Autor de Alguien de lava, poemario editado por Era

La poesía siempre vive un tiempo de guerra: Morábito

Una de sus funciones es nunca establecer límites, señala

''Si uno no se sienta a trabajar, la inspiración no llega''

MONICA MATEOS-VEGA

La poesía siempre está en pie de guerra porque vive enamorada de la realidad y no miente. Cuando alguien se acerca a la poesía, lo hace buscando algo que haga cambiar la vida, no nada más para conocer algún hecho o aprender, como en el caso de la narrativa. La poesía, en ese sentido, es el género de trinchera por excelencia, consideró en entrevista Fabio Morábito (Alejandría, 1955), quien da a conocer su poemario Alguien de lava, editado por Era.

Reconocido también como cuentista, el autor de La lenta furia señaló que ''la fuerza de la poesía, aunque comercialmente sea un fracaso y un mal negocio, es que conserva la promesa latente de ofrecer algo que realmente hace al lector cambiar sus puntos de vista. Por eso la poesía siempre vive un tiempo de guerra, pues es una respuesta frente a la crisis de quien se acerca a ella o de quien quiere enterarse si el poeta lo está. Su esencia es ésa".

Morábito explicó que hay una falsa narración en sus poemas recientes, los cuales hacen sentir al lector que se está frente a pequeñas crónicas de la vida cotidiana. Para él, la poesía, en comparación con la crónica, ''no se satisface con el encanto de la realidad. La crónica se queda en eso, la poesía sabe que la realidad es una especie de cámara de cajas chinas, se mete en una, y en otra, más y más, no sabe dónde parar, hasta llegar a altos grados de delirio y locura, y todo sigue siendo realidad, sólo que cada vez de una manera más automatizada, más compleja.

''La poesía siempre se mueve entre las fronteras de la realidad con la ficción, con el sueño, con la utopía. Esa es una de sus funciones: nunca establecer límites sino moverlos constantemente, cosa que un cronista no puede hacer. Por eso, la poesía es el género literario más realista, porque le interesa todo y nada. Todo a condición de manipularlo y transformarlo."

La huella de la experiencia

-ƑCómo hace el poeta para no extraviarse en ese delirio?

-No hay manera de controlarlo, es decir, no hay forma de saber hacia dónde va el poema, inclusive, conducir el poema es la peor forma de hacer poesía. Cada verso dicta al que sigue, por eso es imposible prever hacia dónde se anda, pero siempre se sabe cuál es el final. Escribir poesía es como ir caminando sólo con una lámpara por un túnel oscuro. Esta es también mi manera de escribir cuentos, sin saber realmente hacia dónde va la narración, pero presintiéndolo.

-ƑQué le dice la palabra inspiración?

-La inspiración existe, pero creo, como decía Picasso, que nos debe encontrar trabajando. Si uno no se sienta a trabajar es obvio que la inspiración no llega, y si llega, peor, porque entonces no se trabaja para aprovecharla. Pero la inspiración es poco usual, sería un estado de concentración en el cual se trabaja mejor y se aprovecha todo, hasta lo que pasa alrededor, pues existe una capacidad de manipulación muy amplia. Y es que el trabajo pesado al escribir consiste en quitar mucha basura para aprovechar muy poco de lo que se escribe.

Morábito recordó que cuando empezó a escribir versos ''para compartirlos" debió abandonar la idea de la poesía pura: ''Perseguía una pureza de imágenes que al final no me decía nada, hacía una especie de haikús y me golpeaba contra ellos. A los 25 años descubrí que las cosas deben venir corrugadas, usadas y manipuladas, que deben tener una huella de experiencia propia, un mínimo de narración para describir lo personal, y que eso es poético''.