Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 9 de abril de 2003
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Política

Luis Linares Zapata

Las tareas y los pendientes

Cuando la fase militar de la invasión a Irak anuncia ya su final, otras batallas no menos cruentas y sí más soterradas empiezan a dibujar sus contenidos, los propósitos que las animan, los actores, sus consecuencias y los campos de acción que abarcan. Aunque por ahora la de mayor envergadura sea desplegada en organismos multilaterales, en especial la que ya se desarrolla con la ONU como testigo y referente. Todos estos esfuerzos se encaminan a disputar a Estados Unidos la pretensión de adjudicarse, si no todo el pastel de las decisiones estratégicas de posguerra, sí cuando menos las sustantivas: protectorado militar, reconstrucción, formación de gobierno local, tipo de régimen político o, el más crucial de todos: la administración de la riqueza petrolera.

México proyecta, por su lentitud de reacción y por el tipo de preocupaciones que explicita, una imagen desincronizada con lo que sucede en el mundo. La concurrencia con distintas sociedades parece agotarse en los airados rechazos y las condenas tajantes a la guerra, sobre todo las que ponen acento en el aspecto moral de ella. Postura que, por lo demás, casi nadie disputa a menos que se arriesgue a ser tratado de loco, atarantado o perverso.

La difusión partidaria, académica, informativa o de crítica en medios locales sigue poniendo el acento en las movilizaciones de rechazo, en las masivas condenas a una guerra que se cataloga de injusta, inhumana o ilegal. Una guerra que en su centro, hay que decirlo, es de corte estrictamente colonial.

Poco se ha explorado en los cursos de acción a diseñar para dejar atrás el diferendo con Estados Unidos al votar en el Consejo de Seguridad. Un cometido en el que entran a escena variados y numerosos factores: 4 millones de indocumentados, otros muchos millones más de mexicano-estadunidenses que juntos envían 10 mil millones de dólares de remesas con las cuales se mantiene la estabilidad política, los famosos equilibrios macroeconómicos, y se palian ingentes necesidades surgidas de la pobreza y las desigualdades. Entran también esos miles de mexicanos combatientes que para conseguir la nacionalidad estadunidense y un futuro personal arriesgan su vida y van dispuestos a todo. Asimismo entran en consideración el TLC y las relaciones fronterizas.

El diferendo se originó por la manera de enmarcar el desarme de Saddam Hussein como tarea multilateral y por otorgar mayor tiempo al trabajo de los inspectores de armas y no, como se ha entendido más tarde, como una controversia ética sobre el sí o no a la guerra.

Las justificaciones esgrimidas para sustentar la agresión (armas de destrucción masiva, conexión con el terrorismo y peligro para la estabilidad mundial) han quedado desmentidas por el devenir de los hechos y la realidad encontrada en el desierto y las vapuleadas ciudades iraquíes.

Pero la coalición, al parecer, ya cumplió su efectiva tarea de destruir al régimen de Hussein y ahora se prepara para asumir el control de esa nación. Y aquí viene el asunto a tratar con urgencia por incidir en el meollo de las intenciones efectivas para llevar a cabo esto que se llama, desde la perspectiva hegemónica, una guerra preventiva.

ƑQuién y cómo participará en la reconstrucción? ƑQuién pagará finalmente por ella? ƑCuáles serán los papeles a jugar por los iraquíes, por otras naciones y por la ONU? Y en cada una habrá que diseñar una postura concreta para México, que por cierto no se ve tan clara y menos aún puntillosa o discutida. No se distingue, al menos todavía, el rumbo que tomará la diplomacia nacional y los contenidos que llevará en cada una de esas tareas, aún pendientes de tratamiento y acuerdo.

Por un lado tiran los que proponían evitar la intervención (hasta con el veto) o dar más tiempo a los inspectores de armas: Rusia, Alemania, Francia, China. Todos ellos pensaban, en realidad, en sus particulares intereses. Las inversiones de Francia rebasan 50 mil mdd y se angustia por darles seguridades y continuidad. Los contratos de Rusia para la industria petrolera son cuantiosos (sólo los de un oleoducto firmado era de 4 mil mdd) y Condoleezza Rice viaja para acordar con el presidente Vladimir Putin el papel decoroso que tendrán en el reparto del botín. China, que estaba muy activa con variadas ventas, espera su turno. Lo mismo acontece con la poderosa Alemania, pero sin duda algo recuperará.

Los ausentes del mercado iraquí (ingleses, españoles o italianos) en cambio y de sopetón se meterán hasta la cocina liderados por Estados Unidos. Los acreedores de Irak preguntan quién les pagará las deudas de Saddam, que son gigantescas: 300 mil mdd. Quieren saber si seguirán vigentes los contratos que firmó. Podrán mantener su mercado o serán expulsados de esos atractivos negocios por los administradores futuros del petróleo iraquí. Mientras, el Congreso de Estados Unidos emitió una salvaguarda en su reglamentación para el otorgamiento de los contratos que discrimina según la nacionalidad de las empresas. Excluye a las que tienen su base en naciones que se opusieron a la intención estadunidense, aunque, en una segunda fase se encuentre un acomodo aceptable para todos. Estas, no otras, son las cuestiones que ocupan a las grandes potencias y ante las cuales habrá que tomar bando, pero ante las cuales poco parece discutirse en los partidos, las cámaras, los centros de inteligencia o los medios de comunicación mexicanos. Cuestión del alcance y actualidad de las elites dirigentes y de sus cuadros de apoyo.

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