Como parte de la conmemoración, el FCE
lanza el tomo 15 de sus obras completas
Hoy, quinto aniversario luctuoso del Nobel mexicano
Octavio Paz
El libro contiene entrevistas que el autor de El
laberinto de la soledad concedió en diferentes épocas
a diversas personalidades El Claustro de Sor Juana hará el 29
de abril un homenaje al poeta
CESAR GÜEMES
Hoy se conmemoran cinco años del fallecimiento
de Octavio Paz, premio Nobel de Literatura en 1990, cuyo deceso ocurrió
el 19 de abril de 1998. Con motivo de ese acontecimiento, el día
24 se dará a conocer el volumen número 15 de sus obras completas,
publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), mientras el día
29 el poeta y ensayista será recordado en un homenaje en el Claustro
de Sor Juana.
El libro, con el que la serie llega al número 15,
contiene entrevistas que en diversas épocas y a distintas personas
concedió el autor de El laberinto de la soledad. Con autorización
del FCE reproducimos declaraciones de Paz hecha a Jacques Julliard, y que
aparecen en el capítulo titulado ''Las pasiones rebeldes de Octavio
Paz''.
Sobre el subcomandante Marcos, dijo Paz en aquella
conversación: "Es un profesor de universidad, cuya tesis doctoral
está llena de referencias a Althusser. Es un hombre culto, que a
veces no carece de elegancia en la expresión".
Respecto de su formación, le dijo a Julliard: "Al
principio, como muchos jóvenes de mi edad, me educaron en una escuela
privada francesa, ultracatólica, luego en una escuela inglesa muy
reservada, por el contrario, ante la cuestión religiosa. Pero después,
a partir de la secundaria, acompañé a mi padre a casa de
su viejo amigo Antonio Díaz Soto y Gama, revolucionario romántico
que me hizo descubrir las tendencias anarquistas de la revolución
zapatista. Después, durante la guerra de España, mi amigo
José Bosch, anarquista a su vez, me hizo leer a algunos grandes
autores anarquistas como Elisée Reclus y Kropotkin. Sostuvimos discusiones
apasionadas. El estaba convencido de que la guerra de España desembocaría
en una revolución".
En
cuanto a la existencia del mal como manifestación concreta, Paz
explicó: ''Hay dos vertientes: el optimismo norteamericano y el
puritanismo norteamericano. Hay sin duda una visión pesimista del
hombre, heredada del calvinismo, pero que no colorea el conjunto de la
literatura norteamericana. Freud no dijo nada importante sobre el mal,
y sólo Nietzsche abordó en realidad el problema. Pero han
sido los teólogos los que han hablado con mayor profundidad de una
pregunta que estamos obligados a plantearnos tras la experiencia del nazismo
y de la guerra. Yo creo que el mal forma parte del hombre, que es humano.
Los cristianos creen que el hombre hace el mal porque es un ser caído.
Yo opino lo contrario: el hombre se vuelve hombre por el lenguaje, el trabajo,
la cultura y sobre todo por la conciencia de sí mismo, que implica
un cierto grado de libertad. Sólo un ser libre es capaz de crueldad.
Los animales no cometen el mal. Por lo contrario, la herencia más
inapreciable del cristianismo es su concepción de la persona: cada
hombre y cada mujer son un ser único y sagrado. El siglo XX lo ha
olvidado, en el nazismo, desde luego, pero también en el pensamiento
revolucionario".
Otro de los temas que interesó vivamente al Nobel
mexicano fue la existencia de un país como Estados Unidos. Sobre
esa nación apuntó: ''Estados Unidos no ha conocido ni la
Edad Media ni el Renacimiento. Sólo comenzaron con el recuerdo de
la Reforma y con el pensamiento enciclopedista. Fueron los fundadores de
nuestra modernidad. Lo que más me ha conmovido en los Estados Unidos
no es la cultura sino la vida. Por eso quiero tanto a ese país a
pesar de sus pecados[...] Así, fui sensible a Whitman, a algunos
novelistas como Melville, a poetas como T. S. Eliot, quien es inglés
a medias, y a Ezra Pound. La otra cara de mi experiencia es el descubrimiento
del Oriente a través de la India. Encontré allí una
civilización aún viva aunque ya petrificada. Para empezar,
me sentí a mis anchas entre la cultura y la escultura de la India.
En mis relaciones con mis amigos indios nunca encontré el tipo de
dificultad y de resistencia que siento en mis relaciones con mi propio
país, al principio con los intelectuales, pero no sólo con
ellos".
Su relación con Oriente fue definida así:
"Naturalmente, ¡no me convertí al budismo! En particular,
la idea de la reencarnación me parece inconcebible para un hombre
moderno. Siempre he retrocedido ante el monoteísmo que a mi parecer
es la raíz de la intolerancia Occidental. Mire usted, el cristianismo,
pero también el Islam. Ahora bien, el budismo es profundamente ateo.
No cree en un dios creador. La forma de budismo que más me interesó,
y el camino que me interesa, es el Mahayana y en particular el maestro
Nagarjuna: es la paradoja de una negación total de la vida, de un
escepticismo radical, de un verdadero nihilismo que, extrañamente,
permite reconciliarse con la vida. Yo puedo amar el mundo, las mujeres,
el sol, y darme cuenta de que todo eso son quimeras".
Octavio Paz consideraba que la literatura debería
ser considerada dentro de la formación social. De esta manera lo
expuso, en la última respuesta a las preguntas de Julliard: "Los
pensamientos políticos han sido en su mayor parte insensibles a
las pasiones humanas, a los crímenes, a los amores, a la vida cotidiana,
a todo lo que aparece en los periódicos. Sólo los poetas
y los dramaturgos -como Shakespeare- hablan de ello en voz alta. Haré
una excepción entre los pensadores políticos en favor de
Fourier, a quien admiro por haber señalado la importancia de la
atracción pasional. Para terminar, quisiera decir que el pensamiento
político debiera fijarse la tarea de reconstruir la persona humana.
La noción de persona humana, como ya lo he dicho, es lo mejor
que hay en la herencia del cristianismo. Según él, cada ser
humano es único. Los liberales y Marx piensan en el progreso de
la humanidad; los cristianos piensan en la salvación del alma; ésta
es una diferencia fundamental en su favor. Es cierto que no podemos reconstruir
el antiguo dualismo del alma y el cuerpo; hay que fundar la persona humana
en datos diferentes, a la luz de las ciencias humanas y de la biología.
Hace poco, un biólogo norteamericano me decía que se acusa
injustamente a la ciencia moderna de reducir el sistema nervioso a un modo
anónimo de comunicación mediante la conexión de las
neuronas. Ahora bien, me decía, el sistema de comunicación
de cada uno de nosotros y de cada vida es diferente. En el fondo, la ciencia
empieza a redescubrir el alma en el propio cuerpo. Y sobre esta base hay
que reconstruir a la persona antes de pensar siquiera en una reforma de
la sociedad. No hay que volver a caer en los viejos errores revolucionarios,
y sin embargo hay que proclamar que nuestras sociedades necesitan reformas
profundas".
Finalmente, es preciso señalar que "Las pasiones
rebeldes de Octavio Paz" se publicó en Le Nouvel Observateur,
en abril de 1998, y que la traducción fue realizada por Mónica
Utrilla.