Pide Luis Hernández valorar protestas de niños y jóvenes
Divide a analistas y grupos formato de la megamarcha
Surgen propuestas en el foro organizado en la Casa Lamm
MARIA RIVERA
Aunque el foro organizado por La Jornada y Casa Lamm pretendía analizar la organización de la sociedad civil mexicana en su lucha contra la guerra, el debate se trasladó inevitablemente hacia la movilización pacifista del próximo 12 de abril.
Mientras parte de los panelistas argumentaron en favor de una megamarcha que demande el cese de la escalada bélica en Irak, desemboque en el Zócalo y deje de lado las diferencias políticas, otros se declararon por una manifestación independiente que además del no a la guerra exija la condena de los agresores, pase por la embajada de Estados Unidos y se deslinde de sectores de la clase política que están sustituyendo las iniciativas, acción y voluntad de la sociedad civil.
La movilización social de repudio a la invasión estadunidense es amplia, nunca vista, y ha estado encabezada fundamentalmente por la sociedad civil, coincidieron los panelistas Miguel Concha, director del centro Fray Francisco de Vitoria; Luis Hernández Navarro, periodista de La Jornada; Nuria Fernández, de la iniciativa mexicana No en nuestro nombre; Luz Rivera, del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN), y José Almazán, del Sindicato Mexicano de Eslectricistas. También concordaron en que los actores que cumplen funciones de mediación política, como partidos, sindicatos, universidades, intelectuales y ONG, entre otros, han estado ausentes del debate que convoca a la ciudadanía.
Sin embargo, de último momento llegó la convocatoria de los senadores, con recorrido específico y demanda de apoyo incondicional al presidente Fox, y los acuerdos alcanzados por el movimiento social saltaron. El foro reflejó lo que está en la discusión pública: marcha amplia sin definición ideológica o movilización reducida pero con agenda clara.
El problema central, definió Luis Hernández Navarro, coordinador de Opinión de La Jornada, es que existe amplio consenso contra la guerra pero a la vez escasa capacidad para demostrarlo. "Esto tiene que ver con el hecho de que los grupos más organizados tienen un conjunto de posiciones que los llevan a separarse en la acción. Esto no se va acabar con golpes de pecho ni lamentaciones. Estamos cargando con nuestra historia a cuestas y eso no tiene solución en este momento. Ojalá y pudiera salir una marcha unitaria, pero no es posible. Sin embargo, estas organizaciones pueden dar la vuelta a todo esto organizando un gran diálogo nacional desde abajo, en los mercados, las escuelas, las plazas públicas."
El periodista lamentó que no se estuviera valorando a los nuevos actores que han surgido al calor de los actos de protesta. "En este movimiento están involucrados mayoritariamente jóvenes que por primera vez en su vida están teniendo una experiencia de participación política, que ven en esta guerra una situación límite, que sienten que les están robando el futuro. Pero también percibo, como nunca antes en este país, una gran cantidad de niños realizando acciones. No van acarreados, ojo, sino que están genuinamente preocupados por los niños de Irak. Hay en estos dos sectores un sentimiento tan genuino, tan auténtico, tan transformador, que desgraciadamente lo desperdiciamos en mezquindades de ver quién se monta por arriba."
Miguel Concha coincidió con las opiniones según las cuales a lo largo de la última década ha surgido una segunda superpotencia: la opinión pública mundial. "Sólo la sociedad civil mundial, consciente y organizada, puede dar una salida a esta coyuntura, para que no desemboque en mayor violencia. Sólo los derechos humanos enarbolados por cada ciudadano, como reivindicación de su dignidad y su respeto, podrán derrotar a un sistema que se ha revelado desde su profunda entraña bélico e inhumano."
Su postura ante la marcha, explicó, es similar a la expresado por Pablo González Casanova en La Jornada. "Luchemos por la paz todos juntos y hagamos a un lado nuestras diferencias en los actos de unión, pero luchemos porque en esa unión predominen cada vez más las fuerzas que buscan la liberación nacional, por la autodeterminación de los pueblos, por la no intervención de las grandes potencias en territorios a los que buscan avasallar y explotar", prosiguió.
Pero el debate se polarizó entre las posiciones de las representantes del FZLN y de la iniciativa mexicana No en nuestro nombre. Una expresó su rechazo total a marchar junto a los senadores -"los mismos que tuvieron una actuación cobarde cuando votaron en favor de que se mantuviera la guerra en Chiapas", recordó-, y la otra se dijo sorprendida de no encontrar "una preocupación urgente" de parar la guerra.
"Querer uniformar las diferentes expresiones de rebeldía ante la guerra sería un error -indicó Luz Rivera-; si algunos prefieren dar un carácter limitado a las protestas a conformar un espacio plural, abierto, están en su derecho, pero no en nuestro nombre. Nosotros vamos a organizar otra marcha en que el punto central será el genocidio que comete George W. Bush y la condena a que México no esté promoviendo una moción explícita contra la intervención militar."
Contestó Nuria Fernández: "En febrero del 95 nadie se puso a pensar si a los zapatistas los estaban apoyando los partidos o el Congreso de la Unión. No le hicieron el feo a nadie cuando tenían el Ejército en los talones. Si en Estados Unidos rabinos y musulmanes se pueden poner de acuerdo, es ridículo que en México esto no suceda. Tenemos otra propuesta: los que nos identificamos en la lucha contra el neoliberalismo salgamos de la embajada, y los partidos y demás organizaciones que salgan del Monumento a la Revolución para juntarnos en el Zócalo, que el suelo mexicano retumbe contra la guerra".
José Almazán se sumó a la postura que llama a trabajar desde abajo, sin pensar en el corto plazo.