4
de abril) filtraba que la esposa de Saddam se había exiliado
en Damasco y la televisora qatarí Al-Jazeera (9 de abril) reportaba
que "la CIA y el KGB negociaban la suerte de Saddam" a cambio de la benignidad
de la Guardia Republicana. Stratfor (9 de abril) señalaba que los
rusos habían rescatado a Saddam quien, incluso, se pudo haber encontrado
en el convoy diplomático ruso que había abandonado Bagdad
hacia Damasco que fue alcanzado por el fuego del ejército invasor.
EN UNA DIATRIBA ("La colusión de los dictadores"),
Parviz Esmaeili, en el Teheran Times (10 de abril), órgano
oficioso de la teocracia de los ayatolas chiítas de Irán,
expone que, después de haber sido frenado el ejército estadunidense
en el río Eufrates, repentinamente entró a Bagdad con nula
resistencia de la Guardia Republicana porque Saddam y el círculo
gobernante, que habían pactado con Estados Unidos, se encontraban
en Tikrit esperando un avión que los llevaría a Rusia.
LA "LISTA DE LOS militares iraquíes evaporados
misteriosamente" es la siguiente: "225 mil de la Guardia Republicana (desvanecidos);
176 mil, personal del ejército regular (desvanecidos); 100 mil fedayines
de Saddam (desvanecidos); 14 mil mujaidines, la policía
normal, los apagafuegos, un número desconocido de prisioneros (desvanecidos);
entre 90 y 150 aviones de combate. Todos desaparecieron en menos de 24
horas: estas fuerzas no fueron vencidas en combate ni sus armas fueron
destruidas o capturadas" (Petribnews, 14 de abril).
WALID RAHABB EN Sawt Al-Uruba ("La voz de
los árabes"; 14 de abril) desmenuza lo que titula "El trato", que
emplea la variante de un arreglo directo entre Donald Rumsfeld y los altos
comandantes de la Guardia Republicana, por encima de Saddam y sus dos hijos.
La agencia Batzstab, cercana a los grupos militares conservadores de la
teocracia de los ayatolas chiítas de Irán, asevera que la
caída de Bagdad se debió a un arreglo tripartita entre Saddam,
Rusia y Estados Unidos (Gulf News, 14 de abril). La televisora estatal
iraní, que se encuentra bajo la supervisión de Ali Jamenei,
"líder supremo de la Revolución Islámica", maneja
que existió un trato para la entrega de Bagdad sin resistencia.
Llama la atención la intensidad de las acusaciones de la teocracia
de los ayatolas chiítas de Irán sobre la presunta entrega
de Bagdad, cuando del lado árabe también abundan los señalamientos
del apoyo de Teherán a Estados Unidos para derrocar a Saddam. Así
son las arenas movedizas del desierto medioriental, que nunca permanecen
en un mismo sitio.
JALAL GHAZI (Salon, 14 de abril) sostiene
que "los medios del mundo árabe especulan que existió una
safqua (en árabe: "trato secreto") entre Estados Unidos y
el régimen baazista para entregar Bagdad. Aunque nadie puede señalar
los términos exactos, se dieron tres claros resultados: las vidas
de las fuerzas angloestadunidenses y de los altos oficiales del partido
Baaz fueron preservadas; Bagdad no se volvió el baño de sangre
anticipado ampliamente por los expertos militares, y la guerra fue acortada
dramáticamente, lo que evitó a la región, en particular
a Arabia Saudita, consecuencias catastróficas".
THE BALOCHISTAN POST (15 de abril) agrega
al menú conspirativo que "el trato fue alcanzado entre Rusia y Estados
Unidos después de las charlas que sostuvo Condoleezza Rice -la asesora
en seguridad nacional- con los funcionarios rusos, antes del ataque a Bagdad".
El rotativo escarba en los lazos entre Saddam y Estados Unidos, y acusa
al ex mandatario iraquí de haber realizado su golpe de Estado con
la ayuda de la CIA y que, incluso, su invasión a Kuwait fue instigada
por Estados Unidos, que le entregó armas de destrucción masiva
durante su guerra contra Irán: "Estados Unidos lo usó para
crear una oportunidad de desplegar cientos de miles de tropas en la región".
¿Qué tal?
INMISERICORDE, JOHN CHALMERS (de la agencia británica
Reuters, 15 de abril) fustiga que "no existieron ataques con armas químicas,
no existió 'una guerra dentro de la guerra' entre Turquía
y los kurdos, no hubo crisis de refugiados, no hubo destrucción
masiva de pozos petroleros, ni de puentes ni de presas, ni tampoco hubo
una carnicería como en Stalingrado. ¿Fue Irak el perro que
no ladró?"
MICHAEL YOUNG, COLUMNISTA del periódico
libanés pro chiíta The Daily Star (12 de abril), elabora
cuatro teorías sobre la caída fácil de Bagdad:
1) Un trato entre Rusia y Estados Unidos para salvar a Saddam a cambio
de la entrega de Bagdad (teoría que favorece Nabih Berri, el chiíta
líder del grupo Amal y presidente del Parlamento de Líbano).
2) Una variante, que propala el periódico libanés pro saudita
Al-Hayat: el arreglo se dio entre la Guardia Republicana y Rumsfeld,
sin Saddam. 3) El alcalde Amer Ahmed dijo al periódico libanés
Al-Mustaqbal que "la ausencia de cualquier coordinación entre
las fuerzas iraquíes sugería un arreglo entre Saddam y la
Guardia Republicana a espaldas del ejército regular", a grado tal
que "el general Sufyan Jgheib, ayudante de Saddam, usó un helicóptero
Apache estadunidense para visitar las unidades de la Guardia Republicana
en Bagdad para pedirles que no pelearan". 4) Las fuentes de inteligencia
alemanas, según reportó Stratfor, aseguran que al inicio
de la guerra Saddam y sus dos hijos perecieron en la operación
Decapitación, mientras que dos altos funcionarios, el vicepresidente
Taha Yassin Ramadan y Tareq Aziz, encabezaron el esfuerzo de resistencia,
pero fueron asesinados por los jefes militares y los jefes de inteligencia,
que cedieron la mayor parte del país a Estados Unidos y Gran Bretaña.
QUEDA EN EL aire de la mitología regional
una quinta teoría: para mejor librar la guerra asimétrica,
la Guardia Republicana se disolvió entre la población urbana
de Bagdad para luego iniciar la guerra de guerrillas contra el invasor
angloestadunidense. Sea lo que fuere, el común denominador de las
cinco teorías sobre la presunta causa de la caída de Bagdad
sigue siendo la ausencia de resistencia de la Guardia Republicana, que
se esfumó en el aire, lo cual permitió el ingreso de los
barbáricos marines con sus aliadas mafias trasnacionales
del mercado negro del arte (tan negro como el petróleo), que se
libraron a una orgía iconoclasta de los archivos primigenios de
la humanidad. Y esto último, más que la caída del
régimen baazista, no tiene perdón ni remedio.