Declaración de intelectuales del mundo
Trabajamos por la paz y la justicia
Construir un movimiento lo suficientemente poderoso como
para detener la guerra en Irak o impedir de manera exitosa la próxima
guerra en Siria, Irán o Venezuela involucra muchos factores. Entre
éstos probablemente el fundamental se refiere a cifras.
Para desafiar de manera efectiva a aquellos en el poder,
nuestro movimiento crece constantemente en números y en lo referente
a conciencia y compromiso. Debemos llegar a la gente que está contra
la guerra pero que aún no ha actuado en consecuencia. Debemos llegar
a la gente que está perturbada por lo que está atestiguando
pero que aún no ha decidido cómo oponerse a la guerra y a
las políticas que la sustentan. Debemos llegar también a
aquellos que ahora apoyan la guerra pero que no tienen conocimiento de
su contexto, de la situación histórica que la precedió
y de sus implicaciones.
Una labor clave, por tanto, aparte de las manifestaciones,
es hablar con la gente, escuchar sus convicciones, sus confusiones y sus
opiniones, para poder aportar un punto de vista alternativo capaz de generar
una solidaridad crítica duradera. Debemos buscar a personas que
no tenemos su dirección. Debemos ir de puerta en puerta en barrios.
Tenemos que hacerlo una y otra vez. Debemos hablar con nuestros compañeros
de trabajo, con personas que veamos al ir de compras, con nuestros vecinos,
con la gente que está en el asiento de junto en clase, en la escuela
y en cualquier lugar. Necesitamos organizar.
A
mayor escala, nuestros esfuerzos colectivos también deben alcanzar
públicos de los que no somos parte. Nuestras marchas deben atravesar
distintos barrios en lugar de celebrarse sólo en los centros de
las ciudades. En las marchas debemos hablar con aquellos que inevitablemente
son expectadores de estos actos. Miles de grupos pueden ir a centros comerciales
y montar mesas para hablar con la gente de la zona. Hablar, hablar. Ese
es el fundamento para lograr mayores manifestaciones, compromisos más
profundos, lo que aumentará los costos para las elites y a cambio
nos dará ganancias.
Si 100 o 500 o 5 mil o 50 mil personas más están
listas y dispuestas a bloquear calles u obstruir edificios como medida
para presionar a las elites en un contexto de apoyo creciente, eso será
maravilloso, especialmente cuando los objetivos de esta campaña
son parte de una maquinaria bélica, como los bloqueos de trenes
militares en Europa. ¿Pero no debería estar dispuesta toda
esa gente a salir a hablar con la población un día después
o un día antes para extender estas ideas y facilitar que otros también
se involucren activamente?
Nuestras manifestaciones crean un contexto que facilita
llegar a la población para organizarla. Pese a lo importantes que
son, las marchas, manifestaciones y obstrucciones no lograrán por
sí solas la organización. Para escuchar visiones y cambiar
mentalidades se necesita que escuchemos y después aportemos evidencias
y argumentos, también que mostremos comprensión y respeto
hacia las posturas de la gente. Es necesario hablar.
Para ganar contra esta guerra, la próxima y más
ampliamente las causas de la guerra y las injusticias, debemos contar con
cientos de miles de miembros activos y comprometidos con el movimiento.
Pero aun cuando hablemos continuamente con aquellos que están en
desacuerdo con nosotros, ¿cómo vamos a saber que lo que estamos
logrando y cuál podría ser nuestro punto de entrada?
Una técnica posible para todos nosotros, a escala
mundial, sería emitir una declaración para que todos la firmen,
algo que sea oportuno en estos momentos pero que no se vuelva obsoleto.
Algo que sea a la vez concreto y específico, pero también
lo suficientemente universal como para ser usado internacionalmente, y
lo bastante profundo que mencione las razones que impiden a la gente involucrarse
activamente en un movimiento por la paz y la justicia.
Podría ser algo como esto:
"Estoy por la paz y la justicia.
"Estoy por la democracia y la autonomía. No creo
que Estados Unidos ni ningún otro país deba ignorar la voluntad
popular, ni violar o socavar el derecho internacional al tratar de lograr
votos en el Consejo de Seguridad mediante la intimidación o el soborno.
"Estoy por el internacionalismo. Me opongo a que cualquier
nación siga extendiendo por el mundo una red de bases militares
que siempre está en aumento y siga produciendo un arsenal sin paralelo
en el mundo.
"Estoy por la equidad. No creo que Estados Unidos ni ningún
otro país deba buscar ser un imperio. No pienso que Estados Unidos
deba controlar el petróleo de Medio Oriente mediante corporaciones
estadunidense ni usarlo como cuña para obtener el control político
de otros países.
"Estoy por la libertad. Me opongo a regímenes brutales
en Irak y en cualquier lugar, pero también me opongo a la nueva
doctrina de la 'guerra preventiva', que garantiza la perpetuación
de un conflicto muy peligroso y que es la razón por la que Estados
Unidos es considerado la mayor amenaza para la paz en buena parte del mundo.
Estoy por una política exterior democrática que apoye la
oposición popular al imperialismo, a la dictadura y al fundamentalismo
político en todas sus formas.
"Estoy por la solidaridad. Estoy en favor y en solidaridad
con todos los pobres y los excluidos. A pesar de la desinformación
masiva, millones se oponen a la guerra injusta, ilegal e inmoral, y quiero
sumar mi voz a la de todos ellos. Estoy con los líderes religiosos
y morales de todo el mundo, con los trabajadores del mundo y con la enorme
mayoría de las poblaciones de los países del mundo.
"Estoy por la diversidad. Estoy en favor de que se ponga
fin al racismo dirigido a inmigrantes y personas de color. Estoy por el
fin de la represión, tanto en mi país como en el extranjero.
"Estoy por la paz. Me opongo a esta guerra y contra todas
las condiciones, mentalidades e instituciones que generan y nutren la guerra
y la injusticia.
"Estoy por la sustentabilidad. Estoy contra la destrucción
de bosques, suelos, agua, recursos ambientales y biodiversidad, elementos
de los que depende la vida.
"Estoy por la justicia. Estoy en contra de instituciones
económicas, políticas y culturales que promuevan una mentalidad
de carrera de ratas, de enormes desigualdades económicas y de poder,
de dominio de las corporaciones, de obtener beneficio de las fábricas
del sudor y el trabajo esclavo, del laicismo y de las jerarquías
sexuales y de género.
"Estoy por políticas que canalicen el dinero que
se emplea para los gastos de guerra y militares hacia la salud, la educación,
la construcción de hogares y la creación de empleos.
"Estoy por un mundo cuyas instituciones políticas,
económicas y sociales fomenten la solidaridad, promuevan la igualdad,
incrementen la participación, celebren la diversidad y promuevan
una democracia completa.
"Estoy por la paz y la justicia. Y, lo que es más,
me comprometo a trabajar por la paz y la justicia."
Si un millón o más de personas de muchos
países del mundo llegan a comprender este manifiesto y se unen a
él, ello tendrá repercusiones muy poderosas en el corto y
largo plazos. También volverá más grande nuestro movimiento
y le conferirá un tono positivo. Por tanto, consideramos que este
enfoque es digno de tomarse en consideración. A cualquier costo
debemos organizar, organizar, organizar, sobre todo entre aquellos que
aún no se organizan.
A la fecha 90 intelectuales de todo el mundo han firmado
el presente manifiesto, entre ellos Noam Chomsky, Tariq Ali, Tom Hayden,
Eduardo Galeano, Arudhati Roy y Howard Zinn.
Traducción: Gabriela Fonseca