GUERRA CONTRA IRAK
Posee tantos detalles militares y estadísticos
que hace ver mal al centro de información de EU
El gobierno iraquí prepara al pueblo para una
larga resistencia
Pide "paciencia" una y otra vez a ejército y
civiles en un discurso que "suena como Stalin"
ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL THE INDEPENDENT
Bagdad, 24 de marzo. Alabemos ahora a los famosos.
Eso fue lo que Saddam Hussein se esmeró en hacer esta mañana.
Y procedió a enlistar a los oficiales del ejército y la armada
que encabezan la resistencia contra el ejército angloestadunidense
en Um Qasr, Basora y Nasiriya. El mayor general Mustafá Mahmoud
Othman, comandante de la 11 división; el brigadier Bashir Ahmed
Othman, comandante de la 45 brigada; el brigadier coronel Alí Kalil
Iberhim, comandante del 11 batallón de la 45 brigada; el coronel
Mohamed Khallaf al-Jabawi, comandante del segundo batallón de la
45 brigada; el teniente coronel Fathi Rani Majid, comandante del tercer
cuerpo del ejército... y así sucesivamente.
"Tengan paciencia", decía una y otra vez. Catorce
veces en total pidió al ejército y al pueblo tener paciencia.
"Venceremos... saldremos victoriosos frente al mal." Pacientes pero confiados
en la victoria. Combatiendo al mal. ¿No era esa la forma en que
el presidente Bush animaba a su propia gente unas horas antes? En otros
momentos Saddam Hussein sonaba como su héroe, José Stalin.
"Han venido a destruir nuestro país y debemos resistir y destruirlos,
defender a nuestro pueblo y nuestro país... Rebánenles la
garganta... vienen a apoderarse de nuestra tierra. Pero cuando intentan
entrar en nuestras ciudades, tratan de rehuir la batalla con nuestras fuerzas
y quedar fuera del alcance de nuestras armas."
¿Seguía
este discurso el modelo de la Gran Guerra Patria, la defensa de la madre
Rusia en tiempos del tío José? Y si no, ¿cómo
explicar -hablemos con franqueza- el valor de esos cientos de soldados
iraquíes que aún resisten bajo los ataques aéreos
y terrestres estadunidenses? Pueblo, partido, patriotismo. Las tres pes
se repetían una y otra vez como un estribillo en el discurso de
Saddam -leído por el presidente ante las cámaras de televisión-
junto con una amarga advertencia: mientras menos puedan avanzar por tierra
las fuerzas británicas y estadunidenses, con más brutalidad
usarán su poderío aéreo.
¿Qué se siente vivir en estos días
en la futura Stalingrado de Saddam? Muy temprano esta mañana regresaron
los misiles crucero y los aviones. Grandes explosiones atronaron a lo largo
y ancho de Bagdad, todavía en penumbra. Uno de los Tomahawks
se estrelló en el suelo en la Universidad al-Mustansiriya -dijeron
que un estudiante murió y 25 resultaron heridos-, pero otros no
sabemos dónde cayeron, ni el gobierno iraquí estaba de humor
para contárnoslo.
Hubo otros sonidos en horas tempranas. Una ráfaga
de fuego de armas automáticas en el malecón del Tigris -intentos
de capturar a dos aviadores británicos que escapaban, según
las autoridades- y después una batalla en plena escala no lejos
de la ciudad, a las 2:30 de la mañana. Corrieron rumores de que
hombres armados vinieron de Ciudad Saddam -la gran ciudad perdida chiíta
en el extremo de la capital- y que habían sido interceptados por
agentes de seguridad del Estado. No hubo "confirmación independiente".
Una versión de que habían cortado la línea de ferrocarril
al norte de Bagdad fue desmentida.
Pero la cantidad de detalles militares y estadísticos
que presentan las autoridades iraquíes comienza a hacer ver como
tontos a los chicos del centro de información estadunidense. La
noche del domingo el ministro iraquí de Defensa, Sultan Hashem,
proporcionó un notable breviario de guerra, nombrando las unidades
que participaban en la línea de combate: el tercer batallón
de la 27 brigada se sostenía en Suq ash-Shuyuk, al sur de Nasariya,
el tercer batallón del tercer ejército resistía en
el perímetro de Basora. Y recordé que estos generales daban
idénticos reportes durante la terrible guerra de 1980-1988 contra
Irán. Cuando salíamos a verificar sus datos, casi siempre
resultaban ciertos.
¿Será lo mismo ahora? El general Hashem
insistió repetidas veces en que sus hombres destruían tanques,
vehículos armados y helicópteros estadunidenses. Fue fácil
descartar tales asertos... hasta que la pantalla de televisión mostró
el video de dos vehículos estadunidenses de transporte de tropas
envueltos en llamas. El vicepresidente Taha Yassin Ramadan fue tan complaciente
que explicó el orden de batalla iraquí y las tácticas
del ejército. Era política iraquí, dijo, dejar que
las tropas angloestadunidenses "vagaran" por el desierto cuanto quisieran,
y atacarlas cuando intentaran entrar en las ciudades. Y al parecer eso
es precisamente lo que están haciendo.
Desde Bagdad, con su siniestra bóveda de humo negro
y las sirenas advirtiendo día y noche sobre ataques aéreos,
el plan estadunidense parece similar: recorrer el desierto en forma paralela
al valle del Tigris y el Eufrates y tratar de meterse a cada ciudad que
se atraviese en el camino. Si hay problemas en Um Qasr, probemos en Basora.
Si Basora está bloqueada, hagamos el intento en Nasiriya. Si resulta
peligroso, demos vuelta a la derecha, hacia Najaf. Pero el camino abierto
-la larga carretera a Bagdad flanqueada por admiradores iraquíes
que arrojan flores al paso de los soldados estadunidenses y británicos-
está resultando una ilusión. Este martes los estadunidenses
podrían amanecer en el desierto, a escasos 30 kilómetros
de la ciudad, pero en términos militares, a menos que se abran paso
combatiendo, será como si estuvieran de vuelta en Kuwait.
Quizás, en términos estadunidenses y británicos,
esta sea una evaluación demasiado pesimista. Viviendo en Bagdad
no sólo es fácil darse cuenta de lo errados que estaban en
sus cálculos los estadunidenses y británicos, sino también
es posible imaginar cuánto tiempo podrán resistir Saddam,
su ejército y las milicias de su partido Baaz, pensamiento reconfortante
para los que nos encontramos estacionados en la capital iraquí y
nos damos cuenta cabal de que el simbolismo de Stalingrado podría
volverse una patética realidad.
Y las tácticas de Saddam son sin duda las de Stalin.
Resistan. No se rindan. Cada día que pasa es un dolor más
para Washington y Londres.
Se podía observar esta confianza hoy, cuando habló
Mohamed Said al-Sahaff, el ministro de Información. Sobre Blair
tuvo un comentario jocoso: "Creo que la nación británica
jamás había sufrido una desgracia como este amigo". Y luego
presentó una lista de bajas, la cual -por imaginativa que pudiera
resultar después- fue totalmente creíble para el iraquí
promedio o para cualquier otra persona. Civiles muertos y heridos, respectivamente:
en Bagdad, 194 heridos (13 menos que los estimados originalmente): en Nínive,
ocho heridos: en Kerbala, 10 muertos y 32 heridos: en Salaheddin, dos muertos
y 22 heridos. En Najaf las cifras fueron dos y 36, en Quaddisiya cuatro
y 13, en Basora cuatro y 122: en Babilonia, según el gobierno, 30
muertos y 64 heridos.
En total, 62 civiles muertos: si las estadísticas
son correctas, se diría que no representan una matanza. Pero no
hay nada sorprendente en tal cifra, y menos cuando caemos en cuenta de
que Basora -ahora bajo fuego de artillería británico- lleva
72 horas sin agua corriente ni luz eléctrica. Hasta ahora la situación
pinta como que estadunidenses y británicos están sudando
sangre para "liberar" a un pueblo que no tiene muchas ganas de que lo liberen
estadunidenses y británicos. Un problema moral, sin duda. Pero no
tanto como sería si todo este sufrimiento iraquí a manos
de estadunidenses y británicos resultara tener por causa el petróleo.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya