Carlos Fazio
Pentagonización de América Latina
Mientras da los últimos retoques a su guerra de agresión contra Irak, donde el jefe de las fuerzas de intervención del Pentágono, general Tomy Franks, pondrá en práctica su táctica de "shock y atolondramiento" sobre la inerme población civil iraquí, con previsibles efectos devastadores similares a los de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima, la administración Bush sigue instrumentando la línea de defensa de su imperio militar-mercantilista en América Latina.
Enfrentada en una dura competencia y a balances comerciales negativos con los bloques europeo y asiático, la Casa Blanca viene proyectando la llamada Fortaleza América mediante una estrategia complementaria de dos carriles: el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y el Plan Colombia-Iniciativa Andina, diseñado para consolidar y profundizar el control en su tradicional patio trasero. Se trata de un proyecto integral que busca garantizar el monopolio económico de las compañías multinacionales con casa matriz en Estados Unidos, en particular las ligadas al complejo militar-industrial y a las fracciones de ultraderecha del gran capital, por medio de la fuerza y la violencia.
El eje del imperio militar regional estadunidense son los Puestos de Operaciones Avanzadas (FOL), red de bases instaladas por el Comando Sur en Comalapa (El Salvador), Aruba y Curazao y en Manta (Ecuador), a lo que se sumará una base nuclear en Tolhuin, Tierra de Fuego, en el extremo sur de Argentina. El Pentágono ha colonizado el espacio aéreo de la mayoría de los países del área (México incluido), que es monitoreado por sus satélites y aviones espías en detrimento de las sobera-nías locales. Sobre el Pacífico ecuatoriano, la base FOL de Manta se ha convertido en el puntal de la inteligencia electrónica del Pentágono en la zona.
La base está ubicada a 30 minutos de vuelo del sur de Colombia, donde operan las guerrillas de las FARC y el ELN. Dos aviones Awacs y un P-3 Orión de vigilancia salen de Manta y realizan hasta tres vuelos de rastreo diario. El control aéreo de la base es manejado por tres estadunidenses de origen latino, que trabajan para la compañía DynCorp, empresa de mercenarios subcontratada por la Defensa estadunidense. La base alberga 180 marines, número que puede ascender a 400 efectivos según convenio estipulado entre el gobierno ecuatoriano y el Pentágono. En menos de dos años 43 buques de guerra estadunidenses han visitado Manta sin previa autorización de la cancillería ecuatoriana; las naves realizan tareas de interdicción en aguas internacionales y ecuatorianas.
También ha crecido en los dos últimos años la presencia militar estadunidense en las zonas más conflictivas del subcontinente. Tropas de elite, mercenarios y agentes de la CIA, la DEA y el FBI actúan sobre el terreno. La "comunidad de inteligencia" y el Pentágono han afianzado su tradicional política de penetración en las fuerzas armadas y las policías locales mediante convenios de "cooperación", cursos de entrenamiento y asesoría castrense, parte esencial de los jugosos negocios del complejo militar-industrial.
La participación de tropas de despliegue rápido estadunidenses junto a efectivos de los ejércitos del área en las maniobras militares Nuevos Horizontes ha permitido al Pentágono conocer distintos teatros de operaciones y reclutar oficiales nativos. Nuevos Horizontes se lleva a cabo a escala hemisférica desde 1996. Iquitos, en Perú; Salta y Misiones, en el norte argentino, el Petén guatemalteco y actualmente República Dominicana son otros tantos escenarios donde se han realizado maniobras conjuntas de ese tipo.
Pero sin duda el escenario regional donde Washington viene desarrollando las acciones militares ofensivas y defensivas de mayor envergadura es Colombia. En febrero pasado el Congreso de Estados Unidos aprobó 532 millones de dólares de ayuda militar a ese país. Los recursos se destinarán a la Brigada 18, en Arauca, cuya función primordial es proteger el oleoducto Caño Limón-Coveñas (donde tiene intereses la compañía estadunidense Occidental) de los ataques de la guerrilla. La brigada recibirá armas, soporte logístico y 10 helicópteros UH-1 Huey. Otra porción del dinero se destinará a la creación de una segunda brigada del ejército; a labores de inteligencia militar y policial, y a la compra de cuatro aviones Hércules C-130 para el transporte de tropas y dos AC-47 (aviones fantasmas) artillados, para operaciones de asalto (ofensivas) contra las FARC y el ELN.
El Pentágono tiene en Colombia 411 efectivos (expertos en inteligencia electrónica, planeación táctica, apoyo logístico y reconocimiento aéreo), 11 por encima del tope que le fijó el Congreso estadunidense hace dos años. Sin contar decenas de mercenarios que trabajan para el Pentágono en labores de espionaje, entrenamiento militar y formación de escuadrones de la muerte (paramilitares). Los mercenarios, que se hacen llamar "contratistas militares privados", trabajan para compañías como DynCorp, Northrop Grumman y MPRI, subcontratadas por la Defensa estadunidense. Aparecen donde el Pentágono prefiere no ser visto (Bosnia, Croacia, Colombia). En tiempos de paz actúan como ejército secreto fuera del escrutinio público. En tiempos de guerra no son propiamente soldados y no están obligados a seguir los códigos militares de conducta.