Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 12 de marzo de 2003
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Política

Guadalupe Jiménez Codinach

Por una decisión digna

En un artículo titulado "Por un sí condicionado" (Reforma, 2 de marzo), Enrique Krauze plantea varias razones por las cuales el gobierno de México debe votar en favor de la propuesta presentada ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por Estados Unidos, Gran Bretaña y España. Difiero de esas razones.

Afirma, en primer término, que "México tiene frente a sí una decisión histórica sólo equiparable a la que tomó en las dos guerras mundiales". Desde el punto de vista histórico ambos conflictos no son equiparables a la actual disputa entre Estados Unidos y Gran Bretaña con Irak. En la Primera Guerra Mundial el gobierno de Venustiano Carranza decidió mantenerse neutral porque necesitaba el apoyo del gobierno de Estados Unidos para permanecer en el poder. Si se hubiera alineado con Alemania y sus aliados, Estados Unidos hubiera apoyado de inmediato a otros generales revolucionarios y Carranza hubiera sido derrocado. La sobrevivencia política personal no es equiparable al bien nacional. Por otra parte, la Segunda Guerra Mundial se desató porque Alemania invadió primero a Checoslovaquia y posteriormente a Polonia, no porque se quería liberar al mundo de un genocida como Hitler.

El director de Letras Libres afirma, en segundo lugar, que tratándose del conflicto con Irak "la abstención (de México) equivale a (una) negativa". Esto no necesariamente es así. No es lo mismo votar en favor de una guerra que votar en contra de ella o decidirse por la abstención. Las tres opciones son diferentes, y sus consecuencias también lo son. Equiparar la abstención con un no, porque Estados Unidos quiere de nosotros un voto afirmativo, es confundir las cosas, en perjuicio del interés nacional.

Krauze acepta, en tercer lugar, que el principio de "la no intervención" fue "en efecto el paradigma legítimo e indiscutible en otras épocas", pero, agrega: "en nuestros días se ha vuelto menos axiomático". Sin explicar por qué el principio aludido ha dejado de ser un valor para México, Krauze lo critica aseverando que de haber sido aplicado "en el caso de Ruanda o Yugoslavia habría significado avalar el genocidio", y "šqué bueno que se intervino para detener la masacre!" Ahora bien, en 1994 un millón de seres humanos fueron asesinados en Ruanda sin que la comunidad internacional -incluido en ella México- lo impidiera; en Yugoslavia fue la Organización del Tratado del Atlántico Norte la que actuó para bombardear aquel país, y lo hizo sin tomar en cuenta al Consejo de Seguridad de la ONU. La aplicación de la razón humanitaria a los conflictos armados no ha seguido una regla clara, como lo demuestran los ejemplos que él invoca.

Enrique Krauze invoca, como han hecho los gobiernos de Estados Unidos y de Gran Bretaña, la violación de derechos humanos en Irak como una razón para invadir ese país, "sobre todo cuando las naciones en conjunto tienen frente a sí violaciones flagrantes". Aquí es conveniente recordar que la violación más grande de la cual se acusa a Saddam Hussein es lo ocurrido en el pueblo kurdo de Halabja, en marzo y agosto de 1988, cuando fueron utilizados gases en contra de sus habitantes. También es conveniente recordar que después de haber cometido esa atrocidad Hussein siguió recibiendo apoyo de quienes por entonces vieron en él una pieza útil en el tablero geopolítico de Medio Oriente. Invocar en el momento actual -como lo ha hecho Tony Blair- lo sucedido en Halabja es proceder anacrónicamente y se presta para encubrir otros intereses que están detrás de la invasión de Irak.

Krauze plantea, en cuarto término, que Estados Unidos se irá a la guerra "con o sin el aval del Consejo de Seguridad"; por lo tanto, concluye, "no hay evasión posible" para México. El hecho de que Estados Unidos no respete la decisión del Consejo de Seguridad no crea un problema a México: Ƒestá nuestro gobierno obligado a apoyar incondicionalmente a un país que informa que actuará unilateralmente en contra de lo dispuesto por un órgano internacional?

Inspirado en la actitud estadunidense, propone a México una acción similar: el gobierno mexicano debe decidirse "ya a actuar a contracorriente de la opinión y las encuestas". Ahora bien, Ƒel hecho de que la mayoría de los mexicanos estemos en contra de la guerra en Irak no obliga a un gobierno democrático a respetar esa voluntad mayoritaria?

Krauze aconseja al gobierno de México dar su voto afirmativo en el Consejo de Seguridad a cambio de obtener de Estados Unidos un acuerdo sobre migración y un trato justo en el capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio. Su razonamiento es: debemos hacer lo que Estados Unidos quiere porque de otro modo nos va a ir muy mal; es mejor darle gusto al gobierno de ese país y sacar provecho de ello. Este quid pro quo es moralmente cuestionable: al otorgar su apoyo a la invasión de Irak, el gobierno mexicano se hará corresponsable de lo que allá suceda, y van a suceder cosas terribles.

Estados Unidos -y esto inexplicablemente no lo toma en cuenta Krauze- debe comprender que, por razones históricas, para los mexicanos será siempre difícil apoyar una invasión estadunidense a otro país, mucho más cuando la justeza de la causa no haya sido completamente acreditada.

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