Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 2 de abril de 2003
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Mundo
Los halcones, cuestionados ante el fallo de sus pronósticos optimistas sobre la ofensiva

Rumsfeld, bajo ataque; altos oficiales se quejan de que les impide hacer su trabajo

Si los combates se alargan los "asesores neoconservadores de Bush" podrían perder influencia

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 1º de abril. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y un íntimo círculo de asesores neoconservadores que han sido los promotores más agresivos de la doctrina de la acción militar "preventiva" contra Irak, de repente se encuentran a la defensiva como resultado de desavenencias en la guerra, en particular el hecho de que hasta la fecha las tropas estadunidenses no han sido recibidas como "libertadoras" tal como habían pronosticado.

Rumsfeld ahora está bajo ataque de altos oficiales militares involucrados en la guerra contra Irak, quienes acusan al secretario de Defensa de haber ignorado los consejos de los principales generales y por haber lanzado la guerra sin suficientes fuerzas militares. "Deseaba luchar esta guerra a lo barato", comentó un coronel estadunidense no identificado al New York Times, en uno de varios comentarios críticos por fuentes militares que se han publicado en estos días. "Obtuvo lo que quería", afirmó.

El general retirado Barry McCaffrey, quien encabezo una división de infantería durante la primera guerra del Golfo, escribió hoy en el Wall Street Journal que las tácticas empleadas por Rumsfeld habían colocado a los soldados estadunidenses en "posición riesgosa".

La revista New Yorker reportó esta semana que Rumsfeld decidió ignorar los consejos de sus altos generales, quienes ahora están encabezando la guerra en Irak, en el sentido de esperar más tiempo hasta concentrar más tropas en la región antes de lanzar la ofensiva. Aunque Estados Unidos tiene más de 250 mil efectivos en el golfo Pérsico, en este momento sólo hay unos 100 mil en Irak. El Washington Post dice que ha entrevistado a por lo menos una docena de oficiales militares estadunidenses que han criticado al secretario de Defensa y otros funcionarios civiles por "micromanejar" la guerra y no permitir a los comandantes realizar su trabajo.

Claro que es posible que estos ataques pudieran ser un intento por parte de los militares de evitar ser culpados por una guerra que no se ha desarrollado tal como se anticipaba, y parte de esta crítica proviene de gente adversa a Rumsfeld desde hace mucho tiempo. Pero estos comentarios han causado tanta preocupación en Washington que la Casa Blanca decidió ?en forma inusual? anunciar que el presidente mantiene "plena confianza" en su secretario de Defensa (comentarios frecuentemente expresados para funcionarios a punto de ser cesados).

Comentarios que "no ayudan"

El propio Rumsfeld fustigó a sus críticos hoy en una conferencia de prensa en el Pentágono, y el jefe de la junta de jefes militares, el general Richard Myers, insinuó que las críticas contra los militares durante tiempos de guerra son erróneas y esencialmente no patrióticas. "No ayuda mucho que estos comentarios sean expresados cuando tenemos a tropas en combate", expresó.

Nadie en esta capital cree que el presidente busca deshacerse de su secretario de Defensa en medio de una guerra, pero los reveses de la guerra han empezado a debilitar ?por primera vez? a un pequeño pero enormemente poderoso grupo de funcionarios que incluye a Rumsfeld, el vicepresidente Dick Cheney, y el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, quienes han sido los grandes promotores de la nueva doctrina de la "guerra preventiva", con Irak como primer ejemplo. Estos funcionarios también son, entre otros, los autores de una nueva doctrina estratégica de seguridad nacional, la cual fue presentada en septiembre del año pasado, que establece que Estados Unidos debe imponerse y mantenerse como el poder militar supremo del mundo, asegurar que ningún otro país o grupo de países desarrollen suficiente poder para desafiar la hegemonía estadunidense, y que todo gobierno enemigo a Estados Unidos tiene que ser enfrentado (se mencionan como ejemplos, Irak, Siria e Irán).

Saddam Hussein había sido seleccionado por estos funcionarios desde la primera guerra del Golfo para ser derrocado, algo que éstos jamás ocultaron como su objetivo prioritario. Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz y otros firmaron una declaración pública llamando al derrocamiento de Hussein en 1998.

En los pasados seis meses se han incorporado a este grupo varios intelectuales neoconservadores que permanecen fuera del gobierno pero que mantienen gran influencia sobre la decisión política, en este caso en torno caso a la promoción de una guerra para cambiar el régimen de Irak. En columnas de periódicos, programas de televisión y reuniones privadas con el vicepresidente, el secretario de Defensa y hasta con el presidente, este grupo de neoconservadores ha insistido que una invasión de Irak sería una hazaña rápida y relativamente poco sangrienta, la cual contaría con el apoyo de sectores dentro de Irak, y que era la mejor opción y preferible a continuar con el proceso de inspecciones de armas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

"Creo que demoler el poder militar de Hussein y liberar a Irak sería un paseo", declaró Kenneth Adelman, ex alto funcionario del gobierno de Ronald Reagan y parte de este grupo influyente. Otro miembro de este grupo es Richard N. Perle, ex alto funcionario quien hasta la semana pasada era el presidente de la Junta de Asesoría de Defensa, un comité influyente de asesores no pagados del Pentágono. En una entrevista para la televisión en febrero de este año, Perle dijo que "podría haber bolsas de resistencia, pero muy pocos iraquíes van a luchar para defender a Saddam Hussein". Perle fue obligado a renunciar a su puesto como presidente de la junta de asesores del Pentágono porque utilizó su posición para promover negocios privados con el Pentágono, pero parte de la presión para su renuncia también fue generada porque sus pronósticos optimistas en Irak no se han materializado (Perle permanece como miembro de la junta de asesores).

Adelman y otros insisten todavía que sus pronósticos podrían ser ciertos, pues el régimen de Hussein podría colapsarse frente a un poderío militar abrumador. Pero Andrew Sullivan, otro intelectual neoconservador, reconoció esta semana en entrevista con el New York Times que "nosotros, los halcones, podríamos haber subestimado el sentimiento de violación nacional de los iraquíes al ser invadidos, a pesar del odio por Saddam".

Jim Lobe, periodista y analista del Institute for Policy Studies, quien fue uno de los primeros en escribir sobre este grupo de asesores de gran influencia en el gobierno de George W. Bush, sugirió en entrevista con La Jornada que podrían estar perdiendo su juego político. "Creo que están perdiendo influencia. Si esta guerra continúa por más meses y Estados Unidos se empantana, entonces es posible que el presidente abandonará a estos neoconservadores", dijo. "El punto es que si esto no marcha bien, Bush tiene que culpar a alguien".

Esta pérdida de influencia, si continúa, podría fortalecer a otras corrientes dentro del gobierno de Bush, como la encabezada por su secretario de Estado, Colin Powell, que favorecen una ruta multilateral en asuntos de política exterior. Powell, según versiones aquí, ha chocado en varias ocasiones con Rumsfeld en torno al debate sobre el papel de la ONU.

Pero aun los simpatizantes de Powell reconocen que todas estas críticas se esfumarán si el régimen iraquí es destruido y la ocupación de Irak se consolida dentro de las próximas dos semanas.

No pocos empiezan a recordar que ninguna de las figuras prominentes de este grupo de neoconservadores y autoproclamados halcones jamás han sido militares, y todos -Rumsfeld, Cheney, Wolfowitz y Perle- evitaron el servicio militar.

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