Iván Restrepo
Al fin una detención por delitos ambientales
Entre tanta noticia sobre la invasión a Irak y la masacre cometida por la maquinaria bélica de la coalición contra el pueblo iraquí, pasó desapercibido un hecho que merece comentarse: la detención del alcalde de Valle de Bravo por delitos ambientales graves.
Se trata de Alejandro Fierro, a quien las autoridades del estado de México acusan de ordenar la construcción de una brecha de cinco kilómetros de largo y cuatro metros de ancho en la comunidad de Monte Alto, área natural protegida, muy bella, con vista al lago y unas 500 hectáreas de extensión.
Cualquier obra que pretenda realizarse ahí requiere permisos especiales de la autoridad estatal y federal, pero el ex alcalde no los pidió y contrató a la empresa Rischer Maquinaria para abrir la brecha, cuya finalidad era impulsar el "turismo ecológico y de aventura" dentro del área natural. En esa tarea contó con la colaboración de su fiel secretario de Obras Públicas, Emilio Berau, quien luego se convirtió en candidato del PRI a la alcaldía de ese municipio y ahora anda prófugo. Según Antonio Suárez, reconocido experto en ecoturismo, esa brecha no era lo más indicado para tal fin y causará erosión, pues Monte Alto es una zona frágil con mucha pendiente.
Por tratarse de delitos ambientales calificados de graves, Fierro está ahora en el penal de Barrientos, sin que falte quien asegure que su detención es una venganza política, pues en las recientes elecciones locales no hizo lo suficiente para que el tricolor, su partido, retuviera la presidencia municipal, que ahora ocupará de nuevo el PAN. Y es que la obra fue denunciada oportunamente por cinco regidores locales y comuneros de Monte Alto, pero las autoridades judiciales estatales desecharon la denuncia porque no encontraron que la citada brecha causara daño importante.
Que recuerde es el primer funcionario detenido acusado de cometer delitos ambientales, lo común es que los cometan o los patrocinen sin que nadie los toque. Es el caso de otro alcalde, el de Solidaridad, en Quintana Roo, acusado en junio de 1998 por la Procuraduría Federal del Medio Ambiente de destruir una zona de manglar (variado, rico y productivo ecosistema protegido por las normas oficiales) para abrir una calle que desembocaría en la playa. Además, durante la construcción de la obra murieron dos cocodrilos.
Algunos ingenuos pensamos que el funcionario iría a la cárcel, mas las autoridades federales se hicieron chiquitas dado el lenguaje poco comedido del entonces gobernador, Mario Villanueva. El asunto lo resolvió el mandatario, ahora preso, con una multa y un regaño, condimentados con ajos y cebollas, para el munícipe.
Quizá algún día sepamos si en verdad la detención del señor Fierro se debió al cobro de cuentas políticas, pero hoy no hay duda de que se distinguió por su pasividad a la hora de actuar para evitar la depredación ambiental en Valle de Bravo. Por ejemplo, permitió que la ciudad deportiva, construida con recursos federales en terrenos que son de reserva estatal, continuara como coto privado de la familia Vargas, que viene fraccionando parte del terreno, además de administrar lo que queda de dicha unidad.
La ciudadanía de Valle de Bravo denunció lo anterior ante el ex alcalde y su fiel secretario de Obras Públicas, sin que hicieran algo para evitarlo. Tampoco el anterior presidente municipal, el señor Santín, del PAN, quiso poner orden. Además, autorizó la construcción del fraccionamiento El Santuario en una gran ladera ocupada con selva baja y en la cual no había agua. Hoy la tiene en abundancia, sacada con permiso vaya a saber usted de quién. Poderoso caballero es don dinero, en este caso, los promotores de El Santuario.
Volviendo a Fierro, dejó que Valle de Bravo se convirtiera en basurero, una de sus fallas más visibles y fáciles de comprobar en el área urbana, así como en los sitios que visitan miles de personas cada fin de semana.
Por otro lado, aunque no es del todo su culpa que la orilla del lago cada vez esté más ocupada con diversas construcciones (evitarlas corresponde a la Secretaría del Medio Ambiente y a la Comisión Nacional del Agua), sí debió pedir la intervención federal para evitar más daños en una zona que debe ser reserva natural y cuidarse al extremo.
Valle de Bravo capta 10 por ciento del agua que se consume en la zona metropolitana de la ciudad de México. Sin embargo, en las últimas décadas perdió una quinta parte de sus bosques, además de que sufrió otros graves daños ambientales que repercutirán también en el valle de México. Pero esos daños merecen comentario especial. Lo haremos pronto