CRIMEN CONTRA LA CULTURA UNIVERSAL
En
días recientes, el fuego y el saqueo han destruido gran parte de
la herencia histórica de Irak, nación milenaria en cuyo territorio
florecieron las primeras culturas de la humanidad y donde han ocurrido
muchas de las mayores proezas del espíritu humano a lo largo de
los siglos. El arrasamiento del Museo Arqueológico, de la Biblioteca
Nacional, de los Archivos Nacionales y de la Biblioteca Coránica
de Bagdad -con la criminal complacencia y la vergonzosa pasividad de las
tropas de ocupación estadunidenses- constituye un hondo golpe a
la cultura universal, pues ese patrimonio invaluable le pertenecía
en primer lugar a los iraquíes, pero también a todos los
pueblos del mundo. El devastado acervo iraquí concentraba piezas
y documentos cruciales para la comprensión y la vivencia de la filosofía,
el arte, la religión, la ciencia, la cultura, la política
y la economía de Medio Oriente, del mundo árabe y, por extensión,
del orbe entero en tanto que Mesopotamia ha sido cuna y motor de gran parte
de la civilización actual.
Que tal destrucción haya sido permitida o, acaso,
como se sospecha, inducida por las fuerzas invasoras, revela el profundo
desdén que Washington tiene hacia los valores y las manifestaciones
culturales e intelectuales de Irak y, por ende, de la humanidad en general.
¿Por qué se permitió tal devastación, por qué
no se resguardaron esos recintos de la misma forma en que se cuidó
la integridad del Ministerio del Petróleo en Bagdad? Señalar
la ignorancia y la soberbia de los ejércitos de ocupación
hacia el patrimonio intangible y las tradiciones históricas y culturales
aparentemente distintas a la suyas sólo aporta parte de la respuesta.
La estrategia de quebrar la memoria y el orgullo nacional del pueblo de
Irak, minar las bases de su resistencia contra el invasor y torcer su identidad
a fin de hacerla más dúctil a la colonización económica,
cultural e ideológica, completa el escandaloso cuadro. Sea como
fuere, la destrucción del legado histórico de Irak bajo la
mirada indiferente de los marines es un nuevo crimen de guerra y
un acto totalitario del que Washington es tanto o más responsable
que los saqueadores -¿mercenarios, apátridas o simples desesperados?-
que lo llevaron a cabo. Además es una ofensa contra el mundo árabe
y musulmán que suscitará mayores odios y clamores de venganza.
Así, a la devastación humana y material
en el marco de esta guerra injusta y criminal hay que añadir la
pérdida del patrimonio cultural iraquí. No satisfechos con
arrasar el presente de Irak y enajenar su futuro, Bush y sus esbirros han
permitido o inducido la destrucción del pasado de esa nación
y la pérdida de parte de las fuentes originales de toda la civilización
humana. Un ejemplo fehaciente de barbarie y totalitarismo que la comunidad
internacional no debe pasar por alto.
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