Angeles González Gamio
España salva una casona
De las calzadas que unían a México-Tenochtitlán con tierra firme, una de las más importantes era la de Tlacopam, actualmente denominada calle República de Guatemala, en unos tramos, y en el resto Tacuba, Puente de Alvarado y San Cosme, que llevaban al pueblo de Tacuba, importante enclave indígena en la época prehispánica. La importante vía pasaba a un costado del Templo Mayor, cruzando el majestuoso centro ceremonial. Su estratégica ubicación la convirtió en una arteria crucial en la traza de la ciudad española.
Ante la imposibilidad de amurallar la ciudad por estar rodeada de lagos, Hernán Cortés optó por construir al inicio de la calzada un fuerte conocido como las atarazanas, donde resguardaba la artillería y los bergantines con los que había logrado la conquista de la ciudad mexica (y con miles de aliados indígenas), y proporcionó a su gente de más confianza los solares que bordeaban la vía, para que construyeran casas tipo fortaleza, que facilitaran la huida en caso de un levantamiento indígena.
En una parte de esa calzada, en la actual calle República de Guatemala, justo atrás de la Catedral Metropolitana, el conquistador dio un vasto solar a su mayordomo Diego de Soto, cuyo uso desconocemos. Una profunda investigación de la excelente historiadora Concepción Amerlinck nos refiere una sucesión de propietarios de la casona que se edificó en el predio a partir de 1680, año en el que la viuda doña Andrea de Villalobos heredó la casa a don Antonio Moscosa, y de ahí surge un largo listado que incluye al ilustre jurisconsulto Ignacio L. Vallarta, quien la habitó con su familia y le construyó un tercer piso.
En opinión del arquitecto Vicente Flores, director de Apoyo Técnico de la Coordinación de Monumentos Históricos del INAH, "el inmueble es sin duda relevante, no sólo por su ubicación sino porque conforma uno de los paramentos de fachadas formalmente más consolidado y homogéneo del área central del Centro Histórico de la ciudad de México, y por ser el edificio civil más antiguo de esa calle". Con una soberbia fachada de tezontle decorada con cantera plateada labrada con elegancia, la mansión estaba a punto de derrumbarse. Era impresionante ver grietas del ancho del cuerpo de una persona cruzando sus muros como llagas abiertas. Esta extraordinaria construcción, que fue declarada monumento histórico desde 1941, sólo se salvó por el apuntalamiento que realizó oportunamente la Coordinación de Monumentos Históricos.
Afortunadamente hace unos años el inmueble fue donado al gobierno de España para establecer un centro cultural. La rehabilitación padeció un largo y difícil proceso, ya que había inumerables problemas legales, técnicos y económicos que resolver, pero con tesón y amor se fueron remontando y a finales del año pasado, finalmente, lo inauguraron los reyes de España.
Como suele suceder en este tipo de obras, las opiniones están divididas. Hay quienes opinan que la restauración que llevó a cabo el arquitecto Alfonso Govela fue magnífica, y a otros les parece pésima. A la antigua casona se le agregó un lote baldío que se encontraba en la parte posterior y que da a la calle Donceles. Esta situación y las múltiples alteraciones que se le habían hecho en el interior a lo largo de los siglos, llevó a que se añadieran muchos elementos contemporáneos, maridaje generalmente polémico.
Lo verdaderamente importante es que una edificación de gran valor artístico e histórico, que estaba a punto de perderse, ha vuelto a la vida. En palabras de su directora, Angeles Albert, "el centro cultural se presenta como un ámbito de encuentro de propuestas y foro de debates sobre el pasado, presente y futuro de la cultura en español".
Indudablemente este lugar, situado en la calle Guatemala 18, pone un sustancioso granito de arena al proyecto de revitalización del Centro Histórico que impulsan el gobierno de la ciudad y la fundación que creó para tal propósito el empresario Carlos Slim.
Otro atractivo del centro cultural es que además de disfrutar de buenas exposiciones, conferencias y demás actividades culturales, se puede subir a la luminosa terraza de la planta alta y saborear platillos de la comida española: chorizo a la sidra, tortilla de patatas, chistorra, pimientos del piquillo. También hay elegantes platos internacionales, como la cola de langosta Thermidor, medallones a la pimienta o el salmón al estragón. Para los bolsillos reducidos ofrecen económicas baguettes, pasteles y buen café. šOlé!
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