Claudia Bernal montó en el recinto su
instalación-video sobre las muertes en la frontera
El Chopo, escenario de opositores al belicismo y a
los asesinatos en Juárez
Un simulacro sobre los efectos de la guerra, con evocaciones
a Blake y Munch, sirvió de colofón a la semana de performagia
RENATO RAVELO
''No a la guerra'' se deletrea de muchas formas, como
se demostró este domingo en el Museo Universitario del Chopo, porque
en el arte, en lo casual cotidiano, en la memoria, que son los símbolos
de ese gran imaginario colectivo, hay más de una manera de decirle
sí a la vida.
Afuera del museo hay heridos. Tienen vendas enrojecidas
que para algunos son como una mortaja. También hay agua de jamaica,
para el calor, que se reparte de manera gratuita en este simulacro de lo
que deja la guerra: ''haremos una representación de los efectos
de la guerra, sin que ésta suceda'', explica Alma Rosa Jiménez,
directora del recinto.
En
realidad es Pancho López el promotor del acto, que coincide con
el cierre de una semana dedicada al perfomance, con una idea del
músico y hombre espiritual que es Jorge Reyes, quien propone, como
siempre, una base sonora y una improvisación: ''se trata de sonidos
de las guerras recientes con Los proverbios del infierno de William
Blake''.
A la convocatoria han asistido lo mismo estudiantes que
niños, padres de familia y promotores culturales. Norma Arzate,
de la carrera de diseño, se enteró vía Internet. Alicia
Muñoz fue enviada por su maestra de arte del Claustro de Sor Juana,
mientras el perro maltés de nombre Turbo acude en calidad
de acompañante de su pequeño dueño, aunque eso sí,
con vendaje en el lomo.
Los integrantes de Eros Ludens, encabezados por César
Romero y Luis Villanueva, escalan hacia una de las columnas del Chopo,
mientras Reyes se palmea, acompañado por músicos formales
que tocan percusiones y saxofón, e informales, como uno que sopla
un tubo protector de cables de electricidad y mueve como un pedazo una
extensión más grande del mismo material.
Una extensa manta, que semeja una cortina de palacio medieval,
es telón desde el cual se inician, desde lo alto de la columna,
los giros en posiciones que remiten a San Sebastián, pero también
a Jesucristo. Improvisación con cuerpos hábiles en la contorsión
y en la producción de imágenes. Atrás de Reyes, que
está al pie de la columna, unos dólares manchados de sangre
remiten al verdadero origen de las guerras. Enfrente la gente golpea sus
cuerpos en imitación al músico.
Uno de los movimientos, que consiste en poner la cara
en la manta y abrir la boca para emular a Edvard Munch y su Grito, cautiva
a una asistente dark, quien advierte que una de las camisetas tiene
el logo de Levis y lo critica: "eso es de gringos". Luego alguien le aclara
que en la misma prenda también está la torre Eiffel, que
representa a Francia, resignificando a la trasnacional. El derecho del
arte a ser varias cosas a la vez aplaca la ira vampiresca.
Luego de que uno de los integrantes de Eros Ludens ha
trepado hasta el techo del Chopo para ponerse de cabeza con los brazos
en cruz, Lilian Nava y Francesca hacen giros en la columna, y el ritual
hipnótico que Reyes inició, hace más de media hora,
comienza su aterrizaje. El músico pide que ahora solamente suene
el respiro. Con los pocos que siguen las instrucciones es suficiente para
que una sensación de despertar aparezca.
Cuando Pancho López pide que se diga un mantra
hasta que la respiración alcance, en una suerte de antiminuto de
silencio, para después caer en mitad de la calle del museo, una
pareja que va al hotel de enfrente se detiene. El lleva la camiseta 10
de Figo, ella la timidez de verse descubierta un mediodía de domingo.
Se quedan en la esquina indecisos, porque una bola de gente yace voluntariamente
en el suelo, con vendas pintadas, simulando la muerte. Cuando se levantan
y aplauden, Figo y compañía aprovechan la distracción
y se meten al hotel a celebrar sus razones, aparentemente efímeras
como el acto que termina, para decirle no a la guerra.
Clamor de justicia en el Día Internacional de
la Mujer
ARTURO JIMENEZ
Con la presentación de la instalación-video
Monumento a Ciudad Juárez: sólo las que mueren de muerte
violenta van directamente a uno de los paraísos, de Claudia
Bernal, el Museo Universitario del Chopo se sumó el sábado
pasado a los actos con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Este
trabajo fue de los que más llamaron la atención el pasado
25 de noviembre, cuando tras la Procesión de la Mujeres de Negro
se realizó un festival artístico en el Zócalo capitalino
para demandar que se esclarezcan y se terminen los asesinatos de mujeres
en esa ciudad chihuahuense, que ya suman casi 300.
Envuelta en gasas y ropajes negros, Bernal pinta con gis
en el escenario varios círculos en forma de espiral. Sobre esa línea
coloca decenas de pequeñas ollas de barro con el nombre de cada
una de las víctimas, aunque en muchas de las vasijas sólo
se lee "Desconocida".
Ante el elevado número de ollas, a las que luego
les colocarán tortillas, varias mujeres ayudan a Bernal en su labor
de construir su caracol de barro. De ven en vez una niña brinca
con alegría alrededor de la espiral.
Sobre una sábana blanca colgada de un tendedero
se proyectan imágenes en video con planos generales de Ciudad Juárez,
de sus calles, de las afueras, del desierto. Parecen además, alambres
de púas, sombras, pies, acercamientos de rostros de mujeres. De
fondo, lejos de la estridencia, un audio reproduce murmullos, voces, efectos
de sonido y música.
En una esquina del escenario del Foro del Dinosaurio,
sobre un podio de madera, un libro de condolencias espera que, al final
de la representación, los espectadores escriban algún mensaje.
La puesta de esta instalación de Bernal, cuyo video
fue realizado por Paulina del Paso, fue la culminación de una especie
de maratón de performances.