Zorro El Zapato se representó
en esa zona indígena
En Oventic, voces por el arte, la vida y la paz
Niños de Francia y Chiapas se unen fraternalmente
JAVIER MOLINA
San Cristobal de Las Casas, Chis., 12 de abril.
Los niños franceses del grupo de teatro Tamèrantong llegaron
a encontrarse con los niños indígenas de Chiapas el jueves
10 de abril, aniversario luctuoso de Emiliano Zapata. Fue el final de un
viaje que comenzó en París, en los inicios del mes que calificara
Eliot de "el más cruel".
La obra que presentan -Zorro El Zapato- se estrenó
en París en junio de 1999. En 2001 la representaron para saludar
la marcha de la dignidad indígena. Ahora llegaron a presentar su
espectáculo en su entorno natural, ante los niños que viven
en la comunidad de Oventic; ante los niños que ellos interpretan
en el escenario. Un encuentro, los vasos comunicantes. Todos son uno en
la lucha por la paz, la libertad, la justicia. Cantan, juegan, bailan,
en la escena y en el campo.
Uno
llega de San Cristóbal a San Juan Chamula, de ahí a San Andrés
Larráinzar (el lugar de los acuerdos) y, adelantito, está
el Aguascalientes de Oventic. El auto camina con pasos de niebla.
La entrada es el principio de una colina, la mirada desciende lentamente
hasta llegar al escenario donde se presenta la historia del hombre de bigotes
morenos y mirada sombría que habitaba en la montaña. Los
asistentes (unos 2 mil) están maravillados ante un teatro que los
representa a ellos, en frañol, pero también
en el idioma de los mayas. Acaso recursos de Artaud (el teatro y su doble),
de Brecht (el distanciamiento), la comedia del arte, el buen humor, la
pantomima, la voz personal y la voz del coro. Puertas al campo. En la escena
una iglesia, un caballo, el sol y la luna.
Impresiona el potente sonido, el de la música tecno,
o el que es igualito (cuando hay un duelo de espadas) al de una película
de aventuras. No hay demasiadas risas; hay asombro, hay seriedad, hay atención,
muchísima atención. Uno podría traducir en las miradas:
mira cómo le hacen. Claro que los indígenas tienen, ancestral,
su propio teatro, por ello impresiona constatar que un arte que viene de
lejos se acerca y logra el encuentro.
El origen artístico de Tamèrantong -afirman
sus hacedores- es inseparable de la acción social y cultural. Por
eso se presentaron en este lugar y en este día, un día de
mal tiempo en Oventic. ''Pero el mal tiempo -me dijo un habitante de la
comunidad- es bueno, es bueno para las plantitas, es bueno para las frutitas.''
Lo que está más lejos está con nosotros, estuvimos
un día en el campo, en la neblina, en la llovizna, con el calor
de la gente. Se logró, una vez más, en encuentro del sueño
con la realidad, del arte con la vida.
Por si fuera poco, el grupo de teatro francés todavía
participó (cantando, bailando, lanzando consignas a ritmo de rap)
en el escenario instalado en el parque central de esta ciudad. Cantó
primero una canción que previamente había entonado el Coro
de Acteal (con cuyos integrantes se abrazaron), y luego las canciones referentes
a la guerra y a la paz de la obra Zorro El Zapato. Participó
en la manifestación mundial por la paz, que también se llevó
a cabo aquí, en San Cristóbal.