LA MUESTRA
Carlos Bonfil
Cerca de la libertad
Fuga y odisea
Injusticia histórica denunciada
PERTH, AUSTRALIA occidental, 1931. El guión de
la película Cerca de la libertad (Rabbit-proof fence)
adapta la novela de Doris Pilkington, Sigue la cerca a prueba de conejos,
para relatar una realidad ominosa de la historia australiana: la segregación
racial, con base en criterios eugenésicos propios de la Alemania
nazi, autorizada hasta 1970, que permitía a los colonos europeos
quitarle a las madres aborígenes aquellos hijos que fueran mestizos
para evitar una supuesta degradación de la raza y educarlos en orfelinatos
especiales para el vasallaje y el servicio doméstico. Pilkington
narra la historia de su propia madre, Molly Craig (Everlyn Sampi), de su
tía Daisy y de su prima Gracie, cuando éstas tenían
14, 10 y ocho años, respectivamente, y fueron secuestradas y llevadas
al hogar cuna de Moore River, a mil 200 kilómetros al sur de su
región natal. La odisea que celebran el libro y la cinta es la fuga
de estas tres niñas y su larga marcha a pie, por la pradera y el
desierto australianos, para llegar de nuevo a casa. Con dos guías,
una física y otra simbólica: la cerca inmensa que une los
dos lugares y que sirve para proteger un lado de la región de la
invasión de conejos y un ave que la madre de Molly considera espíritu
guardián de la adolescente.
EL
AUSTRALIANO Philip Noyce regresa a su país, luego de una exitosa
estancia en Hollywood (Juego de patriotas, Peligro inminente,
El americano) para abordar una temática en él inesperada,
prescindir de los repartos estelares y denunciar una injusticia histórica.
Y este es un tema diferente, efectivamente, y también un tono novedoso
para el director de thrillers espectaculares. La épica sentimental
que propone determina un estilo narrativo muy convencional, sin sorpresas
ni inquietudes formales, en el que el carácter mismo de la trama
la vuelve vehículo ideal de una indignación colectiva. Cerca
de la libertad podría perfectamente subsistir, en capítulos,
en alguna serie educativa de la televisión por cable; sin mayores
pretensiones expresivas, el impacto sería exactamente el mismo.
Lo que consigue Noyce es no abandonarse por completo a los clichés
de una mirada occidental extasiada ante los misterios de la cultura aborigen
australiana. Sus anotaciones al respecto (ritos religiosos, sortilegios,
augurios) son breves y no distraen demasiado de lo esencial en la cinta,
el trazo de personajes infantiles en una situación límite,
y la exploración de un personaje extraño, el administrador
A.O. Neville (Kenneth Branagh), responsable de las tareas de reubicación
de la población aborigen.
EL RETRATO ES interesante. Neville no es en absoluto un
villano, a pesar de su tarea odiosa y de ser conocido por los nativos como
el señor Diablo. El es un convencido de los beneficios sociales
y culturales de la pureza racial. Ve en el mestizaje una amenaza de disgregación
y caos. Los aborígenes, en cambio, no representan peligro alguno,
situados en una escala inferior de la evolución humana. Acceder
por medio de mejoras genéticas progresivas, de una generación
a otra, a la condición de la raza blanca, es el objetivo final que
Neville se fija en su manipulación clasificadora de la infancia
mestiza (de esos half-cast de la llamada generación robada).
Lo siniestro en este personaje y en su discurso ''humanista" es la naturalidad
con la que, investido de una misión más divina que burocrática,
se muestra decepcionado por la incomprensión de los aborígenes
a quienes cree ayudar ''a pesar de ellos mismos".
CERCA DE LA libertad (por
una vez el título en español es ambivalente: división
y cercanía), tiene el atractivo de actuaciones mesuradas, en especial
las de Everlyn Sampi y Branagh, y aunque persiste un tono narrativo de
denuncia spielbergiana, no hay desbordamiento sentimental ni un pintoresco
hechizo autóctono. Philip Noyce evita, por escaso margen, las peores
tentaciones.
Tan de repente
Cine alejado del modelo estadunidense
Roces afectivos
EL JOVEN CINE argentino sigue deparando sorpresas, películas
interesantes que llegan a nuestras pantallas a cuentagotas (¿para
cuándo Silvia Prieto, de Martín Rejtman, o El oso
rojo, de Adriano Caetano?). Resulta alentador que en medio de una severa
crisis económica, en el periodo mismo del infortunado corralito,
pueda producirse en Argentina un cine de autor, un cine independiente,
alejado por completo del modelo hegemónico estadunidense. Una ley
cinematográfica, votada en 1994, ratificada en 2002, estimula la
producción local mediante un impuesto aplicado a los boletos en
taquilla y a la venta de los videocasetes. El resto es la iniciativa de
creadores jóvenes que, para su primer largometraje, navegan a contracorriente
de las inercias burocráticas.
UN CASO ELOCUENTE es el de Diego Lerman, 26 años,
realizador de Tan de repente, cinta que en menos de un año
ha conquistado importante reconocimiento internacional. A los 16 años,
Lerman lee La prueba, novela corta de su compatriota César
Aira; escribe seis años después una adaptación que
filma en un corto de súperocho. Luego de presentarlo con
éxito en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, consigue
su ampliación a 35 mm y acto seguido decide realizar una versión
larga, su primer largometraje presentado ahora en esta Muestra.
TAN DE REPENTE es una película en blanco
y negro, con influencia evidente del cine independiente estadunidense,
en especial del Jim Jarmuch de Más extraño que el paraíso.
Dos atmósferas contrastantes. La primera, la de un road movie
que inicia en Buenos Aires con las travesuras y raterías de dos
jóvenes lesbianas -llamadas Mao y Lenin- acosando sexualmente a
una vendedora de lencería fina, regordeta y tímida, con evidentes
problemas de autoestima, decidida, finalmente, a jugarse todo por un poco
de gratificación afectiva.
LAS ADOLESCENTES lésbicas del filme se aburren
ostensiblemente, vagan por los barrios bonaerenses en motocicleta, adoran
los juegos de video, las perforaciones y los tatuajes, el robo menor y
las sensaciones fuertes. Todo lo contrario de Marcia. Luego de la agitación
de esta primera parte, sobreviene la calma (muy relativa, por cierto) en
la visita a una tía septuagenaria de Lenin en la ciudad de Rosario.
Cambio de tono en esta última parte.
DIEGO LERMAN SE revela aquí un agudo observador
de los intercambios y roces afectivos de las tres jóvenes al contacto
con una realidad de provincia, con el ritmo de las conversaciones anodinas
y los chismes locales, con la timidez de Felipe, casto estudiante de biología,
al que Lenin apabulla con su irrefrenable asedio sexual y sus provocaciones
verbales. Un cambio más: la irrupción de la muerte en esta
familia fuera de serie.
TAN DE REPENTE reserva múltiples sorpresas,
tanto temáticas como de estilo. Una voluntad deliberada por romper
con el relato convencional, manejando dos niveles, el urbano y una atmósfera
casi rural, y contrastando ásperamente estilos de vida, posturas
generacionales, cuestiones de género y de heterodoxia sexual, hasta
alcanzar sorpresivamente una enorme serenidad al final del relato.
ESTA CAPACIDAD DE observación y análisis
supera en mucho el cliché que presentaría a Lenin, Mao y
Marcia como meros emblemas de una generación golpeada por la crisis.
Búsqueda de un lenguaje cinematográfico distinto, rechazo
de la norma y el mensaje.
DICE DIEGO LERMAN: ''Mi propósito es crear un lazo
extraño entre realismo e hiperrealismo con el fin de alejarme, al
menos de modo infinitesimal, de la normalidad". Difícil resulta
sostener que no lo ha logrado.