Robert Fisk *
El poder olvidado de la Asamblea General
Durante 30 años la política de veto de Estados
Unidos en la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha sido central
en su política exterior. En más de 70 ocasiones ese país
ha usado sin asomo de vergüenza su poder de veto en la ONU. Un ejemplo
reciente fue que aplastó una resolución de condena al asesinato
del empleado británico de Naciones Unidas Iain Hook, ocurrido en
Jenin en diciembre pasado.
La mayoría de los vetos estadunidenses han sido
en apoyo de su aliado Israel. También han sido vetadas una resolución
llamando a Israel a retirarse de la meseta siria del Golán (enero,
1982), una resolución de condena al asesinato de 11 musulmanes por
parte de soldados israelíes, cerca de la meseta de Al Aqsa (abril,
1982), y una resolución de condena a Israel por la matanza de 106
refugiados libaneses en un campamento de la ONU en Qana (abril, 1986).
La lista completa llenaría más de una plana
de este diario. ¿Y ahora George Bush W. nos dice que el Consejo
de Seguridad se volverá irrelevante si Francia o Rusia usan su veto?
Muchas veces me pregunto hasta dónde puede llegar la falsa santurronería
de la administración Bush. Me temo que mucho más lejos.
He aquí una pequeña idea que podría
hacer que la administración estadunidense se enoje todavía
más y esté más consciente de sus obligaciones hacia
el resto del mundo. Se ha olvidado que una resolución de la Asamblea
General de la ONU, reliquia de la guerra fría, puede frenar
una invasión a Irak. Irónicamente, esta medida fue impulsada
por Estados Unidos para evitar un veto soviético en tiempos del
conflicto en Corea y se empleó en el tema de Suez.
La resolución 377 de la ONU permite a la Asamblea
General recomendar una acción colectiva "en caso de que el Consejo
de Seguridad, a falta de unanimidad entre sus miembros permanentes, no
pueda cumplir su responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad
internacionales".
Esta arcaica pero interesante legislación de la
ONU -aprobada en 1950 y llamada originalmente la "resolución de
la unidad por la paz"- podría ser usada para impedir que los señores
Bush y Blair vayan a la guerra si sus planes son vetados en el Consejo
de Seguridad por Francia y Rusia. Fundamentalmente, la medida deja claro
que la Asamblea General puede tomar una decisión -como ya lo ha
hecho en 10 ocasiones anteriores- cuando el voto en el Consejo de Seguridad
no sea unánime.
Desde luego, la Asamblea General de 1950 era una criatura
muy distinta a lo que es hoy. El mundo de la posguerra estaba dividido
y Occidente veía en Estados Unidos a un protector, no a un potencial
poder imperial. El propósito fundamental de la ONU era -como se
supone que sigue siendo- el "mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales".
Duncan Currie, abogado que trabaja para Greenpeace, ha
difundido una opinión legal que enfatiza que la redacción
de la resolución 377 estipula que "en cualquier caso en que haya
una amenaza a la paz, un rompimiento de la paz o un acto de agresión",
la Asamblea General "debe considerar el tema de inmediato". Esto implica
que se puede convocar a la asamblea antes de que comiencen las hostilidades,
dado que "amenaza" y "ruptura" son posibilidades que se mencionan por separado.
Por supuesto, se puede alegar que ya hubo "rupturas" de
la paz a partir del ataque aéreo estadunidense contra baterías
de defensa antimarítima iraquí cerca de Basora, el 13 de
enero de este año.
La Casa Blanca -y los lectores, además de algunos
funcionarios de la ONU- puede consultar la resolución 377 en la
dirección http://www.un.org/Depts/dhl/ landmark/pdf/ares377e.pdf.
Si el señor Bush le echa un vistazo, probablemente
no sabrá si reír o llorar. Pero hoy por hoy la Asamblea General
-por muy muerta que la consideremos- podría ser el lugar indicado
para que el mundo haga su reclamo: Ya basta. Es suficiente.
* Periodista irlandés especialista en temas de
Medio Oriente del diario británico The Independent.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca