GUERRA CONTRA IRAK
Recuerda que hay miles de soldados ingleses enterrados
por todo el territorio
El desierto se convertirá en cementerio de invasores,
advierte el canciller iraquí
Poco dignos de crédito, informes tanto de angloestadunidenses
como del gobierno de Irak
ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL THE INDEPENDENT
Bagdad, 31 de marzo. Al anochecer de este lunes,
el suelo del Cementerio de Guerra de la Puerta Norte de Bagdad se estremeció
con la vibración de las bombas. El fuego antiaéreo salpicaba
el cielo gris aceitoso. Y bajo las nubes de humo y las minúsculas
explosiones de los proyectiles el sargento Frederick William Price, de
la Artillería Real; el cabo A. D. Adsetts, del regimiento de York
y Lancaster, y el aviador de primera clase P. Magee, de la Real Fuerza
Aérea, proseguían su sueño.
Un lugar extraño para visitar, tal vez, mientras
la primera de las incursiones aéreas de esta noche se acercaba a
la capital iraquí. Pero no, porque el ministro iraquí del
Exterior, Naji Sabri, habló hoy de estas tumbas y despertó
a los fantasmas de los colonizadores del pasado. El sargento Price, número
1401979; el cabo Adsetts, número 4736364, y el piloto Magee, número
210493, murieron en la primera guerra colonial en Irak, en 1921. ¿Y
qué fue lo que Sabri, ataviado con su uniforme del partido Baaz,
dijo unas horas antes? "Los soldados británicos tienen ya sus tumbas
en Irak, los de 1920 y los de 1941. Ahora tendrán otras tumbas aquí,
y serán acompañados por sus amigos estadunidenses."
Es
cierto que hay tumbas británicas en Irak. Entre las más tristes
están las de Kut al-Amara -que ha sido bombardeada por los estadunidenses
y británicos, pero aún no ocupada-, donde los muertos durante
el gran y terrible sitio otomano de la Primera Guerra Mundial yacen entre
los saturados ductos del desagüe de esa sucia ciudad. Hay miles más
en la Puerta Norte de Bagdad, en el viejo camino a Mosul.
El soldado Nicholson, del regimiento de York y Lancaster,
tenía sólo 23 años cuando murió, el 12 de agosto
de 1921; el soldado Clark, del Cuerpo de Servicio del Ejército Real,
tenía 38 cuando pereció, seis días después.
Ahora habrá que volver a librar esta primera guerra
de guerrillas contra el nacionalismo iraquí, según el partido
Baaz. "Convertiremos el desierto en un gran cementerio para los soldados
estadunidenses y británicos", dijo Sabri. "Las fuerzas estadunidenses
y británicas que no se rindan no encontrarán más que
la muerte en el desierto, o bien tendrán que volar de nuevo hacia
donde los aloja el régimen títere de Kuwait."
Mientras los misiles cruzaban hoy Bagdad -uno pasó
sobre el Tigris a sólo 60 metros del suelo para explotar con un
rugido y levantar una columna de humo en un complejo presidencial-, la
temperatura de este lenguaje aumentó en forma proporcional. Los
nuevos colonizadores, de acuerdo con el ministro del Exterior, estaban
utilizando la vieja "regla dorada" británica de "divide y conquistarás"
-olvidamos por un momento que divide e impera era originalmente una divisa
romana-, pero jamás destruirán la unidad del pueblo iraquí.
Del ministro de Información, Mohamed Said al-Sahaf,
provinieron afirmaciones de que el ultramoderno ejército británico
acababa de destruir una planta purificadora de agua en Basora, con capacidad
para abastecer de líquido a 1.3 millones de personas, mientras ese
mismo ejército se ocupaba en traer "agua mineral desde Gran Bretaña".
Añadió que se había destruido un almacén de
la ciudad, en el que se guardaban 75 mil toneladas de víveres.
Por supuesto, no había forma de verificar esa información
ni otras divulgadas en las pasadas 36 horas: 13 tanques estadunidenses,
ocho transportes blindados de personal, seis vehículos blindados,
cuatro helicópteros Apache y cierto número de aviones
no tripulados de reconocimiento destruidos. Sonaba como si Irak creyera
que se merecía haberlos destruido, como un comentarista egipcio
explicó, andando el tiempo, las exageraciones en que había
incurrido durante la guerra de 1967. Sin embargo, como la televisión
iraquí mostró imágenes reales en video de un tanque
estadunidense Abrams y por lo menos dos vehículos de transporte
de tropa en llamas, y como las autoridades angloestadunidenses en Qatar
sufren como de costumbre de mandíbulas paralizadas, ¿quién
puede estar seguro de cuántas bajas sufre cada bando? Los estadundienses
hablan de cientos de iraquíes muertos, los iraquíes reportan
43 estadunidenses y británicos muertos.
¿Cuánta de esta retórica, de todos
modos, sería abandonada si hubiera forma de salir de esta guerra?
"La verdadera diplomacia", anunció Sahaf, "es matarlos en el campo
de batalla para que vean cómo sus sueños han sido engañados.
No vamos a permitir que estas sucias ratas permanezcan en tierra iraquí".
¿Ratas? ¿No eran "ratas y perros correlones" cuando existía
la Unión Soviética? ¿Realmente están volviendo
al colonialismo? Puesto que los estadunidenses no han renegado de su propósito
de ocupación y gobierno militar, es difícil rehuir la cuestión.
Tampoco es difícil imaginar lo que el aviador de primera clase Magee
pensaría mientras su tumba se estremece con la explosión
de las bombas de esa misma Real Fuerza Aérea por la que hace tanto
tiempo dio la vida en Irak.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya