Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 19 de abril de 2003
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Cultura
Desde hace 53 años se representa la muerte de Cristo en el barrio de la Candelaria

En Coyoacán, una visión laica de la Pasión

Se debe a Novo el impulso de esa escenificación organizada por un grupo experimental

ANGEL VARGAS

Las representaciones de la pasión de Cristo son como las películas de Pedro Infante o Tin Tan: todos saben el desenlace, pero nadie quiere perdérselo.

Así, en el pueblo de la Candelaria, Coyoacán, más de 6 mil personas de todas las edades, según cifras preliminares de Protección Civil, presenciaron ayer, una vez más, la escenificación del martirio y la muerte de Jesucristo a cargo del grupo de teatro experimental Salvador Novo, como lo han hecho desde hace 53 años de manera ininterrumpida en ese barrio capitalino.

Lo que diferencia a esta representación de otras que se efectúan en el resto de la República e inclusive en varias partes del planeta es su carácter esencialmente laico. Aunque parezca contradictorio o paradójico, su aspiración inicial es netamente artística y no religiosa, según explica el director de la compañía, Martín Morales, quien aclara, sin embargo, ''que el guión está apegado totalmente a los aspectos históricos, por respeto a los que somos creyentes''.

El montaje es considerado ya una tradición en aquel pueblo ubicado en la zona del pedregal coyoacanense, al extremo de que parte considerable del presupuesto para su realización proviene de la comunidad (60 mil pesos este año), así como poco más de 90 por ciento de los actores y del equipo creativo y técnico.

En total son 80 personas las que intervienen directamente, la mayoría dedicada a otra profesión o actividad ajena al teatro, desde el libretista, el director escénico y los actores, hasta los escenógrafos, iluminadores y encargados del vestuario, maquillaje y tramoya.

Quien representa el papel de Jesucristo o aspira a hacerlo debe pasar por un casting en el que se pide "sólo buena conducta, y no casi santidad", contrario a lo que sucede por ejemplo en la famosa Pasión de Iztapalapa, además de que el candidato ''tenga facciones similares a las de Cristo y buena condición física y mental''.

Ese papel protagónico correspondió este año a Juan Torres Membrilla, de 28 años, quien se gana la vida como técnico en escenografía, y con ésta es la cuarta ocasión que encarna al Mesías, la primera de ellas se remonta a 1998.

La Representación de la vida, pasión y muerte de Jesús en el pueblo de la Candelaria, como se intitula la obra, se desarrolla desde su primer año durante dos días, el jueves y el viernes santos.

En el primer día se escenifican aspectos de los últimos momentos de Jesús, desde que se despide de su madre, María, hasta la última cena, la oración en el huerto de Getsemaní y la aprehensión por parte de los soldados romanos.

El atrio de la iglesia de la Candelaria sirve como escenario, al igual que el Viernes Santo, cuando se determina la muerte de Cristo tras ser juzgado por Pilatos y Herodes. La procesión del viacrucis parte de ese sitio y recorre tres y medio kilómetros antes de llegar al Gólgota coyoacanense, ubicado en el parque ecológico Huayamilpas.

Las reacciones que despierta esta representación entre quienes la presencian, cuando menos así ocurrió en la versión de este año, van del sufrimiento al llanto de algunos, hasta la sorpresa y la emoción de no pocos chiquillos que comentan a sus padres el deseo de ser Cristo cuando sean grandes.

También hay algunos, sobre todo adolescentes, que bromean acerca de la obra y hacen escarnio de sus cuates que intervienen en el montaje, señalando ''lo cagado" que se ve fulanito de "árabe" o menganito de soldado romano. Las carcajadas estallan cuando de pronto de una de las gargantas de los actores, todos ellos aficionados, se escapa un gallo en pleno diálogo o un haiga o un pos.

En este evangelio según el grupo Salvador Novo, Cristo pronuncia sus últimas siete palabras viendo de frente un arenoso campo de futbol llanero, aunque sin acaparar totalmente la atención de las casi 6 mil personas que se encuentran allí reunidas, pues hay quienes juegan una cascarita, otros comen frituras o fritangas, o tratan de amainar el insolente calor con un vaso de fruta fresca, un raspado, una paleta de agua o un chesco.

Llega la muerte del hijo de Dios y la inocencia infantil pregunta a su padre a qué hora temblará la tierra y se desatará la tormenta. "No, mi'jo, eso nomás pasa en la película".

La pasión de la Candelaria se debe al señor Jesús Martínez, originario del barrio, quien, según se cuenta, decidió comenzar esta tradición en 1951 para ganarse el perdón de sus pecados.

Con el paso del tiempo fue tanta la participación social que logró esta escenificación que un día llegó a oídos de Salvador Novo, quien decidió apoyarla mediante asesoría y contactos. De allí que el grupo de teatro experimental haya decidido asumir el nombre del gran poeta y dramaturgo tras su muerte, a manera de agradecimiento.

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