Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 25 de marzo de 2003
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Política

Cuauhtémoc Cárdenas

Continuidad y congruencia en política internacional

Hasta ahora hemos conocido dos tomas de posición del gobierno de México en relación con la guerra desatada por la codicia y la soberbia de George W. Bush y petroleros que en esa empresa -que eso es- le acompañan contra el pueblo de Irak: una posición pacifista, acorde al sentir mayoritario de los mexicanos y al mandato constitucional, al anunciarse que empezarían los ataques, y la declaración posterior de que el gobierno mexicano enviaría ayuda humanitaria para la reconstrucción de Irak. ƑY qué sigue?

La decisión de Bush, tomada con el aplauso gozoso de Blair y Aznar, resquebraja, hace desaparecer un orden internacional que con muchas dificultades, las más puestas por los predecesores de este Bush, se había venido construyendo, tratando de alcanzar un mundo de naciones en paz y progreso compartido.

Hoy la ONU, con la resolución de Bush de actuar al margen del Consejo de Seguridad y de la organización misma, ha quedado como un cascarón hueco, sin capacidad alguna para hacer valer y respetar sus resoluciones, inservible ya para cualquier causa útil de la humanidad.

Ante esta situación de desaparición en la realidad de la ONU y frente a la guerra misma, Ƒqué plantea el gobierno de México? ƑQué nuevo orden internacional propone? ƑQué considera hacer para parar la guerra?

Dejar al tiempo las cosas, esconder la cabeza como los avestruces, sería simplemente decidir la plena sumisión al imperio, que tiene para países como México un proyecto económico-comercial de subordinación continental -la creación del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en los términos en que la ha propuesto Bush-, dejando el manejo hacia otras áreas del mundo, esto es, la política, en manos sólo de ellos.

Un orden internacional nuevo tiene que pensarse como un orden de progreso compartido, de solidaridad humana, que se proponga como prioridad la superación de las grandes lacras y los grandes males que afectan al mundo actual, un orden de paz y en todos los sentidos constructivo, un orden de igualdad efectiva en el plano internacional.

Debe ser, por otro lado, un orden en el que la economía, las economías, puedan globalizar la eficiencia, el bienestar social, la racionalidad ambiental y, al mismo tiempo, operar en las escalas que la propia globalización exige.

Una economía y un mercado en la escala de la globalización en que los participantes desarrollen relaciones de equidad no sería el creado para México con el ALCA de Bush. Una perspectiva positiva, en los términos en que lo demanda nuestro progreso social y económico, sólo podrá alcanzarse con la unidad política y económica de América Latina, creando nuestro propio gran bloque productivo, demográfico, de escala global también por los recursos con que cuenta y las potencialidades que posee.

Y como bloque ya constituido se tendrían que desarrollar los intercambios y la cooperación, siempre en planos de igualdad y de ventajas para todos, con las otras economías que operan en la escala de lo global: Estados Unidos y Canadá, la Unión Europea, China, Rusia, Japón, y con las que puedan surgir en el futuro, previsiblemente un bloque islámico, otros más en el continente africano.

En esta línea y en el marco de lo que fue una propuesta mexicana, aprobada mayoritariamente en su momento por los miembros de la ONU, la del nuevo orden económico internacional, podría desarrollarse la propuesta del gobierno de México de un orden internacional que surja ante la desaparición del que fenece con la guerra emprendida contra Irak.

Pero el gobierno de México debe ir más allá de sólo una propuesta en este terreno en la coyuntura internacional que vivimos.

Esperamos, si efectivamente el gobierno quiere dar continuidad y congruencia a su política internacional, que pronuncie una muy enérgica condena a los gobiernos -y a los responsables de las decisiones, que tienen nombres y apellidos- que quebrantando sus compromisos con la comunidad internacional hicieron estallar la guerra, y levante una exigencia, igualmente enérgica, para que cese de inmediato la agresión y abandonen el territorio de Irak las fuerzas invasoras.

En las horas transcurridas de guerra contra Irak ya hay muertos y es enorme la destrucción, como lo hemos visto, como lo está viendo el mundo al que las grandes cadenas televisivas comerciales están transmitiendo escenas de cómo se mata y cómo se destruye con armas de alta sofisticación tecnológica y gran poder destructivo, como si se tratara de un espectáculo inocente para entretener y hacer pasar el rato. No reflejan que se trata de una empresa que está costando ya también vidas estadunidenses, que tiene como propósito la obtención de enormes ganancias para los empresarios del petróleo y de la guerra que hoy gobiernan Estados Unidos.

Quienes matan y destruyen como éstos lo están haciendo son culpables, entre otros muchos delitos de genocidio, son criminales de guerra según el derecho internacional, y en esa calidad y en consecuencia deben ser denunciados y sometidos a juicio George W. Bush, Richard Cheney, Donald Rumsfeld, Condoleezza Rice, Tony Blair, José María Aznar y...

Y esto bien lo podría proponer el gobierno mexicano por conducto del jefe del Ejecutivo, Vicente Fox, dando así continuidad y congruencia a la política internacional pacifista, de justicia y dignidad a la que hace unos cuantos días dio inicio.

Chicago, 22 de marzo de 2003

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