Nora Patricia Jara
Las dos guerras
Mientras observamos con estupor e indignación la guerra que advertimos, pero que por mucho supera a nuestra imaginación, en el Distrito Federal comenzaron a verse en los medios las campañas políticas previas a las elecciones del próximo 6 de julio y, como siempre, el PRI se adelanta y amenaza con encauzar la agenda electoral tal como lo hizo en el estado de México.
En esa entidad el Revolucionario Institucional se impuso en los comicios para renovar el Congreso y las presidencias municipales; en eso no hubo sorpresa, pero con su triunfo regresaron también prácticas que se creían parte de nuestro pasado antidemocrático. La estrategia ganadora: la violencia y el desprestigio del adversario, en especial el de las instituciones.
Las prácticas: operación tamal, ratón loco, acarreo de votantes, robo de urnas, presiones a funcionarios de casilla, reparto de despensas, falta de listado nominal, mapaches, cazamapaches y tejones, compra de votos en efectivo y con materiales de construcción, desmedida utilización de recursos, casas de seguridad, brigadas de promoción del voto, así como transmisiones radiales pagadas por un solo partido el día de la elección e intimidación de grupos y organizaciones hasta con armas. Los hechos llevan a algunos partidos a pedir la creación de una policía electoral para enfrentar posibles fraudes en las calles, y han puesto en duda la eficacia de las instituciones electorales y de los tribunales en la materia. Fue una elección sucia; aseguran que la más desaseada en la historia del estado, y pese a ello el Instituto Estatal Electoral funcionó: aun con la escasa participación de la ciudadanía -poco más de tres millones de votantes de un padrón de más de 8 millones de electores-, la posibilidad de enfrentamientos se evitó.
Ante este panorama lo preocupante es el ataque a los institutos y funcionarios que organizan y fiscalizan los procesos comiciales, como las airadas protestas que levantaron los priístas contra una sanción impuesta por el IFE, digna del tamaño del fraude que cometieron al desviar millonarios recursos para financiar campañas políticas presidenciales. Ya se escucha por doquier que el PRI está de vuelta; pero, Ƒcuándo se fue?, preguntan otros; hay quien afirma que la política es así, gana el que más puede o tiene, o, como dice la canción: "cuando tuve, yo te tuve te mantuve y te di...", para luego recordarnos que "hoy quiero que me devuelvas al poder que perdí por mis errores", y no por voluntad ciudadana; a toda costa y costo.
En el caso mexiquense lo grave es que a la dinámica implantada por el tricolor se sumaron los demás partidos; el PAN hizo lo propio al poner por delante a la llamada pareja presidencial, y el PRD capitalizó la imagen de su principal activo: Andrés Manuel López Obrador, para allegarse sufragios. Guardando proporciones, no hay duda de que aparte de la guerra de Irak tenemos que padecer también la guerra electoral; en ambas, el argumento de la democracia es la razón para pasar por encima de toda legalidad.